GUERRA DE LEYES LABORALES
“Labour law wars”, que dirían los políticos de la Junta de Andalucía y de Extremadura para mostrar sus conocimientos del “inglés andalusí” de Al-Ándalus o del “inglés castúo” de los extremeños. Horteradas -qué otra cosa sino- del modernismo de quienes han hecho, paradójicamente, de sus regiones símbolos del conformismo más neoconservador y Borbón del país.
De verdad, si alguien está en contra de los
regímenes totalitarios, ese es un servidor. Pero hasta los chinos (comunistas
aún hoy) han entendido que hay que pagar salarios decentes para que haya
consumo y las empresas puedan ser más competitivas y el Estado (recaudando
mucho más con sus impuestos indirectos) más fuerte y más poderoso. Los gringos
van por la misma senda cuando han advertido que China se les adelanta
económicamente (lo cinco primeros Bancos del mundo por capitalización bursátil
son hoy ya chinos) y en otros aspectos de la vida cotidiana, estando muy cerca
(si es que no los han sobrepasado ya) en lo tecnológico. Ya es fácil ver chinos
haciendo turismo por cualquier parte del mundo y de sus suministros dependen
millones de fábricas de muchos países que se suponen desarrollados (mayoría de
la OCDE). Les recomiendo que lean “Guerra Irrestricta” en la Wikipedia para que
vean lo que puede ocurrir con China.
A nadie se le
escapa que 1.400 millones de personas consumen mucho y necesitan de muchas viandas
para sobrevivir que sólo pueden adquirir si se les paga un salario digno. Algo
que el trasnochado neoliberalismo facha no ha sido capaz de asimilar
incomprensiblemente, pues como dijo El Roto: “Si no nos pagáis, a quién les
vais a vender lo que fabricáis”. Subir el SMI y todos los demás salarios (los
de los españoles están entre los más bajos de la UE y de la OCDE) en general
aumentan el consumo y por consiguiente el empleo y los beneficios empresariales
(último premio Nobel de Economía), además de, por ende, adicionar los impuestos
indirectos y hacer subir enormemente la recaudación del Estado. Por el
contrario, los bajos salarios desarrollan las desigualdades sociales y la
pobreza, en la que España es número uno de la UE y, como no podía ser de otra forma,
Extremadura es número uno de España (con el 44,6% de pobreza entre sus
habitantes, lo que supone que del 1.057.999 que viven aquí, 471.868 “semos
probes”). Hasta tal punto se ha adueñado la pobreza de nosotros, que tenemos ya
¡once millones de trabajadores! que a pesar de tener trabajo son pobres y están
cada día que pasa más cerca de la exclusión social. Sin contar que Oxfam
Intermon ha advertido que la pobreza puede aumentar en España en 1,1 millones a
causa de la pandemia. Así ocurre que “antes eran los pobres los que no tenían
nada; luego, los emigrantes eran los pobres; después los pobres eran los
parados; al final, los que tenían trabajo se convirtieron en pobres, pero
entonces ya era demasiado tarde, porque la pobreza se había convertido en la situación
normal”. De modo que, el que todavía pueda emigre del caciquismo criminal, de
la precariedad y la pobreza, de la injusticia, de la discriminación, del
analfabetismo socio-político, de la incultura y el subdesarrollo social,
político, económico y humano (el saldo de Extremadura -1983-2019- es mayor
pobreza y precariedad, menor prosperidad, bienestar y población residente y
corrupción ilimitada; y nada va cambiar “mientras la militancia y el
clientelismo permitan a los políticos tener razón sin tener que razonar”, que
dijo, como no, El Roto).
Por otra parte, la precariedad laboral sólo aporta
miseria y desmedida proliferación de capitalistas que -como está más que
demostrado- no contribuyen ni a la creación de empleo ni a la recaudación de impuestos,
ya que son los reyes del sistema más ofensivo de evasión fiscal. Amén de ser
una lacra para cualquier país democrático debido, reitero, a que no contribuyen
con nada al mantenimiento del Estado y de los servicios que éste tiene que
prestar, convirtiéndolo en una Plutocracia como es nuestro caso. Incluso se da
la circunstancia de que millonarios ingleses y americanos han solicitado de sus
gobiernos que les suban los impuestos, seguramente, por lo vergonzoso que les
resulta no contribuir con nada al desarrollo de los demás; o quizás sea por
temor a que algún Presidente eche mano de un nuevo “New Deal” como el de
Roosevelt y les haga pagar de un golpe todo lo que no han pagado en muchos años
de evasión fiscal y de eso que llaman en EEUU “honest graff” (corrupción
legítima), de tal modo que el 1% de la población acumula más fortuna que el 90%
gracias -en parte- al sableo estatal.
Nadie duda (ningún economista, por muy neoliberal
que sea, puede poner en hesitación) que si el Estado tiene los fondos
necesarios, mejoran ostensiblemente la Educación, la Sanidad, todos los
Servicios Sociales, la Justicia (en España bajo mínimos) y el Empleo Público
necesario para atender como es debido la Dependencia y el cuidado de nuestros
mayores. Amén de que si hay salarios decentes mejoran y mucho la adquisición de
viviendas, los alquileres, el parque móvil (el de nuestro país está en cerca de
¡once años! de media), y la proliferación de emprendedores que crean empresas
de todo tipo incluyendo las de servicios. Porque donde hay ingresos fluye el
crédito bancario, eso es maximalista y axiomático.
Me duele tener que reconocer algo bueno de un
régimen dictatorial y, en sus principios, inhumano, pero cuando se vaciaron los
pueblos (el mío tenía más de 1.200 habitantes y se quedó en, quizás, 500, pues
yo era entonces un niño y no lo recuerdo bien, allá por los años 50/60 del
siglo pasado) porque las tierras devastadas por la guerra incivil las compraron
los ricos y la mayoría de la gente pasaba hambre por lo poco o nada que les
pagaban por sus labores, comenzó el éxodo a las capitales y a otros países de
Europa y la gente salió adelante -imagino que con gran sacrificio y desmedido
esfuerzo- y consiguieron comprar su pequeño piso y su utilitario para volver al
pueblo en verano y exhibir sus “billetes verdes”. ¿Y cómo eran las relaciones
laborales por aquel entonces? Pues miren: Servidor que tuvo su primer trabajo
en Madrid (ya en los años 70, poco antes de la llegada de la Plutocracia) a los
seis meses fue hecho fijo (lo cual suponía que para poder rescindir mi
contrato, la empresa -inglesa en este caso- me tenía que indemnizar según mis
pretensiones y no por lo que ella considerara, no había despido libre ni por
asomo) y al año fui ascendido de categoría porque así lo exigía la legislación
laboral de entonces. Lástima que después llegara D. Felipe González Márquez y
convirtiera el mundo sindical (muy poderoso al principio de los años de inicio
del cambio de régimen) en un sindicalismo displicente -tras dos huelgas
generales- gracias a los famosos cursos de formación que hicieron “adinerados”
a muchos de los mandos sindicalistas y trajeron la ruina de los trabajadores
que aún no se han recuperado del “mazazo laboral” que terminó con sus derechos
para pasar a los derechos de las empresas y a la precariedad y discriminación
salarial y consecuentemente de las futuras pensiones sino se ha entrado por el
aro de la Banca con uno de esos planes usureros que promueven.
Dicho lo dicho, no sé qué va a pasar con la Reforma
Laboral, pero dudo que se lleve a cabo su derogación tal y como la concebían
los de Podemos. El pulso entre Yolanda Díaz y Nadia Von Calviño seguro que se
va a decantar a favor de la neoliberal puesto que tiene el apoyo del Presidente
del Gobierno que nadie duda está más, paradójicamente en un socialista, por la
empresa que por los trabajadores. Me da que se va a llevar a cabo una especie
de “lavado de cara” que puede traer consecuencias muy negativas para el mundo
del trabajo y que los progresistas no deberían consentir. Yolanda Díaz se está
jugando su futuro político en un “partido de futbol” a cara de perro. Como se
deje marcar un solo “gol” por la Calviño habrá tirado por tierra todo su
crédito político… y los españoles que aún soñamos con una Democracia en lugar
de una Plutocracia como ahora tenemos, sufriremos sus consecuencias y tendremos
que empezar de nuevo, entre otras cosas, buscando un nuevo líder o una nueva
mujer “que los tenga bien puestos”.
Hay muchas razones para la derogación de la actual
Reforma Laboral: Despidos más fáciles y más baratos; peores condiciones de
trabajo; dar prioridad a los convenios de empresas frente a los convenios de
sector; subordinación de trabajadores y abaratamiento de los costes laborales;
mayor indefensión para las capas trabajadoras y marginación de sus
representantes sindicales y mayor poder y control empresarial; no crea empleo,
prolonga la crisis y perjudica a la mayoría; etc.; etc. Todas las razones están
sobradamente publicadas y son de justicia su derogación, de ahí que el
empresario tenga muchas razones para estar a favor de la reforma del 2012,
tantas como las que tienen los trabajadores para estar en contra.
Cada día que pasa hay en la prensa independiente (yo
la otra no la miro, salvo, excepcionalmente, algún artículo del periódico El
País) algo nuevo de lo que piensan unos y otros sobre la derogación de la
actual Reforma Laboral; y lo que percibo, pesimistamente, es que los
socialistas nos la van a meter doblada y no van a tener el mayor escrúpulo en
engañar a Yolanda Díaz o al “lucero del alba” si fuera necesario. El hecho de
que haya aparecido el fantasma de D. Felipe González Márquez (ya un neoliberal
convencido) acompañando y abrazando al Presidente del Gobierno no deja lugar a
dudas de lo que, cuando menos, se va a intentar “meter por la puerta falsa”… como
decimos los extremeños cuando vemos claro un engaño.
Si algo está muy claro, es que una mujer
(actualmente muy querida por la gente que quiere justicia y progreso) puede
cambiar las relaciones laborales de este país, y otra mujer (odiada por esa
misma gente por su comportamiento abierto al expolio empresarial como norma
principal de su quehacer y amiga de la “jefa” del Estado en la sombra, la Sra.
Botín) puede, como se dice vulgarmente, “joder el invento”. Veremos qué pasa.
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