APOROFOBIA DEL CAPITAL
Vamos a recordar primero el significado del vocablo
“aporofobia” y después pasamos un poco por encima -para no agobiar con
demasiados datos- de la pobreza y del capital. De tal modo que sea lo más
inteligible posible el porqué del título de este escrito que, reconozco, a
muchos va a resultar como algo poco cuestionable que se pueda dar en el mundo
actual. Pero que, aunque no lo crean, está ahí y más de un poderoso y opulento
lo contempla como viable si todo sigue igual y las desigualdades alcanzan una
cota insoportable por la mayoría de las personas que viven en el planeta.
Llegará un momento -ojalá que servidor yerre- en que será tan fuerte la presión
de la “olla” que la tapa saltará por los aires y todo su contenido se
difuminará si no se toman las medidas necesarias con antelación. Medidas que,
obviamente, sólo consisten en hacer de este mundo un lugar más habitable para
la gran mayoría de sus congéneres. Lo que, dicho sea de paso, únicamente
consiste en llevar a cabo una política justa para todos y no lo que hoy
llamamos neoliberalismo que no es sino el “casi total de la tarta” para unos
pocos y las migajas para los demás. La opresión desmesurada que hoy día ejercen
los llamados lobbies y los establishment financieros y mediáticos que los
protegen con una justicia que deja bastante que desear, pueden dar lugar a que
todo salte por los aires y nos tengamos que retrotraer a tiempos como los de la
guillotina por citar los más cercanos, sin dejar de reconocer que incluso en la
revolución francesa, al parecer, los capitalistas aumentaron sus bienes y
propiedades de todo tipo según narra Thomas Piketty en su libro “Capital e
ideología”.
Así pues, adelante con el recordatorio del vocablo
“aporofobia”: “La aporofobia es el miedo y rechazo hacia la pobreza y hacia las
personas pobres. Es la animosidad, hostilidad y aversión, respecto de las zonas
o barrios carenciados y respecto de las personas pobres, o sea, frente a
aquellas personas que se encuentran desamparada y con muy pocos recursos.
El concepto de aporofobia fue acuñado en 1990 por la
filósofa Adela Cortina, catedrática de Ética y Filosofía Política de la
Universidad de Valencia, para diferenciar esta actitud de xenofobia, que sólo
se refiere al rechazo al extranjero y del racismo, que es la discriminación por
grupos étnicos. La diferencia entre aporofobia y xenofobia o racismo es que
socialmente no se discrimina ni margina a personas inmigrantes o a miembros de
otras etnias cuando estas personas tienen patrimonio, recursos económicos y/o
relevancia social y mediática”.
Visto lo visto, ¡mucho cuidado con la pobreza, la
discriminación y las desigualdades! Están al límite, y esto es lo que dice -muy
resumido- Oxfam Intermon sobre la riqueza y la pobreza: “la creciente
disparidad entre ricos y pobres está socavando la lucha contra la pobreza,
dañando nuestras economías y fragmentando nuestras sociedades. Pero la
desigualdad no es inevitable, sino una elección política”. “La desigualdad
extrema está fuera de control. Cientos de millones de personas viven en la
pobreza extrema mientras las élites más ricas reciben enormes ganancias. Nunca
ha habido tantos milmillonarios, y su riqueza ha alcanzado un récord histórico.
Mientras tanto, las personas en mayor situación de pobreza del mundo se han
empobrecido aún más”. “Numerosos Gobiernos, entre ellos todos lo habidos en
España desde que se inició la Democracia hasta llegar al actual y veremos que
hace éste (el subrayado es mío), están alimentando esta crisis de
desigualdad al conceder enormes beneficios fiscales a las grandes empresas y
las personas ricas mientras siguen sin financiar adecuadamente servicios públicos
básicos, como la salud -como está quedando patente con la pandemia- y la
educación. Las personas en situación de pobreza son quienes se ven más
afectadas por estas políticas y los costes humanos son ya insoportables”.
“En la cúspide de la pirámide económica, un
reducidísimo grupo de personas, fundamentalmente hombres, acumulan billones de
dólares. Sus fortunas y su poder crecen de forma exponencial. Actualmente, los
milmillonarios poseen más riqueza que 4.600 millones de personas (el 60% de la
población mundial). Mientras, aproximadamente 735 millones de personas siguen
viviendo en la pobreza extrema. Una factura médica o una mala cosecha bastarían
para que muchas otras se vieran sumidas en la miseria”.
“Además de ver como sus fortunas siguen creciendo, los
más ricos (al igual que las empresas que poseen) disfrutan también de los
niveles impositivos más bajos de las ultimas décadas. A su vez, el peso fiscal
recae de manera desproporcionada sobre los trabajadores”. Mío: en nuestro país
las rentas del trabajo doblan en el IRPF a las del capital. ¡Ahí es nada!
“Al mismo tiempo, los servicios públicos sufren un
déficit crónico de financiación o se subcontratan a empresas privadas que
excluyen a las personas más pobres. En muchos países, los servicios de educación
o la salud de calidad se han convertido en un lujo que sólo se pueden permitir
las personas más ricas. Esto repercute gravemente en el futuro de los niños y
en las oportunidades que tendrán para disfrutar de una vida más larga y
próspera”. Dicho sea de paso, de mi humilde cosecha, en España la educación
privada -en su mayoría de colegios religiosos- está en la calle pidiendo fondos
que piensan pueden perder con este gobierno para ellos “social-comunista”. Los
“papás” no quieren que sus niños se mezclen con los de migrantes u otras
economías más pobres. ¡Vergonzoso!
“En la mayoría de los países, tener dinero es el mejor
pasaporte para poder disfrutar de una buena salud y tener una mayor esperanza
de vida. En cambio, la pobreza suele acarrear el padecimiento de más enfermedades
y una muerte más prematura (lo estamos comprobando en la actualidad con la
pandemia). La esperanza de vida en las comunidades pobres es entre 10 y 20 años
inferior que en las zonas prósperas. En los países en desarrollo, un niño de
una familia pobre tiene el doble de probabilidades de morir antes de los 5 años
que un niño de una familia rica”.
Los Gobiernos de todo el mundo deben tomar medidas
urgentes para construir una nueva economía más humana que valore lo que
realmente importa para la sociedad, en vez de alimentar una carrera sin fin por
el beneficio económico. O cualquier día explotará el globo.
Resumiendo: El 1% más rico de la población mundial
acaparó el 82% de la riqueza generada el año pasado, mientras que la mitad más
pobre no se benefició en absoluto. Entre marzo de 2016 y marzo de 2017 se
produjo el mayor aumento de la historia en el numero de personas cuyas fortunas
superan los mil millones de dólares, con un nuevo milmillonario cada dos días.
¡Increíble, que no esté pasando un conflicto social mundial! Pero, como he
dicho antes, “en cualquier momento puede saltar la chispa que prenda el fuego”.
Y después…
Antes del epílogo de este escrito, un simple
comentario de algo que se ha dado en llamar “el Bilderberg español” y una breve
reseña del profesor Juan Torres López.
Sobre el Bilderberg español decir que para intentar
acaparar esos fondos que por la pandemia nos han concedido en la UE (nos van a
prestar, diría yo, y sino al tiempo) se ha constituido, como no podía ser de
otra forma, con la Sra. Ana Patricia Botín (dueña del Banco Santander y “jefa”
del gobierno de España en la sombra) al
frente, una especie de club tipo Bilderberg que tratará de manejar esos fondos,
lo que supone que -no hace falta haber pasado por Salamanca- quedarse con una
buena tajada y como dice el refrán: “el muerto al hoyo y el vivo al chollo”.
Ocurrirá, y será asombroso si nadie le pone coto lo antes posible. ¡La riqueza
no duerme!, que no lo olviden, cuando menos los de Podemos, los otros ya se
saben lo que harán con la Sra. Calviño al frente.
Y sobre el Profesor, copio textualmente un párrafo de
uno de sus últimos artículos sobre la famosa tasa Tobin para que vean lo fácil
que sería erradicar la pobreza en el mundo -y en España, claro- y evitar que
pueda aparecer en forma de revolución la aporofobia del capital, que, por
cierto, hay milmillonarios que ya han mostrado su opinión y su preocupación: “El
gasto público de todos los países del mundo ronda los 30 billones de dólares, y
la pandemia ha obligado a aumentarlo en cerca de 20 billones, un incremento que
en su gran mayoría tendrá que ser financiado con deuda. Según el Banco
Internacional de Pagos, las transacciones financieras realizadas en 2019 en
todos los países del mundo sumaron 14.000 billones de dólares, lo que quiere
decir que se podrían eliminar todos, he dicho todos, los impuestos que hay en
el planeta y financiar el gasto público de todas las administraciones públicas
con una tasa de más o menos 25 céntimos por cada 100 dólares de transacción
financiera. En España, nuestro gasto público total es, en números redondos, de
unos 500.000 millones de euros y según el Banco Internacional de Pagos en
nuestra economía se realizaron transacciones financieras por un valor de total
de 72 billones de euros en 2019. Eso quiere decir que podríamos eliminar
también todos, absolutamente todos, lo impuestos existentes hoy día y financiar
ese medio billón de euros de gasto público con una tasa sobre las transacciones
financieras de 0,7%, es decir, de 70 céntimos por cada 100 euros de
transacción. La pesadilla no es un impuesto del 0,2% sino la avaricia y la
irracionalidad que mueven el sistema financiero y la política en nuestro
mundo”.
En fin, el mundo está lleno de escapistas, de gente que
elude responsabilidades y que tienden a evadirse de los problemas de la
realidad. La mayoría de los gobernantes, por no decir, prácticamente todos, de
la mayor parte de los países que conforman este planeta que se llama La Tierra
son, salvo raras excepciones, “escapistas”. En España, los gobernantes de todas
las CCAA son escapistas de algún modo, igual o tanto como el Gobierno Central,
sólo basta con mirar, como ejemplo más claro, la presidenta de la Comunidad de
Madrid en su trato con la pandemia, no quiere ver ningún pobre a su alrededor, sino
que se lo pregunten a los de la Cañada Real o a los ciudadanos de toda la parte
Sur de la capital. Esta presidenta de Madrid hace bueno eso que dijo un tal Henry
R. Robinson: “Los puestos eminentes son como las cimas de los peñascos: sólo
pueden llegar a ellos las águilas y los reptiles”.
Lo dicho: Mucho cuidado con la “aporofobia del capital”,
nos puede traer la desaparición.