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miércoles, 23 de marzo de 2022

23/03/2022 - EL "PROBE" MIGUEL Y ELLOS

 EL “PROBE” MIGUEL Y ELLOS

En octubre de 2009 (tenía entonces 13 años menos que ahora, o sea 60 julios) me gustó Triana Pura y su canción “El Probe Miguel” y escribí esta pieza que ahora les voy a reeditar para que vean lo poco o nada que ha cambiado todo en este país maravilloso que se llama -todavía- España después de más de una década. Y digo todavía, porque pronto, si no se pone algún remedio a la tontuna imperante de decirlo todo en inglés, se llamará “spain” (pronunciado “spein”, según parece, o quizás “spin”, no lo sé; en cualquier caso lo mismo me da que me da lo mismo, la horterada se habrá arraigado y la RAE lo tendrá que aceptar para que no se enfaden gente como Toni Cantó o las consejeras de educación de Andalucía y Extremadura o esa “simplona”, Ayuso, que desgobierna en Madrid…por citar algunos casos). Por cierto, lo del gobierno de Madrid -con su presidenta al frente- negando que existan pobres en esa Comunidad clama al cielo. ¿No habrán visto estos cuatro “oligarquillos de poca monta” las colas del hambre en muchos pueblos del Sur de Madrid? Bueno, al fin y al cabo, ellos sólo “pasean” por Serrano y Pozuelo de Alarcón, lo cual significa que como viva la gente en Aluche, por ejemplo, les trae al fresco.

Les pido que me disculpen por las reediciones, que, ciertamente, es una forma de apuntarse un escrito más un poco por la cara, pero es que cuando uno relee algunos de sus escritos cae en la cuenta de que hay poca o nula diferencia de lo que se dijo entonces con lo que está aconteciendo hoy. Vean sino (música aparte):

/Que le estará pasando al probe Miguel/

/Que jace mucho tiempo que no sale…

/Lá, laran, larala…, lá, laran, lará/

¿La recuerdan? ¡Santo cielo!, la música…, hasta la de esta canción es maravillosa.

Pero no, no es de canciones -uno tiene un oído enfrente del otro- de lo que quiero tratar en este respetuoso escrito, sino de todos los pobres, ya sean Miguel, Juan, Pedro, Tomás, Enrique o Ángel y Juan Gabriel, pongamos por caso, que viven -que vivimos- en este País, algo así como un 20% y ¡subiendo! (el 40% en Extremadura y, previsiblemente, ¡sin freno ni siquiera de zapata!); y, claro, de los que deberían hacer las cosas de otra forma para que no sucediera así, para que no lo fuéramos.

Muy especialmente -en buena lógica- esa izquierda a la que siempre consideramos vinculada a los menos pudientes, pero que ahora ha perdido el alma y gobierna para favorecer a los que más tienen; algo que, seguramente, hacen porque entre esos están ya ellos, corrompidos por el poder y unos salarios desmesurados para su pobre servicio a la sociedad o, como estamos viendo en el día a día y eso ya es peor, gracias a los fraudes encubiertos por una política bribona y digna de los dictadores más perversos que ha dado la historia.

 No hay nada más que ver cómo todos los ricachos y algunos que no lo son tanto ocultan a la Hacienda pública un 25% del PIB -entre otras escrupulosidades- y, según los Inspectores de ésta, eso supone que se dejan de ingresar nada menos que 70.000 millones de €, siete veces más de lo que ahora se quiere sacar a los gentiles de siempre, como no puede ser de otra forma, a través de las nóminas y del IVA (dinero blanco).

En este País se está consiguiendo, por tanto, sin el más primario recelo, que la dual incongruencia derecha-izquierda ya no lo sea por mor del embaucamiento. Y que los políticos de ambos bandos acaben por tener intereses de clase comunes dado que todos ellos forman parte del “establishment”, del sistema de privilegios. Contra el que, dicho sea de paso, debería luchar la izquierda en nombre de la igualdad social. Si la que gobierna lo fuera, pero, por malandanza, no lo es.

Mas, si por el título pudiera pensarse que trato de mofarme (jamás lo he hecho de nadie) y por este inicio de ser lo más fustigador posible con los Gobernantes, pues…, lo segundo quizás.

Cualquier Gobierno de cualquiera de las Naciones se merece mis comedimientos y, por descontado, mucho más el de un Estado que es el mío; lo que pasa es que servidor piensa (perdón si no debiera) que se está produciendo un injusto desencuentro entre quienes rigen los destinos del País y quienes son manejados. Ya que, nos asiste un Gobierno ordinario, de trápalas, sin principios, envilecido, descarriado…, un Gobierno que, como ya referí en otro escrito, dicta medidas universales cuando hace falta rédito electoral y luego no -para los Obreros no-; que no se conforma con recompensar Bancos abusivos y opacos (entre los que más del mundo); que emplea cualquier triquiñuela para que la Justicia sólo castigue a los más desfavorecidos y absuelva a políticos, empresarios, capitostes, etc.; que obliga a que Hacienda recaude de las rentas del trabajo y deje fuera las grandes fortunas y no investigue el capital; que trata por todos los medios de manipular la Educación; que tiene el Estado (y no digamos ya las CCAA) atiborrado de asesores y altos cargos innecesarios; que…

 Ocurre por consiguiente, así lo veo, que caminamos con paso poco firme -dando tumbos- hacia el progreso, una forma de no llegar nunca; y con gran decisión hacia la anarquía, la corrupción pública generalizada (si no hemos llegado ya a ella, que pudiera), el despilfarro institucional y, en consecuencia, el caos económico. Vamos, que si no se cambia pronto el rumbo -que dudo se haga-, nos dirigimos directamente al precipicio social.

España estará -si no se cambia, reitero- en un corto plazo de tiempo dividida en dos:

Una, la del “probe Miguel”, el 50% de sus ciudadanos, sumida en la pobreza y viviendo con menos del 60% del salario medio, con un alto porcentaje -quizás la mitad de estos- en la sección extrema de ella, con menos de un euro al día (localizados mayoritariamente en las regiones “socialistas” de Castilla la Mancha, Andalucía y, cómo no, Extremadura).

Y la otra, el restante 50%, la “desarrollada”, en la que más de las tres cuartas partes tendrán unos ingresos brutos anuales de 13.400 € a lo sumo, los mileuristas, que del 2.006 al 2.009 han aumentado de 11 a 18,3 millones; lo que revela, axiomáticamente, que la empresa española, liderada por Díaz Ferrán (el gran Sr. de los ERE y precursor del despido libre que -lo vimos todos los que lo vimos- hizo el indio y salió desquiciado y apresuradamente, sin convencer a nadie, de esa pantomima televisiva de las preguntas de los ciudadanos de todas las regiones, excepto de Extremadura, que no cuenta ni para las sin-sustanciales maniobras manipulativas de la propaganda gubernamental), no sólo es la que menos atención presta a la I+D+I, sino la más ruin, explotadora, engañosa al hablar de cotizaciones sociales y salarios, y, no hay que olvidarlo, la que más subvenciones estatales recibe y la única entre los Países desarrollados que prefiere “regalar viajes” a contribuir a la Hacienda pública, dando lugar a que, en el impuesto de sociedades (ese que tanto piden que se rebaje para crear empleo, -¡puf!-), de lo que se paga a lo que se debería pagar hay una diferencia de más de cinco puntos. Y el resto, la parte “desarrollada” que queda, con la clase media reducida a la mínima expresión, formando parte de la opulencia política, empresarial y del arte y los deportistas de élite, con ingresos ciclópeos e incitadores a la rebelión social.

Rebelión, por otra parte, que se producirá cuando las clases políticas (entre ellas las de “los que no han ido a la escuela”, caso de algunos ministros actuales como el Sr. Blanco que -lo vimos en 59 segundos- se pisa el morro y aprovecha cualquier comparecencia televisiva para deleitar con un ejercicio inconmensurable de “demagogia del alacrán”), ahora enmascaradas en la izquierda, pierdan las elecciones en sucesivas ocasiones (tres, tal vez), por sus parciales maneras de ver las desigualdades, y perciban restringidos sus emolumentos teniendo que volver al sitio del que nunca debieron salir.

Aparecerá el sindicalismo displicente (el grado de empecinamiento, sectarismo y obcecación de los líderes de CCOO y UGT ha llegado hasta el extremo de que están amenazando con una huelga general contra la empresa, pero, ¡ojo! a favor del Gobierno) y la calle será una auténtica asonada…, lo que debería ser ahora con motivo de la subida de impuestos, los bajos salarios y la indecencia política rampante si tuvieran un mínimo de honestidad social.

Y cuando esto ocurra, que llegará, ELLOS saldrán corriendo con el fruto de la rapiña y el resto de la población seguirá una buena temporada, si logra preservar el pellejo, haciendo sonar… y bueno el ¿cántico?:

/Que le estará pasando al probe Miguel/

/Que jace mucho tiempo que no sale/

/Lan, larán, larala- lan, larán, la, lá/

Y termino, ¿no me dirán que este escrito, después de ¡trece años! nada menos, no se podría escribir ahora sin corregir una sola coma? Pues eso…por desgracia para los de siempre.

domingo, 13 de marzo de 2022

13/03/2022 - EL EQUILIBRIO (Y II)

 EL EQUILIBRIO (Y II)

Ya sé que de lo que escribe hoy todo el mundo es de la guerra de Ucrania y Rusia, pero no conviene olvidar que cuando se habla de patrimonio y de renta también se está librando una guerra en la que millones de personas se empobrecen –en muchos casos, más de lo que aún están- y sufren las desigualdades sociales de todo tipo. Millones de niños mueren a diario -más que en la guerra de rusos y ucranianos- por falta de alimentación y de atención médica. Y millones de ancianos han sucumbido a la pandemia por falta de atención médica sin que ello haya importado mucho a esas grandes potencias económicas (EEUU, Reino Unido, Francia, China, Italia e incluso España y alguna que otra más como, por ejemplo Corea del Sur y Japón), al revés, pues se han quitado de encima parte del problema de cubrir las pensiones debido al gran envejecimiento de la población mundial (con España a la cabeza donde el 44% de su población tienen más de 50 años). La guerra, como todas las guerras, tiene un motivo económico por encima de lo que pueda significar que el armamento de unos y otros haga peligrar su integridad territorial. Con motivo de esta entre rusos y ucranianos, estamos pagando ya el pato países como España donde pronto no habrá que hacer mucho caso a ese Borrell (borreguil) ni a esa Sra. del Banco Santander que gana casi un millón de euros mensuales con la usura de su Banco (uno de los de mayor rapiña del mundo) porque no podremos permitirnos encender la calefacción ni uno ni ningún grado menos (los que la tengan, porque más de media España carecemos de la misma), ni encender la luz, ni desplazarnos a ver a nuestros familiares (personalmente tendré que hacer los 320 Kilómetro que hay de Castuera a Badajoz -ida y vuelta- a pie para poder ver a mi nietas y a sus padres), ni disfrutar de una fruta para el postre de un simple cocido o unas judías estofadas o lentejas lavadas como decían en la guerra incivil española. Me dan más miedo el representante máximo de la UE, el Sr. Borrell (y la Sra. Botín), que los propios rusos o ucranianos, porque Borrell siendo el más alto cargo de la diplomacia se dedica a pedir que se envíen más armas para que la gente se siga matando (los que han tenido las agallas de quedarse allí para combatir y los “chavales” rusos que se han visto involucrados en una guerra que no le hace mucha gana aunque su máximo exponente de la oligarquía se lo quiera vender como algo esencial para la patria, que es, en realidad, algo para duplicar sus dividendos y los de los otros oligarcas que lo secundan a pie juntillo). Lo de Borrell es de juzgado de guardia, cómo no le importa en absoluto que muera la gente con tal de favorecer al gringo que con el gas licuado se está poniendo las botas y le importan un bledo, no sólo los muertos, sino los millones de personas que se está viendo obligadas dejarlo todo (familia, esposos, enseres, sus ahorros de toda una vida sacrificada para tener algo, etc., etc.) para sobrevivir en un país lejano de acogida. Como dijo Anguita: “malditas las guerras y quienes las crean”, y para colmo, con individuos que con 30.000 € al mes, piden a la población sacrificios económicos para poderlas financiar en lugar de luchar a muerte por un arreglo diplomático que, lo diga quien lo diga, es factible incluso en las peores condiciones, que, por cierto, no es el caso, puesto que rusos y ucranianos (aunque entre estos no esté claro quiénes forman su gobierno, con, al parecer, nazis en el mismo) incluso hablan la misma lengua en su mayoría y sólo tienen unas “pequeñas” diferencias en cuanto a zonas territoriales se refiere, en casos prorrusas y en caso proucranianas que han deparado desde el año 2014, según se dice, más de 8.000 muertos y miles de sufridores del conflicto. En fin…

Aquí estamos de nuevo para seguir -ya como final- con el equilibrio que debe haber entre empresas y trabajadores para una salida honrosa de todos en el devenir de cada día y que no se generen esas abrumadoras diferencias actuales a la hora de valorar lo que hacen unos y otros, especialmente, en lo que a medios de vida con dignidad se merecen los segundos. Siempre en la creencia de que sin empresas no hay trabajo, pero que en el sentido inverso -sin trabajadores no hay empresas- tampoco puede haber la producción necesaria para la vida de todos. Y, antes de seguir con las excepcionales explicaciones de Thomas Piketty, quisiera decir simplemente que no se puede hacer una sociedad medianamente justa con los “parámetros” que la empresa española (igual me da la pequeña, la mediana o la grande) tiene por religión y que, por desgracia, debido a un sindicalismo convertido en displicente por un político que, para colmo, es muy valorado por la sociedad, D. Felipe González Márquez, es aceptada por las nuevas generaciones como único baluarte para su desigual vivir. Dicho en pocas palabras, como único refugio para no caer en la pobreza más severa y mantenerse en la pobreza relativa como principio del “menos es nada” que ciertos grupos políticos propugnan.

Decía Piketty en su apartado sobre “La fiscalidad progresiva sobre la propiedad y la circulación de capital”, siguiendo donde nos habíamos quedado en la primera parte: Para evitar una concentración excesiva del capital, los impuestos progresivos sobre las sucesiones y la renta deben seguir desempeñando en el futuro el papel que desempeñaron durante el siglo XX, con tasas que durante décadas alcanzaron o superaron el 70-90 por ciento en la parte más alta de la distribución de la renta y la riqueza (particularmente en Estados Unidos y el Reino Unido). Con la perspectiva que da el tiempo, aquellas décadas se presentan hoy ante nosotros como el período de mayor crecimiento jamás observado. Sin embargo, la experiencia histórica indica que estos dos impuestos no son suficientes y que deben complementarse con un impuesto progresivo sobre el patrimonio, herramienta central para garantizar una verdadera circulación del capital.

Existen varios motivos para ello. Por una parte, en comparación con el impuesto sobre la renta, el impuesto sobre el patrimonio es menos manipulable, especialmente en el caso de las grandes fortunas, cuyas rentas en sentido fiscal representan a menudo una insignificante fracción del patrimonio, mientras que la mayor parte de las rentas en sentido económico se acumulan en holdings familiares y otras estructuras específicas. Si nos limitamos a aplicar un impuesto progresivo sobre la renta, entonces, de forma casi automática, los grandes patrimonios pagan impuestos minúsculos en proporción a su riqueza.

Por otra parte, el patrimonio constituye en sí mismo un indicador de la capacidad de pago del contribuyente. En este sentido, es tan pertinente, o más, que la renta anual, que puede variar por todo tipo de razones que no tienen necesariamente un impacto en el importe de un impuesto que se diga justo (o que no son las únicas que deben tenerse en cuenta). Si un propietario posee importantes activos, en forma de casas, edificios, almacenes, y fábricas, de los cuales no obtiene ningún ingreso significativo, por ejemplo porque los reserva para su propio uso, esto no debería bastar para eximirlo de todo impuesto, al contrario. De hecho, en todos los países en los que existe un impuesto sobre el patrimonio inmobiliario (ya sean viviendas, oficinas o bienes profesionales de cualquier tipo), como sucede con la property tax en Estados Unidos o con la taxe foncière en Francia, nadie consideraría  la posibilidad de eximir del impuesto a los grandes propietarios (personas físicas o jurídicas) sólo porque no perciban rentas algunas de los mismos.

Conviene añadir que, en comparación con el impuesto progresivo de sucesiones, que también es una forma de impuesto a la propiedad, la ventaja del impuesto sobre el patrimonio es que se adapta mucho más rápido a la evolución de la riqueza y de la capacidad de pago del contribuyente. Por ejemplo, no vamos a esperar a que Mark Zuckerberg o Jeff Bezos cumplan noventa años y transfieran su riqueza para empezar a cobrarle impuestos.  Por construcción, el impuesto de sucesiones no es una buena herramienta para someter a contribución a las fortunas d reciente creación. Para eso se requiere el uso de un impuesto anual sobre el patrimonio, especialmente en un mundo en el que la esperanza de vida aumenta considerablemente. Nótese también que los impuestos sobre bienes inmuebles que se aplican actualmente (la property tax o la taxe foncière), a pesar de todas sus limitaciones, siempre han permitido recaudar ingresos mucho más importantes que el impuesto de sucesiones. Han sido, además, mucho menos impopulares que este último. Resulta sorprendente observar cómo, en general, el impuesto sobre sucesiones aparece en todas las encuestas como uno de los más impopulares, mientras que los impuestos sobre el patrimonio y la renta son relativamente bien aceptados, y el impuesto progresivo sobre la fortuna (el ISF en Francia o la milionaire tax en Estados Unidos) es acogido con éxito. En otras palabras, los contribuyentes prefieren pagar un impuesto en torno al 1 o 2 por ciento anual sobre el valor de sus propiedades durante décadas, en lugar de tener que pagar el 20 o 30 por ciento en el momento en que el patrimonio se transfiere.

Y sigue Thomas Piketty con otro punto del capítulo 17 denominado: “El tríptico de la fiscalidad progresiva: propiedad, herencia, renta”. El sistema tributario de una sociedad justa debería estar basado en tres grandes impuestos progresivos: un impuesto anual progresivo sobre la propiedad, un impuesto progresivo sobre las herencias y un impuesto progresivo sobre la renta. El impuesto anual sobre la propiedad y el impuesto sobre sucesiones aportarían (conjuntamente) ingresos equivalentes al 5 por ciento de la renta nacional aproximadamente (en donde cerca del 4 por ciento corresponde al impuesto anual sobre la propiedad y el 1 por ciento restante al impuesto de sucesiones), que se utilizaría en su totalidad para financiar la dotación de capital. El impuesto progresivo sobe la renta, en el que también hemos incluido las cotizaciones sociales y un impuesto progresivo sobre las emisiones de carbono, aportaría en torno al 45 por ciento de la renta nacional y permitiría financiar el resto del gasto público, en particular la renta básica y, sobre todo, el Estado social (incluido el sistema sanitario y educativo, los regímenes de pensiones, etc. sin tocar los impuestos indirectos -como el IVA- que son extremadamente regresivos y deben ser reemplazados por impuestos progresivos sobre la propiedad, la herencia y la renta). En concreto, con unos ingresos  en torno al 5 por ciento de la renta nacional procedente de los impuestos sobre la propiedad y las herencias, sería posible financiar una dotación a cada persona de 25 años de edad equivalente al 60 por ciento del patrimonio medio por adulto.

Después habla Piketty en su libro, “Capital e Ideología”, sobre la Transparencia patrimonial en un solo país, pero no voy a cansarles nada más que con un último punto sobre “Renta básica y salario justo: el papel del impuesto progresivo sobre la renta”, aunque, eso sí, recomendándoles que lean su libro que es muy interesante desde principio al final. Y dice en este punto: Una versión relativamente ambiciosa de la renta básica podría consistir en la introducción de una renta mínima equivalente al 60 por ciento de la renta media después de impuestos para quienes carezcan de otros recursos. El importe de esta renta mínima sería decreciente con respecto al nivel de ingresos del perceptor y cubriría alrededor del 30 por ciento de la población, con un coste total aproximado equivalente al 5 por ciento de la renta nacional. Añadiendo (sin olvidar que son resúmenes de todos los puntos tratados del capítulo de un servidor) que una sociedad justa debe basarse en una lógica de acceso universal a los bienes fundamentales: la salud, la educación, el empleo, las relaciones salariales y los salarios diferidos (para las personas mayores -en forma de pensiones de jubilación- y para los que no tienen trabajo -en forma de prestaciones de desempleo-). La ambición debe  ser la de una sociedad basada en una remuneración justa del trabajo. Y la renta básica puede contribuir a ello, mejorando ingresos de la personas con salarios demasiado bajos. Se trata, sobre todo, del sistema educativo. Para que todo el mundo tenga la oportunidad de acceder a un trabajo bien remunerado, debemos dejar atrás la hipocresía de invertir más recursos en los itinerarios elitistas que en los itinerarios de estudios que más frecuentan los estudiantes socialmente desfavorecidos. También se trata del derecho laboral y, en general, del sistema jurídico. Las negociaciones salariales, el salario mínimo, las escalas salariales y el reparto de los derechos de voto entre los representantes de los trabajadores y los accionistas pueden contribuir al establecimiento de salarios más justos, así como a una mejor distribución del poder económico  y a una mayor implicación de los trabajadores en la estrategia empresarial. Se trata también del sistema fiscal. Además del impuesto progresivo sobre la propiedad y de la dotación de capital, que promueve la participación de los trabajadores, conviene no olvidar que el impuesto progresivo sobre la renta contribuye al establecimiento de salarios más justos mediante la reducción de las diferencias de renta propias de una sociedad justa. En concreto, la experiencia histórica muestra que los tipos marginales del orden del 70-90 por ciento sobre las rentas más altas han permitido poner fin a remuneraciones astronómicas e innecesarias, en beneficio, sobre todo, de los salarios más bajos y de la eficiencia económica y social del conjunto. Cabe recordar que, en ausencia de estos sistemas públicos, los trabajadores en cuestión tendrían que afrontar importantes pagos a fondos de pensiones y seguros médicos privados que, en la práctica, pueden resultar mucho más costosos que los sistemas públicos.

Y termina Piketty este punto diciendo lo importante que es pensar en la renta básica como parte de un paquete más ambicioso que incluye la fiscalidad progresiva sobre la propiedad y la renta, la dotación de capital y el Estado social. Algo muy importante, sumamente importante diría un servidor, aunque en España sólo lo sea para Unidas-Podemos…, y no para todos sus líderes, o “lideras”.

miércoles, 2 de marzo de 2022

02/03/2022 - EL EQUILIBRIO (I)

 EL EQUILIBRIO (I)

Que el empresario pueda ir de safari, o darle vueltas a la tierra en una nave aeroespacial con sus amigos, no debería ser necesariamente imprescindible para ese disfrute que el trabajador tenga que hacerse a la idea de que nunca podrá disfrutar de unos días de vacaciones en la playa o en la montaña con su familia sólo contemplando el atardecer, los valles, las tabernas de su pueblo donde pasó su infancia y recordar otros tiempos que siempre fueron mejores. Tiene que haber un equilibrio que sea de justicia por lo que cada uno aporta a la sociedad (aunque el empresario, al menos, los grandes empresarios en España, aportan más bien poco, puesto que no pagan nada o casi nada y evaden impuestos de la manera más inimaginable, dando lugar a la conocida pobreza y a las mayores desigualdades sociales), cada uno en su lugar: el empresario dando empleo y el trabajador cumpliendo con su obligación de aportar a la empresa lo mejor de sí mismo para que todo cuadre y ambos puedan vivir dignamente. Pero, por desgracia, no ocurre así ni mucho menos. El empresario cada vez vive mejor y el trabajador (en España, cuando menos) cada vez es más pobre hasta el punto de que hemos llegado a rondar los muchos millones de trabajadores (no sé muy bien si 10 o 11 millones) que a pesar de tener trabajo son pobres, o lo que significa que sus salarios son miserables y ruines. Y algo aún peor: los trabajadores están hechos a la idea de que así debe ser y no protestan por nada con el pensamiento de que peor es no tener ningún trabajo y tener que, como en otros tiempos no tan lejanos, emigrar a Alemania, Francia, Suiza o a la Argentina (por citar un país Sudamericano), cuando no a un sitio aún más lejano como es Australia. Por supuesto, para gloria del sindicalismo displicente que acaba de aprobar una reforma laboral que en casi nada favorece a la mano de obra del mundo obrero español, y que han dado su visto bueno los grandes oligopolios del país, y hasta la mayor gloria del capitalismo español la señora Botín y sus correligionarios del Ibex y demás “morralla” cotizada. Mientras una “comunista” -lástima- que había despertado las ilusiones entre los menos favorecidos se ha “casado” con el capital a las primeras de cambio y nos ha dejado pasmados en un plis plas. En fin, cosas de este país considerado uno de los que mejor situado está para vivir mejor y más dignamente, pero que en realidad es una auténtica vergüenza mundial cuando de desigualdades de todo tipo se trata.

No soy un experto en analizar ciertos comportamientos sociales, en parte debido a mí más que humilde formación académica (sólo llegué a estudiante de Magisterio y -quiero recordar- del plan 59 cuando se accedía a la carrera con sólo cuarto de Bachillerato y Revalida) y a que dediqué mucha parte de mi tiempo joven a jugar al futbol (de eso si que sé) y mirar a las chicas guapas, que en esas edades son casi todas, en lugar de dedicarlo a leer y escribir… y terminar mis estudios. Para concluir con alguna de mis vivencias: lo de leer y escribir me sobrevino demasiado tarde; sobre todo, lo de escribir (desde el año 2000 hasta hoy sólo 537 escritos contando éste), pues lo de leer si fue más tempranero, y eso supone que ahora me tengo que valer para mis escritos de muchos resúmenes de escritores famosos como es el caso del que voy a exponer ciertos párrafos, Thomas Piketty (Capital e Ideología), en este caso. Ya que, me parece que muy pocos economistas han sido capaces de desarrollar lo que desarrolla él sobre mi enunciado, que, dicho sea de paso, no creo que nunca se consiga, o, cuando menos, servidor no creo que los vea si acaso algún día se dan en nuestro país, como, por otra parte, ya ocurre en otros. Pero, antes de entrar en los “fundamentos” de Thomas Piketty, quiero que recuerden tres citas que me parecen muy alusivas y que hay que tener en cuenta cuando se habla de equilibrios sociales. Son estas: “Un hombre puede construirse un trono de bayonetas, pero no puede sentarse en él” de William R. Inge; “Mi pueblo y yo hemos llegado a un entendimiento que nos satisface mutuamente. Ellos pueden decir lo que quieran y yo puedo hacer lo que me plazca” de Federico II de Prusia (¿no es lo que está ocurriendo actualmente en España?); y “Los hispanos prefieren la guerra al descanso, y si no tienen enemigo exterior lo buscan en casa” de Pompeyo Trogo, siglo I a.C. Una gran verdad que hace que la riqueza aumente considerablemente (en España y todo el llamado Atlántico Norte), mientras la pobreza, por desgracia cada día que pasa para más gente, no sólo no se estanca sino que, obviamente, va en aumento a la par de las desigualdades sociales y de todo tipo.

Antes de seguir, sí sé que de lo que hoy se habla y se escribe en toda la prensa mundial es de la invasión de Rusia a Ucrania, de la embestida (en mi opinión, pudiera ser, con visos de anexionársela para continuar con la “recreación” de la nueva URRS) de la segunda potencia armamentística del mundo contra cuatro ciudadanos de azul y amarillo que lo que más tienen son cereales y un armamento “callejero” -por llamarlo de alguna forma- con el que poco o nada pueden hacer para defenderse y que, además, tienen en su contra el hecho de que ciertos ciudadanos del país son, para colmo, pro-rusos. Si se obstina Ucrania (reitero, la parte que no es pro-rusa), todo terminará en una especie de genocidio, pues los rusos ya se sabe como las gastan, y su presidente, Putin, es, al parecer, el mayor memorándum existente del quizás mayor genocida de la historia, el tal Stalin. Sin, por descontado, olvidarse de lo ocurrido en ciertos territorios ucranianos desde el año 2014 a manos del actual gobierno de Ucrania y sin dejar de “reparar” en  esos comportamientos -si son ciertos- comandados por el humorista que preside ese país al que todo occidente hoy considera invadido, reitero, por la segunda potencia armamentística mundial.   

En fin, a lo que íbamos, esos “apuntes” de Thomas Piketty que, reitero, de poco nos van a servir a los españoles, a los políticos españoles, claro; aquí gobierna -en la sombra, por supuesto- la Sra. Ana Patricia Botín y el Ibex y demás cotizadas, que mueven con gran destreza los hilos de las marionetas de la política, y si no echen un vistazo a la recientemente aprobada “reforma laboral”, al fiasco de la misma y al engaño de que sería derogada la del PP del 2012 que apenas ha sufrido cambio alguno de importancia.

Dice Piketty en el capítulo 17 (Elementos para un socialismo participativo en el siglo XXI) de su “Capital e Ideología”: “La revolución conservadora de los años ochenta, el colapso del comunismo soviético y  el desarrollo de una nueva ideología neopropietarista han llevado al mundo a principios del siglo XXI a niveles extraordinarios y descontrolados de concentración de la renta y la riqueza, generando así crecientes tensiones sociales en todas partes”. “Partiendo de las experiencias históricas conocidas es posible superar el actual sistema capitalista y trazar lo que podrían ser las bases de un nuevo socialismo participativo de cara al siglo XXI, de una nueva perspectiva igualitaria de alcance universal, basada en la propiedad social, en la educación y en compartir el conocimiento y el poder”. “Las condiciones para una propiedad justa requiere el desarrollo de nuevas formas de propiedad social y el reparto de los derechos de voto y de participación en la toma de decisiones en las empresas. También requiere reemplazar la noción de propiedad privada permanente por la propiedad temporal, a través de un impuesto altamente progresivo sobre los grandes patrimonios capaces de financiar una dotación de capital universal con la que organizar una circulación permanente de los bienes y la riqueza. Conviene analizar un impuesto progresivo sobre la renta, la renta básica y la justicia educativa, además de hablar de democracia y fronteras, y de cómo es posible superar la organización actual de la economía mundial en beneficio del sistema democrático transnacional basado en la justicia social, fiscal y climática”.

Se pregunta Piketty en otro apartado del mismo capítulo: “¿Qué es una sociedad justa? Y propone una definición imperfecta. Una sociedad justa es la que permite a todos sus miembros acceder a los bienes fundamentales de la manera más amplia posible. Entre estos bienes fundamentales se encuentra la educación, la salud, el derecho a voto y, en general, la participación plena de todos en las diversas formas de vida social, cultural, económica, cívica y política”.

Y cuando habla de la superación del capitalismo y de la propiedad privada en el mismo capítulo expone: “Para superar el capitalismo y la propiedad privada y poner en marcha un socialismo participativo, propongo apoyarnos y profundizar en esos dos mismos pilares. Es posible avanzar más de lo que se ha hecho hasta ahora haciendo evolucionar el sistema jurídico y fiscal; por una parte, instituyendo una verdadera propiedad social del capital, mediante una mejor distribución del poder en las empresas; y, por otra parte, introduciendo un principio de propiedad temporal del capital, en el marco de un impuesto altamente progresivo sobre los grandes patrimonios (¡tararí le han dicho a Unidas-Podemos los políticos del PP, PSOE, Ciudadanos, Vox y demás fuerzas capitalistas de nuestra querida España sobre cierta propuesta al respecto!) que permita la financiación de una dotación universal de capital y circulación permanente de la riqueza”.

En el siguiente paso, nos habla Piketty de “Compartir el poder en las empresas: una estrategia de experimentación”. Muy interesante, a mi modo de ver. Comienza con la propiedad social y dice: “Los sistemas de reparto de los derechos de voto llevan en vigor en la Europa germánica y nórdica desde finales de la década de 1940 y principio de la de 1950. Los representantes de los trabajadores cuentan con la mitad de los votos en los consejos de administración de las empresas en Alemania y con un tercio de los votos en Suecia (también en las pequeñas empresas), independientemente de su participación en el capital. Estas reglas de “cogestión” son el resultado de la lucha protagonizada por los sindicatos y sus representantes políticos en el contexto de un movimiento reivindicativo que comenzó a finales del siglo XIX y logró establecer un equilibrio de poder más ecuánime tras la primera guerra mundial y, especialmente, tras la segunda guerra mundial. Estos cambios legales de gran importancia fueron acompañados por considerables innovaciones constitucionales. Estas normas han favorecido la aparición en la Europa germánica y nórdica de un modelo social y económico a la vez más productivo y menos desigualitario que cualquier otro modelo que se haya puesto en práctica hasta el momento”.

Y continúa con “La fiscalidad progresiva sobre la propiedad y la circulación de capital” en donde expresa: “Desde el momento en el que se acepta la idea de que la propiedad privada seguirá jugando un papel en una sociedad que podamos llamar justa, especialmente en el caso de las pequeñas y medianas empresas, seguirá siendo necesario encontrar acuerdos institucionales para evitar que el capital se concentre de forma ilimitada”. “Para evitar una concentración excesiva del capital…

To be continue. Sí, con perdón por el anglicismo, pero no quiero que los de la Junta de Extremadura y otros me llamen la atención por decir vulgarmente “continuará”.