¡EXTREMADURA! QUÉ GRANDE ERES…
Extremadura
es el paraíso de toreros, cazadores y señoritos de postín que disfrutan como
enanos en sus enormes latifundios plagados de sumisos servidores y semiescalvos
conformistas en su mayoría trabajadores sin dar de alta (así lo está
demostrando la inspección de trabajo actualmente), votantes todos del PP y del
PSOE inexcusablemente, porque es la fuerza del fascismo inculcado desde
temprana edad, como se hacía con sus padres y abuelos que lo aceptaban si
querían sobrevivir…, aunque en el fondo sueñen con la izquierda que ellos nunca
verán. Y ahora, además, con una pléyade de políticos socialistas (¡que dicen
ellos!, pero que, salvo alguna rara excepcionalidad, no son sino como sus
padres y abuelos de la mano del saludo romano) y populares (más romanos
todavía), todos detrás de buscarse el modo de
“vivir del cuento” y de asegurarse una de esas “millonarias” pensiones
que no están al alcance del resto de los mortales (el Sr. Ibarra, según parece,
24 años en el cargo, nos cuesta a los extremeños unos ¡10.000 o 12.000 €/mes! -tirando
por lo bajo- entre pensión, “pitos y zaragatas”).
Arthur Schnitzler, narrador y dramaturgo austriaco,
médico de profesión, y muy admirado por Sigmund Freud, dijo algo que resume
fielmente el compeler de Extremadura: “Estar preparado es importante, saber
esperar lo es aún más, pero aprovechar el momento adecuado es la clave de la
vida”. Nunca hemos estado preparados, no nos han permitido prepararnos; esperar
¿qué?; aprovecha el momento oportuno ¿cuándo?, ¿cuándo llegó la Plutocracia
(perdón, la Democracia)? ¡¡¡Pufffffff!!! Un tal Francisco Quijorna soltó esto
en el Facebook: “¿El pobre que se cree rico y apoya al rico capitalista
causante de su pobreza, cómo se llama?”. Pues muy fácil “Quico”: cualquier
nombre y de cualquier pueblo de Extremadura. Por algo, los extremeños somos los
que más seguro estamos de que existe “el más allá”: ¡Vivimos en Extremadura!
Como prologo de nuestras hazañas para poder ocupar
alguna parte de ese libro Guinness (sin contar, por supuesto, la sandia de
mayor peso de España de Villanueva de la Serena o el mayor melón de la “cosecha
de la Junta de Extremadura”), quiero hacer una pequeña “critica” a nuestro
himno de la democracia (no el de la virgen de Guadalupe, que a un servidor, que
no es devoto, le encanta y le trae el recuerdo de cuando su madre de pequeño se
lo cantaba), que, dicho sea de paso, casi ningún extremeño se sabe si
exceptuamos a algunos políticos por la
cuenta que les tiene, aunque cuesta trabajo creer que hayan sido capaces de
aprendérselo, aún a pesar de tener presente -cómo no- su alto índice de
inteligencia. Dice así:
/Nuestra voces se alzan/ Incierto, aquí sólo alzamos
la voz unos pocos. /Nuestro cielo se llena/ Lo siento, pero la mayoría de extremeños
está “a la luna de Valencia”. /De banderas, de banderas/ Del PSOE y del PP.
/Verdes, blanca y negra/ Verde, porque estamos en casi todo muy “verdes”;
blanca, porque no tenemos ni “blanca” (la mayoría, claro); y negra, porque, sin
dudarlo un segundo, tenemos la “negra” (con la política muy especialmente).
/Extremadura patria de glorias/ ¿Cómo no se refiera a la conquista de América y
a Cortés y Pizarro?, el resto del tiempo ya se sabe de quienes ha sido la
gloria (de los dictadores y de Ibarra y sus adláteres). /Extremadura suelo de
historias/ Para no dormir imagino, porque sino… /Extremadura tierra de encinas/
Muy cierto, y más cierto aún de “bellotos” y “bellotas”. /Extremadura libre
camina/ Hacia la migración y la inmigración (de sus jóvenes, sobre todo). /El
aire limpio/ Depende en donde -Extremadura
es muy amplia- pues con los pesticidas… /Las Aguas puras/ ¿A través de
las tuberías de amianto en kilómetros y kilómetros? /Gritemos todos en
libertad/ ¿Qué libertad? ¿La de la pobreza, la indignidad y la iniquidad?
/Extremadura tierra de paz/ “Peace” que dirían los garrulos anglosajones de la
Junta, ¿no?
Lo cierto es que los extremeños podemos
“competir” con cualquier otra Comunidad Autónoma española o con cualquier
región de cualquier país de Europa o incluso de medio mundo en un montón de
facetas de la vida…, a la baja, evidentemente.
Si hablamos de analfabetismo (sobre todo funcional)
dudo que haya quién nos pueda superar; si de ignorancia se trata, sólo hay que
preguntar a cualquier extremeño como se llama su Consejero o Consejera de
Economía (por citar alguno), responderá que sólo conoce, gracias al Covid-19,
al Sr. Vergeles y al Presidente Fernández Vara.., por la cámara que chupan cada
día, claro; si de clientelismo se trata, ¿hay alguna región que nos supere en
clientelismo político?, seguramente en esto podríamos ocupar un puesto alto en
ese libro Guinness de los records, casi todo lo que va de Plutocracia
gobernando los mismos; injusticia de la justicia, hasta el punto de que los
cinco Magistrados de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal
Superior de Justicia de Extremadura han dado por bueno un auto -o como se
llame- de la Audiencia Provincial de Mérida en el que se da por bueno que dos personas pueden estar
al mismo tiempo en dos lugares diferentes, o sea, que poseen el don de la
ubicuidad, ya me contarán sino es algo ¡increíble!, o que no se conozca, que
servidor sepa, una sentencia favorable de ningún Juez sobre el IRPH o que se
permita al Banco de Santander (el Banco de la Judicatura) que lleve ¡seis años!
sin abonar una sentencia favorable a un cliente del Banco Popular que
“compraron” por un euro siendo su valor más de 30.000 millones posiblemente y
sino que se lo pregunten a Diario-16; si nos referimos a la explotación obrera,
sólo hay que ver que somos la región con los salarios más bajos del país y
seguramente de la UE de los más desarrollados, y ver como en cualquier
inspección en una de cada tres explotaciones hay obreros sin dar de alta
(muchos de ellos, seguramente, cobrando alguna prestación por desempleo); qué
les voy a contar de engaños, infamias, ignominias…, ¡los primeros, oiga!; si de
sindicalismo se trata, en esta tierra ya está desparecido en combate,
convertido en displicente salvo alguna excepciones que se pueden contar con los
dedos de la mano y sólo de CCOO; de corrupción, inepcia, mercantilismo público,
etc., mejor no hablar, dudo que haya algún pueblo que no imite a este en el que
servidor vive y no tenga al Alcalde “investigado” por algún delito urbanístico
o algún que otro “pelotazo”, y, obviamente, qué decir de la pléyade de la Junta
y las Diputaciones, donde cómo alguien levante alguna vez la alfombra…; sobre
eso de la industrialización habría que preguntar al “Sr. de los Hierros” o a
ese otro Sr. llamado Leal que andan por ahí vendiéndose sus industrias que
hemos pagado todos los extremeños al estilo Mussolini, “pluma a pluma”, y no
nos hemos enterado, y ni que decir tiene, que no hay nada más salvo las
“agroalimentarias” para explotar a los pobres “hortelanos”; ¿qué decir
referente al ocio?, sólo dos ejemplos: “Valdecañas” y “La Isla del Zújar”,
ambos fraudulentos, y para de contar; de cultura no andamos mal: más “casas de
curtura” que ninguna región de España salvo Andalucía que creo que nos ha
cogido ventaja aunque no mucha porcentualmente, sobresaliendo nuestro dominio
del inglés, pues hasta las fiestas las anunciamos en algunos pueblos en ese
idioma.
Voy a terminar con una parte de un artículo de
Almudena Grandes porque, sencillamente, tengo la impresión de que está
ocurriendo, a los que quedan aquí, lo mismo que les ocurrió a sus padres y
abuelos con la Dictadura y que Almudena expone con gran escrupulosidad aunque
sea para toda España: “En ese tiempo, que vivieron los
abuelos de quienes somos mayores, los bisabuelos de los más jóvenes, los
españoles eran muy pobres. No sólo en el campo, también en las
ciudades, la mayoría de la población no sabía leer ni escribir, aunque a menudo
alguien les hubiera enseñado a firmar, rúbricas temblorosas, trazos infantiles
que conservaron durante toda su vida. Ahora es muy fácil pensar que eran pobre
gente, gente mínima, insignificantes criaturas desarmadas que sobrevivían de
milagro, y desde el punto de vista material, es verdad. Muchos viajaron del pueblo a la
ciudad con las manos vacías, el número de teléfono de unos parientes apuntado
en un papel, la noche y el día. Según el cálculo de probabilidades que
manejamos en la actualidad, lo más razonable sería pensar que casi todos se
hubieran muerto, pero lo cierto es que no sólo sobrevivieron, sino que lograron
prosperar. Desde los asentamientos chabolistas o las habitaciones realquiladas
en edificios que se caían a pedazos, a fuerza de trabajar como animales, en
condiciones de explotación que hoy nadie aceptaría, lograron mudarse a pisos
pequeños en barrios feos, aglomeraciones de viviendas baratas, sin árboles, sin
jardines, sin servicios, todo un paraíso para quienes habían vivido en el
infierno. Aquellos españoles miserables, que carecían de todo, poseían la
ilusión por el futuro, la capacidad de soñar con él. No habían tenido un libro
entre las manos en su vida, pero era muy difícil engañarlos. Eran pobres, y lo
sabían, sabían que solos no llegarían a ninguna parte, que debían apoyarse en
otros como ellos, para poder apoyar a quienes llegaran después. Sabían que los
intereses de los ricos eran opuestos a los suyos, que no ganarían nada si no se
empeñaban en defender sus propios horizontes y que su única fuerza residía en
la unidad. Eso, siendo tan miserables, les hizo al mismo tiempo poderoso”.
En Extremadura –como en otras partes de España- han cambiado muchas cosas
en sus pueblos y ciudades por aquello de que los tiempos traen consigo
“modificaciones urbanísticas” y otras costumbres y maneras de vivir, pero no ha
cambiado el fondo de la política que se aplica y de ahí que nuestro retraso en
casi todas las facetas de la vida se haya convertido en “miserablemente
crónico” respecto al del resto del país si exceptuamos alguna que otra
Comunidad Autónoma que pasa por el mismo “aro” que nosotros. Y ahora no podemos
echarle la culpa a la Dictadura, ahora la culpa es de la Plutocracia que nos fragmenta
incluso con unos gobernantes que se dicen de izquierda…, para mayor
vergüenza.
En fin: ¡Extremadura!, que grande eres…