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lunes, 13 de diciembre de 2021

13/12/2021 - ROBAR NIÑOS

 ROBAR NIÑOS

Como cada año por estas fechas, suelo escribir unos párrafos haciendo hincapié en algo relacionado con la Navidad. Este año me voy a centrar sólo en los niños. Pero no en esos niños que disfrutan tanto con los alumbrados millonarios de las ciudades (a costa de los sufridos contribuyentes que ven como lo “superfluo” se antepone a las necesidades sanitarias y educativas cada vez más precarias) y con los juguetes de papá Noé o de los reyes magos. No, en ellos no, porque son unos privilegiados que pueden disfrutar con sus padres y madres biológicos y, a su vez, esos padres y madres pueden disfrutar de ver crecer a esos niños sanos y fuertes. Y no voy a entrar en la pobreza que sufren tantos y tantos miles de niños -en España, por cierto, escandalosa- que, desgraciadamente, emulan a ese Jesús de los cristianos que nació pobre y vivió pobre, y que nunca podrán gozar de esos bienes materiales que de pequeño tanto ilusionan y que estas fechas se conmemoran.

Tengo una nieta con tres años recién cumplidos que es una niña encantadora -como la mayoría de los niños y niñas de esa edad y mayores, obviamente- con unos pelos erizados que dan señal de la clase que, cuando sea mayor, va a poseer. Es una niña fuerte física e intelectualmente, que maneja su móvil con mayor agilidad que el abuelo que suscribe estas letras, que da las gracias cuando te pide algo y se lo das (quién me lo iba a decir a mí que soy de la generación del descontento generalizado que no conoció eso de dar las gracias hasta ya muy mayor y no en todos los casos), que lo hace casi todo de manera autónoma y que adora a sus padres (especialmente a su padre, seguramente, porque está menos tiempo con ella) y que tiene en un pedestal -como antiguamente se decía- a sus abuelos que no escatiman nada para hacerla feliz.

Dicho esto último, a modo de referencia general, se me pone el pelo como a mi nieta cuando leo que durante el régimen de Franco, esas novicias que tanto quieren a Jesús y que viven para Él y por Él rezando la mayor parte de su tiempo y consagrando su vida en hacer que la de otros sea más llevadera, se dedicaban a ROBAR NIÑOS en los hospitales para los ricos y señoritos que no podían perder el tiempo procreando (sobre todo las mujeres, por aquello de perder algo de su físico y la belleza de sus cuerpos tras un parto peligroso a veces, y muchos maridos que, cómo ahora se ha dejado entrever con el Caudillo, eran estériles). ¿Se imaginan lo que pensarían esas madres cuando se les comunicaba que sus hijos no habían venido al mundo sin darles ninguna explicación convincente que no fuera que habían nacido muertos? ¿Se imaginan a esos padres esperando la inmensa alegría que supone tener un hijo -quizás la mayor que existe- cuando se les decía que no eran padres todavía, en muchos casos sabiendo cómo funcionaba el percal y la interdicción hospitalaria al respecto? Es algo tan inhumano, que cuesta aplicarle un adjetivo que lo defina literalmente. Quizás alguno de estos pueda hacer que se imaginen -que nos imaginemos- lo degenerado de ese tipo de cosas en personas que dicen vivir para los demás superando con creces -que ya es difícil de superar- la pederastia en los varones religiosos por lo cual ha tenido que pedir perdón el mismísimo Papa: Cruel, brutal, sanguinario, atroz, fiero, impío, desalmado, monstruoso, sangriento, carnicero, encarnizado, empedernido, perturbado, salvaje, inhospitalario, rencoroso, encolerizado, bárbaro, incivil, despiadado, intransigente, perverso, vengativo…, etc., etc.

Vivimos uno tiempos difíciles por culpa de una Monarquía Parlamentaria que no es otra cosa que una real plutocleptocracia política; pero, afortunadamente, ningún matrimonio ni ninguna madre puede temer que le ocurra con un hijo que se lo ROBEN en un hospital. Y ese famoso chiste del médico al que se le cae el niño recién nacido y se mata y dice a la madre: “Hay que ver lo que se escurren los niños que nacen muertos”, ya no es de recibo en ningún hospital ni clínica del país. En España, se roba mucho -más de lo inimaginable- pero, afortunadamente, no se roban niños en ningún hospital y mucho menos por ninguna monja o cualquiera del clero a pesar de los pesares. Los niños nacen con todas las garantías…, afortunadamente. Lo pude comprobar “in situ” cuando nació mi nieta.

Los padres y los abuelos podemos celebrar -incluso con sus carencias propias de la época- la Navidad en familia y en paz. Lástima que no lo puedan hacer tantos miles y miles de niños que la avaricia del mundo tiene sin pan y a los que hay que añadir por la pandemia los que se encuentren entre esos 500 millones más de pobres.

Feliz Navidad y un año nuevo sin pandemia, aunque cueste creerlo.

jueves, 2 de diciembre de 2021

02/12/2021 - EMIGRANTES

 EMIGRANTES

Con este escrito quiero despedir el maléfico año 2021. Aunque lo del Covid haya mejorado con respecto a los dos años anteriores, y aún a pesar de que sigue muriendo gente por culpa de esa maldita pandemia y no sabemos lo que nos depararán las nuevas mutaciones “murciélagos” que se van sucediendo. Y, desde luego, no obstante, debido a la subida de precios de los servicios (especial y bochornosamente, el recibo de la luz) y de la cesta de la compra que se han disparado sin que el Gobierno sepa cómo va a arreglar lo del IPC para las pensiones y no se atreva a articular palabra sobre esa derogación de la Reforma Laboral del 2012 (obra habilitada, como no podía ser de otra forma, del Partido Popular) que mantiene las escandalosas ganancias del mundo empresarial y los bajos salarios creando miles y miles de nuevos pobres aún a pesar de tener trabajo (ya vamos por nada menos que ¡once millones!, lo que convierte a un “mileurista” en un privilegiado). 

Este escrito -acostumbro hacer alguno por la navidad para “denunciar” las ignominias que el mundo comete siempre contra los mismos- lo quiero dedicar a los EMIGRANTES. Sí, con mayúsculas, porque lo que está pasando no es en absoluto de recibo. Y no me voy a centrar en los que se juegan la vida en el mar Mediterráneo, en el Océano Atlántico, en el Canal de la Mancha, entre Bielorrusia y Polonia, entre Rusia y Ucrania y…, en casi todos los países de Centro América y Sudamérica (con Cuba, Venezuela, Ecuador y Colombia -la de D. Felipe González con miles de asesinatos de líderes sociales- a la cabeza)  en tantos sitios de Asia y en muchos otros mares para intentar salir de la pobreza, cuándo no, de la hambruna o las guerras que asolan sus países de origen, porque ya está dicho todo y expresada la maldad de los gobernantes que se regodean en sus sillones sin mover un dedo sabiendo que sus respectivos Estados (Francia, Italia, El Reino Unido, Alemania, Bélgica, Países Bajos, USA, España, etc., etc.) son los culpables -mediante la explotación y sustracción de la mayoría de los recursos minerales y de todo tipo de los países de  donde provienen las migraciones- de rechazar a estos a los que antes robaron sus tierra y todo lo que era suyo, destacando el oro de Centro América y Sudamérica y los ¡ocho Estados! que los gringos quitaron a México (lo que hace pensar a muchos mejicanos que son, como cantan “Los Tigres del Norte”, invasores en su país).

Hoy quiero hablar humildemente (con la ayuda de algún artículo de la prensa libre) de los EMIGRANTES que tienen que salir de sus países -los más desarrollados del mundo- para buscarse la vida mientras una gran plebe de clientelistas de los partidos políticos gracias a su voto cautivo viven en sus hábitat sin el mayor problema. Es mucha la gente que ha tenido que salir de su país al grito de: “me voy de esta mierda de país”, caso de un familiar muy directo de un servidor al que, como a tantos otros, alguna mafia les robó sus pequeños negocios, su futuro y sus humildes haciendas. Sólo de Extremadura han tenido que emigrar (o inmigrar en el mejor de los casos) en los últimos años la friolera de ¡21.000 jóvenes! Constituyendo el mayor ejemplo de la “España vaciada” sin que los políticos (con los socialistas a la cabeza gobernando más de treinta años y viéndolas venir con sus escandalosos salarios sin mover un dedo) sepan qué camino tomar después de tanto tiempo durmiendo “la siesta” y tras haber desmantelado el Estado con las múltiples privatizaciones para garantizarse una vejez millonaria a través de las famosas “puertas giratorias”.

En el año 2019 (concretamente el 17 de julio) escribí, y alguna prensa libre me lo publicó, un escrito sobre migración, emigración e inmigración, para mayormente aclarar estos tres términos. Hoy quiero transcribirles, a modo de recordatorio, sólo unos párrafos de ese escrito por la referencia que hace de lo que aquí estoy tratando:

Las migraciones son algo común de todas las épocas, sino cómo se explica que haya dos millones de españoles -y gente de todos los rincones del mundo- en otros países ya afincados desde hace muchos años. Las causas económicas y sociales actuales en África no tienen discusión posible, y no creo que nadie ponga en duda que gran parte de este Continente ha sido expoliada durante siglos por los holandeses, belgas, y muy especialmente, por los ingleses y franceses además de los españoles. Ahora no nos queda otra que admitirlos sin rechistar puesto que les hemos robado lo que era suyo y lo que les hubiera supuesto un mejor desarrollo y poca o ninguna migración”.

Así pues, “lo de emigrar no hace falta mucha aclaración: son personas que salen de sus países por motivos de las situaciones económicas y sociales como consecuencias de la mala política o de algún pos-enfrentamiento civil. Así nos ocurrió a los españoles tras nuestra guerra incivil y en los años 60 cuando muchos tuvieron que emigrar a Alemania sobre todo, o a Suiza y a otros países de medio mundo: El Régimen no daba para vivir y hubo que dejar la familia, los amigos y a los compañeros -con lo que eso duele- y salir del país en busca de un futuro un poco más halagüeño. Somos pues un país de emigrantes, lo que significa que tenemos que mirar con los ojos abiertos del todo a muchos de los que llegan buscando una vida mejor, no sólo a futbolistas y faranduleros o esos señoritos que por comprarse una casa se les concede sin más la nacionalidad y luego nos encontramos con un gran aumento de las mafias de todo tipo, como, por cierto, ya está ocurriendo en las zonas costeras sobre todo”.

“No hay derecho y es ignominioso que, mientras las raleas políticas se ponen las botas con sueldazos y robando a manos llenas (¡55.000 millones de €/año de corrupción política, más otros tantos de despilfarro y unos ¡90.000 millones! de fraude fiscal y sin contar los muchos miles de la economía sumergida), muchos españoles, jóvenes en su mayoría, hayan tenido que salir de sus CCAA (cuando no de España) y habituarse a vivir en otras, con lo que eso significa, por culpa del político de turno que, por las comisiones correspondientes previsiblemente, protege a empresarios ilegales y corruptos que los querían explotar, cuando no esclavizar”. Y terminaba mi escrito así: “El que todavía pueda, emigre del caciquismo criminal, de la precariedad y la pobreza, de la injusticia, de la discriminación, del analfabetismo socio político, de la incultura y el subdesarrollo social, político, económico y humano. Antes de que ocurra lo que dijo, quiero recordar, Bertolt Brecht: “Antes eran los pobres los que no tenían nada; luego, los emigrantes eran los pobres; después los pobres eran los parados; al final los que tenían trabajo se convirtieron en pobres, pero entonces ya era tarde, porque la pobreza se había convertido en la situación normal”.

Para terminar, quiero añadir unos apuntes periodísticos sobre el tema que creo merece la pena conocer, y aunque ya mucha gente los habrá leído, no viene mal un recordatorio por lo interesante del tema que se ha convertido en un verdadero éxodo mundial.

“El Gobierno no logra traer a España el talento “fugado”, el número de expatriados aumenta sólo un 7% en tres años, señala un titular. Y continua: al uno de enero de 2021 la población residente en el extranjero ascendía a 2.654.720 personas, según datos del INE, la mayoría repartido entre el continente americano y Europa. Un plan de retorno a España en julio de 2019 que se prolongó hasta 2020, solo consiguió que un 30% de los participantes lograra volver”.

“Más de un millón de jóvenes están desempleados en España”. ¿Se tendrán que ir la mayoría fuera? O mucho cambia esto (bajos salarios y explotación rozando la esclavitud) o con seguridad tendrán que emigrar, ello suponiendo que les quede tiempo… por la edad.

“En el año 2009 había millón y medio de personas viviendo en el extranjero, concretamente 1.471.691 tal como reflejan los datos del INE, y cinco años después, en 2014, esa cifra superó los dos millones situándose en 2.058.048 personas”. “El fenómeno, popularmente conocido como “fuga de cerebros” llegó a ser celebrado por el entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que abogó por “llevar el talento y el conocimiento donde sea excedente hacia donde sea deficitario” durante una cumbre Iberoamericana (para “talento” el suyo, ¿no?). Su ministra de empleo (la de la Reforma Laboral del 2012), Fátima Bañez, lo calificó como “movilidad exterior” y defendió que medidas como la reforma laboral atraerían el “talento fugado” (en un gran alarde del optimismo del “aborregado”). Algo que resulta, con perdón por la falta de respeto si la hay, irrisorio. En el año 2018, después de que Pedro Sánchez llegara al Gobierno, éste se comprometió a repatriar a los españoles que se fueron durante la última gran crisis económica. Pero esa labor recayó en la Secretaría de Estado de Migraciones, entonces dependiente del Ministerio de Trabajo que pilotaba la extremeña (lástima… Ministerio) Magdalena Valerio (a la que un servidor puso el mote de “Toro Sentado” por su peculiar manera de pintarse la cara). Sin embargo esta fuga, como era previsible, no se ha frenado. A 1 de enero de 2021 la población española residente en el extranjero ascendía a 2.654.720 personas según datos del INE. Es decir, en tres años la población emigrada ha aumentado un 6,92%.”

Para no cansar demasiado, no les voy a dar los datos de los españoles que viven en cada país de Europa o América o Asia y África, pero si conviene que sepan que donde más españoles hay emigrados es en el continente americano (donde Argentina se lleva la palma) seguido de Europa con Francia a la cabeza por delante de Alemania y Reino Unido.

Resumiendo: España es un país de emigrantes y eso supone que tenemos la obligación y la decencia de que no ocurra a los que llegan eso que dijo en una de sus célebres viñetas El Roto: “Se alegran cuando llegan porque no saben a dónde han venido”. Y, termino: Me estomagan, cuando leo algo de emigración, las opiniones y las declaraciones de esos miserables y estúpidos de Vox, especialmente referidas a los llamados Menas. Tan miserables y estúpidas son sus manifestaciones cuando más de uno de sus dirigentes es emigrante puesto que no nacieron en esa España de tambores y panderetas que ellos tanto defienden. Está más que claro que este país tiene que mejorar mucho, sobre todo, llevando a cabo la comprometida derogación de la Reforma Laboral de la Sra. Fátima Bañez, para que el empleo sea un poco más digno y para que muchos de nuestros seres queridos puedan volver a trabajar entre nosotros con la dignidad que se merecen tras un largo “exilio laboral” por causas de los recortes y de las malas praxis del mundo empresarial español. No puede ser que el empresariado diga que “necesita una alternativa a lo que hay que sea igual a lo que hay” (El Roto). El trabajador se merece algo mejor de lo que hay, y punto. Que no obliguen a los pobres y a los trabajadores a hacerse cargo por la fuerza de los medios de producción “plagiando”, en moderno, “La Revolución Francesa”. Porque, ¡sería terrible!

Y, por favor, que nadie tenga que volver a oír, como un servidor de uno de sus seres más queridos, eso de: “¡Me voy de este país de mierda!”     

Feliz navidad y próspero año nuevo a todos, y, muy especialmente, a los que han tenido que emigrar para tener una vida más digna y un futuro mejor.