AMNISTÍA SOCIAL
Desde que se
inició la democracia, exceptuando el poco tiempo que el sindicalismo no fue frío
y apático como ahora (hasta que D. Felipe González lo “domesticó” con los
cursos de formación), todas han sido desgracias para los colectivos de
trabajadores, tanto para los de por cuenta propia como para los de por cuenta
ajena. Con el añadido de los pobres pensionistas, que cada día que pasa son más
maltratados por las necesidades de la enorme turba de políticos que se han
implantado por la geta en este territorio, que ya ni siquiera tiene parte de
comanche.
Creo, si mal no
recuerdo, que ha habido ya en España (Una, Grande y Suya…, de socialistas y
populares) tres amnistías fiscales. Las tres para los mismos: los grandes
defraudadores capitalistas y los grandes empresarios y banqueros de la calaña
miserable y explotadora de los pobres trabajadores, que, nadie sabe porqué,
aguantan todas las ignominias sin rechistar. Y si a estas amnistías sumamos los
¡100.000 millones de euros! que ha supuesto el rescate bancario (del que vamos
a recuperar una ínfima parte), resulta que nos han afanado no sólo la hucha de
las pensiones, sino la otra hucha: la de la Sanidad, la Educación, los
Servicios Sociales, las Infraestructuras, etc., etc., amén de sumar el
resultado de las -en aumento cada día, por culpa de lo demás- desigualdades
sociales.
Visto lo visto,
creo que es hora ya de que se haga -si son capaces de pedirla las fuerzas
progresistas, y sino tirándose a la calle- una GRAN AMNISTÍA SOCIAL. Por
decirlo más suave, una especie de “perdón” a las clases menos favorecidas:
trabajadores de todas las ramas, autónomos (a estos fundamentalmente),
pensionistas, jóvenes que se han quedado cortados en su empeño de ser emprendedores,
etc. Algo que suponga que sus deudas con el Erario, la Seguridad Social, los
Ayuntamientos y cualesquiera otra Administración Pública quede de un plumazo
eliminada hasta la fecha. Una especie de borrón y cuenta nueva. Al fin y al
cabo, no costaría ni tan siquiera los ¡90.000 millones de euros al año! que
defraudan a la Hacienda Pública las empresas del Ibex y todas las otras que
cotizan en bolsa. Más de un emprendedor saldría adelante, y más de un
trabajador (pobre a pesar de tener trabajo) y un sinfín de autónomos y
pensionistas tendrían acceso a las ayudas públicas que cualquier latifundista
disfruta…, del Estado o de Europa, lo mismo da.