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lunes, 22 de noviembre de 2021

22/11/2021 - YO, PARA SER FELIZ, QUIERO UN CAMIÓN

 YO, PARA SER FELIZ, QUIERO UN CAMIÓN.

Ahora que se anuncia una huelga de camioneros, que para empezar no es exactamente eso sino una huelga de empresarios del transporte por carretera (prácticamente el único que existe ya en este país de nuestras desdichas, y muy especialmente en Extremadura donde el tren está “ausente”) apoyado, como no podía ser de otra forma, por muchos camioneros autónomos que sufren, obviamente, desfachateces, me ha venido a la memoria -aún a pesar de lo desmemoriado que uno es- un escrito que hice hace ya bastante tiempo para defender el trabajo de camionero. Pero antes de llevarlos al recuerdo quiero señalar que la actual convocatoria, según el periódico Infolibre, es una convocatoria bajo sospecha: “la patronal del transporte presiona al Gobierno con un cese de dudosa legalidad”. No se trata de una huelga, añade Infolibre, pues los únicos sujetos legitimados para convocarla son los trabajadores, no los empresarios. Y continua: Expertos en Derecho Laboral aseguran que este cierre patronal no cumple los requisitos establecidos en la Ley, que son muy restrictivos para descartar un papel “ofensivo” del empresario hacia sus empleados. El decreto que regula las relaciones de trabajo data de 1977, pero a pesar de ser preconstitucional el TC le ha dado el visto bueno y no se ha modificado en más de cuarenta años.

Mas, vayamos a mis recuerdos para entender lo poco que han cambiado las cosas en tanto tiempo. Pues, por aquel entonces (lo pueden leer entero buscando en mi blog “La Demagogia del Alacrán” -angelmorglogspot.blogspot.com-  de fecha 12 de junio de 2008, al inicio de la anterior crisis que nos costó a los españoles -no a todos- algo así como ¡110.000 millones de euros! del rescate bancario) decía, entre otras cosas: Así se llama una canción famosa de los años 80 (1983) que interpretaba un grupo, quiero recordar, llamado “Dinamita pa los Pollos”. Me equivoqué -discúlpenme- en aquella ocasión, puesto que la canción era de Loquillo y los Trogloditas.

Y seguía mi escrito: “Pero la realidad del camión es bien distinta a la que expone esa canción: horas y horas –parece que no se va a llegar nunca- conduciendo, siempre más de las permitidas; días y días fuera de casa, fuera del hogar, fuera de la familia, sin poder sentir esa caricia –lo mejor de la vida- de la esposa, de la compañera, de…, antes del sueño y sin poder atender y aconsejar como lo hace un padre los problemas del hijo o la hija jóvenes o con la incertidumbre, si es el hijo el conductor, de saber si llegará; arriesgando cada día y a cada hora su pellejo en esa “jungla” llamada carretera, autovía, autopista, que cada semana se cobra un montón de vidas; con un salario muy justito para la vuelta a casa; comiendo el plato del día de los restaurantes más baratos; sin nadie con quien hablar en muchos casos y sin posibilidad de soñar despierto en que todo cambie algún día porque el excesivo tráfico le obliga a tener permanentemente el máximo de concentración (estresado, muy estresado); etc.; etc.; etc. y muchas cosas más.

Quienes se ponen al volante de un camión son hombres –y también alguna mujer ya- toscos, pero honrados y solidarios. Trabajadores donde los haya, me da igual que sea por cuenta ajena o por cuenta propia, dispuestos siempre a ayudar y socorrer sin discriminación ni xenofobia. Trabajadores a los que no les va a preocupar que la UE aumente –con la abstención de España, que no con el no- la jornada laboral a 65 horas porque ellos ya las hacen. En definitiva, personas que se merecen el mayor respeto y a los que ahora el Gobierno trata de desprestigiar volcándoles encima a la sociedad porque piden y defienden –como lo hacían antes muchos de esos que ahora que ya “viven bien” les tachan de mafiosos- sus derechos, que alguien que manda lleva mucho tiempo sin atender y ha logrado, lo normal, que se les hinchen las… amígdalas.

Sólo hay unos responsables -no es necesario nombrarlos- de que el resto de los ciudadanos suframos las consecuencias de esta huelga, que estaba ya cantada desde el momento que se supo que el Estado había aumentado una barbaridad la recaudación por el impuesto de los carburantes (debido a la subida del petróleo) y le importaba un bledo que quienes necesitan el combustible para realizar su trabajo y poder sacar adelante a su familia no pudieran afrontar la situación, contradiciendo, tristemente, lo que dice la canción: “para ser feliz quiero un camión”. Hasta aquí mi recordatorio”.

Pero, he aquí que la patronal del campo se suma a los paros del transporte para atacar al Gobierno de Coalición, señala Alba González en un artículo del 17 pasado. Y en ese artículo comienza diciendo que los trabajadores y pequeños autónomos de ambos sectores critican la iniciativa aupada por los empresarios. Añadiendo lo siguiente: “Desde que la cartera ministerial encabezada por Yolanda Díaz impulsara inspecciones de trabajo y medidas sancionadoras en el ámbito agrario ante la sistemática vulneración de los derechos laborales y humanos que denuncian los trabajadores, resultando en una primera fase que una de cada tres registran fraude, muchas de ellas en condiciones de “esclavitud” y “explotación”, la patronal del campo ha declarado la guerra al Gobierno de Coalición.

Durante la jornada de ayer, continua Alba González, las asociaciones empresariales  ASAJA, COAG y UPA (las del PP y del PSOE, esto lo digo yo) advertían al diario ABC su posible intención de sumarse a los paros convocados por la patronal del transporte el próximo mes de diciembre. Unas jornadas que no son bien acogidas por los trabajadores del sector, que se desvinculan de las movilizaciones y aseguran que son iniciativas de las grandes corporaciones.

No se trata de una huelga de camioneros, es un paro patronal, expresaba un conductor, indicando que detrás de este paro tan sólo existe la intención de poner un nuevo obstáculo a la coalición gubernamental del PSOE y Unidas-Podemos.

Los trabajadores señalan como argumento que justamente es esta patronal la que lleva décadas perjudicando a sus empleados y a los pequeños autónomos, precarizando sus condiciones laborales, y que encuentran ahora excusa -el incremento del precio del gasoil o los importes en peajes- para cargar contra las medidas impulsadas que han beneficiado a los trabajadores como la subida del SMI. Una situación que ha llevado a los sindicatos a desvincularse públicamente de las convocatorias. CCOO ratificaba que las propias empresas son las que “han causado algunos de estos problemas y las que han llevado a la profesión a esta situación de precariedad y penosidad”, identificando “los bajos salarios, la falta de reconocimiento o el trato degradante” como las prácticas habituales llevadas a cabo por las empresas convocantes del paro”.

Sólo añadiré que, por favor, con la que tenemos encima con el maldito Covid-19, sólo nos faltaba que vinieran ahora los cuatro señoritos del transporte por carretera (reitero, prácticamente el único existente en nuestra querida España) y los cuatro explotadores de emigrantes del campo a jodernos (con perdón por el vocablo) más la Navidad. ¡Un respeto a la ciudadanía, malandrines de salón! Los únicos que están acreditados para hacer una huelga del transporte son los camioneros autónomos y los camioneros asalariados y no la van a hacer porque tienen la suficiente vergüenza, como gente honrada y trabajadora que son, y no quieren fastidiar ninguna fiesta a nadie, y mucho menos en Navidad. Y los patronos del campo (que no los autónomos y los pequeños agricultores y ganaderos), por favor, cállense, que vale un kilo de tomates (de los que antes se le echaban a los cochinos para comer porque nadie los quería) cerca de ¡dos euros!; y el quilo de chuletas de cordero, a pesar del dinero que ponemos entre todos para que la UE les esté llenando las faltriquera, vale entre ¡16 y 20 €!, mientras las explotaciones agrarias son “irregulares” en dos de cada tres casos como ha podido comprobar la Inspección de Trabajo. ¡Hay muchos que piensan que España entera es Sierra Morena!... Y se equivocan.  

miércoles, 3 de noviembre de 2021

03/11/2021 - GUERRA DE LEYES LABORALES

 GUERRA DE LEYES LABORALES

“Labour law wars”, que dirían los políticos de la Junta de Andalucía y de Extremadura para mostrar sus conocimientos del “inglés andalusí” de Al-Ándalus o del “inglés castúo” de los extremeños. Horteradas -qué otra cosa sino- del modernismo de quienes han hecho, paradójicamente, de sus regiones símbolos del conformismo más neoconservador y Borbón del país.

De verdad, si alguien está en contra de los regímenes totalitarios, ese es un servidor. Pero hasta los chinos (comunistas aún hoy) han entendido que hay que pagar salarios decentes para que haya consumo y las empresas puedan ser más competitivas y el Estado (recaudando mucho más con sus impuestos indirectos) más fuerte y más poderoso. Los gringos van por la misma senda cuando han advertido que China se les adelanta económicamente (lo cinco primeros Bancos del mundo por capitalización bursátil son hoy ya chinos) y en otros aspectos de la vida cotidiana, estando muy cerca (si es que no los han sobrepasado ya) en lo tecnológico. Ya es fácil ver chinos haciendo turismo por cualquier parte del mundo y de sus suministros dependen millones de fábricas de muchos países que se suponen desarrollados (mayoría de la OCDE). Les recomiendo que lean “Guerra Irrestricta” en la Wikipedia para que vean lo que puede ocurrir con China.

 A nadie se le escapa que 1.400 millones de personas consumen mucho y necesitan de muchas viandas para sobrevivir que sólo pueden adquirir si se les paga un salario digno. Algo que el trasnochado neoliberalismo facha no ha sido capaz de asimilar incomprensiblemente, pues como dijo El Roto: “Si no nos pagáis, a quién les vais a vender lo que fabricáis”. Subir el SMI y todos los demás salarios (los de los españoles están entre los más bajos de la UE y de la OCDE) en general aumentan el consumo y por consiguiente el empleo y los beneficios empresariales (último premio Nobel de Economía), además de, por ende, adicionar los impuestos indirectos y hacer subir enormemente la recaudación del Estado. Por el contrario, los bajos salarios desarrollan las desigualdades sociales y la pobreza, en la que España es número uno de la UE y, como no podía ser de otra forma, Extremadura es número uno de España (con el 44,6% de pobreza entre sus habitantes, lo que supone que del 1.057.999 que viven aquí, 471.868 “semos probes”). Hasta tal punto se ha adueñado la pobreza de nosotros, que tenemos ya ¡once millones de trabajadores! que a pesar de tener trabajo son pobres y están cada día que pasa más cerca de la exclusión social. Sin contar que Oxfam Intermon ha advertido que la pobreza puede aumentar en España en 1,1 millones a causa de la pandemia. Así ocurre que “antes eran los pobres los que no tenían nada; luego, los emigrantes eran los pobres; después los pobres eran los parados; al final, los que tenían trabajo se convirtieron en pobres, pero entonces ya era demasiado tarde, porque la pobreza se había convertido en la situación normal”. De modo que, el que todavía pueda emigre del caciquismo criminal, de la precariedad y la pobreza, de la injusticia, de la discriminación, del analfabetismo socio-político, de la incultura y el subdesarrollo social, político, económico y humano (el saldo de Extremadura -1983-2019- es mayor pobreza y precariedad, menor prosperidad, bienestar y población residente y corrupción ilimitada; y nada va cambiar “mientras la militancia y el clientelismo permitan a los políticos tener razón sin tener que razonar”, que dijo, como no, El Roto).

Por otra parte, la precariedad laboral sólo aporta miseria y desmedida proliferación de capitalistas que -como está más que demostrado- no contribuyen ni a la creación de empleo ni a la recaudación de impuestos, ya que son los reyes del sistema más ofensivo de evasión fiscal. Amén de ser una lacra para cualquier país democrático debido, reitero, a que no contribuyen con nada al mantenimiento del Estado y de los servicios que éste tiene que prestar, convirtiéndolo en una Plutocracia como es nuestro caso. Incluso se da la circunstancia de que millonarios ingleses y americanos han solicitado de sus gobiernos que les suban los impuestos, seguramente, por lo vergonzoso que les resulta no contribuir con nada al desarrollo de los demás; o quizás sea por temor a que algún Presidente eche mano de un nuevo “New Deal” como el de Roosevelt y les haga pagar de un golpe todo lo que no han pagado en muchos años de evasión fiscal y de eso que llaman en EEUU “honest graff” (corrupción legítima), de tal modo que el 1% de la población acumula más fortuna que el 90% gracias -en parte- al sableo estatal.

Nadie duda (ningún economista, por muy neoliberal que sea, puede poner en hesitación) que si el Estado tiene los fondos necesarios, mejoran ostensiblemente la Educación, la Sanidad, todos los Servicios Sociales, la Justicia (en España bajo mínimos) y el Empleo Público necesario para atender como es debido la Dependencia y el cuidado de nuestros mayores. Amén de que si hay salarios decentes mejoran y mucho la adquisición de viviendas, los alquileres, el parque móvil (el de nuestro país está en cerca de ¡once años! de media), y la proliferación de emprendedores que crean empresas de todo tipo incluyendo las de servicios. Porque donde hay ingresos fluye el crédito bancario, eso es maximalista y axiomático.

Me duele tener que reconocer algo bueno de un régimen dictatorial y, en sus principios, inhumano, pero cuando se vaciaron los pueblos (el mío tenía más de 1.200 habitantes y se quedó en, quizás, 500, pues yo era entonces un niño y no lo recuerdo bien, allá por los años 50/60 del siglo pasado) porque las tierras devastadas por la guerra incivil las compraron los ricos y la mayoría de la gente pasaba hambre por lo poco o nada que les pagaban por sus labores, comenzó el éxodo a las capitales y a otros países de Europa y la gente salió adelante -imagino que con gran sacrificio y desmedido esfuerzo- y consiguieron comprar su pequeño piso y su utilitario para volver al pueblo en verano y exhibir sus “billetes verdes”. ¿Y cómo eran las relaciones laborales por aquel entonces? Pues miren: Servidor que tuvo su primer trabajo en Madrid (ya en los años 70, poco antes de la llegada de la Plutocracia) a los seis meses fue hecho fijo (lo cual suponía que para poder rescindir mi contrato, la empresa -inglesa en este caso- me tenía que indemnizar según mis pretensiones y no por lo que ella considerara, no había despido libre ni por asomo) y al año fui ascendido de categoría porque así lo exigía la legislación laboral de entonces. Lástima que después llegara D. Felipe González Márquez y convirtiera el mundo sindical (muy poderoso al principio de los años de inicio del cambio de régimen) en un sindicalismo displicente -tras dos huelgas generales- gracias a los famosos cursos de formación que hicieron “adinerados” a muchos de los mandos sindicalistas y trajeron la ruina de los trabajadores que aún no se han recuperado del “mazazo laboral” que terminó con sus derechos para pasar a los derechos de las empresas y a la precariedad y discriminación salarial y consecuentemente de las futuras pensiones sino se ha entrado por el aro de la Banca con uno de esos planes usureros que promueven.

Dicho lo dicho, no sé qué va a pasar con la Reforma Laboral, pero dudo que se lleve a cabo su derogación tal y como la concebían los de Podemos. El pulso entre Yolanda Díaz y Nadia Von Calviño seguro que se va a decantar a favor de la neoliberal puesto que tiene el apoyo del Presidente del Gobierno que nadie duda está más, paradójicamente en un socialista, por la empresa que por los trabajadores. Me da que se va a llevar a cabo una especie de “lavado de cara” que puede traer consecuencias muy negativas para el mundo del trabajo y que los progresistas no deberían consentir. Yolanda Díaz se está jugando su futuro político en un “partido de futbol” a cara de perro. Como se deje marcar un solo “gol” por la Calviño habrá tirado por tierra todo su crédito político… y los españoles que aún soñamos con una Democracia en lugar de una Plutocracia como ahora tenemos, sufriremos sus consecuencias y tendremos que empezar de nuevo, entre otras cosas, buscando un nuevo líder o una nueva mujer “que los tenga bien puestos”.

Hay muchas razones para la derogación de la actual Reforma Laboral: Despidos más fáciles y más baratos; peores condiciones de trabajo; dar prioridad a los convenios de empresas frente a los convenios de sector; subordinación de trabajadores y abaratamiento de los costes laborales; mayor indefensión para las capas trabajadoras y marginación de sus representantes sindicales y mayor poder y control empresarial; no crea empleo, prolonga la crisis y perjudica a la mayoría; etc.; etc. Todas las razones están sobradamente publicadas y son de justicia su derogación, de ahí que el empresario tenga muchas razones para estar a favor de la reforma del 2012, tantas como las que tienen los trabajadores para estar en contra.

Cada día que pasa hay en la prensa independiente (yo la otra no la miro, salvo, excepcionalmente, algún artículo del periódico El País) algo nuevo de lo que piensan unos y otros sobre la derogación de la actual Reforma Laboral; y lo que percibo, pesimistamente, es que los socialistas nos la van a meter doblada y no van a tener el mayor escrúpulo en engañar a Yolanda Díaz o al “lucero del alba” si fuera necesario. El hecho de que haya aparecido el fantasma de D. Felipe González Márquez (ya un neoliberal convencido) acompañando y abrazando al Presidente del Gobierno no deja lugar a dudas de lo que, cuando menos, se va a intentar “meter por la puerta falsa”… como decimos los extremeños cuando vemos claro un engaño.

Si algo está muy claro, es que una mujer (actualmente muy querida por la gente que quiere justicia y progreso) puede cambiar las relaciones laborales de este país, y otra mujer (odiada por esa misma gente por su comportamiento abierto al expolio empresarial como norma principal de su quehacer y amiga de la “jefa” del Estado en la sombra, la Sra. Botín) puede, como se dice vulgarmente, “joder el invento”. Veremos qué pasa.