LA FOTO DE MI NIETA
Cuando enciendo mi ordenador cada día para echar un vistazo a los periódicos (a los que se puede, por supuesto, independientes, pues mi economía no da para pagar suscriciones por muy baratas que sean) aparece como fondo de pantalla una foto de mi nieta Lía. Como cualquier familia, sus padres le han hecho miles de fotografías -y un sinfín de videos caseros- desde que vino al mundo ahora hace sólo cuatro años y medio, día más, día menos. No sé quién fue el que no hace tanto dijo que la fotografía había perecido. Craso error. Un fotografía -si se eliminan las múltiples payasadas que se ven por ahí, ya que le gente, mucha gente, adora su imagen, aunque ésta sea, con perdón, deplorable en multitud de ocasiones- sigue siendo más ilustrativa que infinidad de palabras en un número indefinido de las veces. Siempre se ha dicho que una imagen vale más que mil palabras. Y es cierto. Nada como una buena fotografía para definir con exactitud lo que se quiere expresar y no se encuentran las palabras para hacerlo.
A menudo veo fotos de “tiempos pasados” y me viene a la memoria algo así como eso que dijo el sabio: “Qué tiempos aquellos en los que no teníamos nada”. Aunque, afortunadamente, mi caso no sea ese precisamente, pues tuve muchas cosas -relativamente, porque no era mucho lo que existía- en otros tiempos que muy pocos de quienes convivían conmigo tenían…, y luego, todo pasó. Pero, aun así, tampoco me puedo quejar ahora: “Lo vivido, vivido está… y punto”, aunque la vida, como a casi todo el mundo en algún momento, me ha dado golpes difíciles de encajar que como dicen los franceses sólo merecen la expresión “C´est la vie”. Mas, volvamos a la foto de Lía que es de lo que va la cosa.
Mi nieta, una niña inteligente (en casos más de lo que le corresponde y no lo digo por presunción), cuando sólo tenía algo más de dos años, mostró esa expresión que a mí me tiene cautivado desde entonces y por eso está en la pantalla de mi ordenador -para verla cada día- y en mi mente de principios de libertad que no quiero olvidar mientras viva.
Aparece, con el campo abierto arbolado y montañoso de fondo, con sus brazos extendidos hacia el cielo y las palmas de sus manos abiertas en un gesto impropio para su edad de amor por la naturaleza y por la libertad. Es un gesto de “gracias a la vida” con una sonrisa cautivadora a más no poder. Es la expresión de la pureza de su mundo, del mundo que ella siempre querrá vivir. Es la expresión de su inocencia infinita que se desea para siempre. Es la expresión de esa niña que querrá ser siempre niña afortunada y agradecida al cielo por haber venido al mundo y que no espera que jamás deje de ser como ella lo ve ahora: inconmensurable, limpio, verde, libre y en todo su esplendor. Es la expresión sumamente cautivadora de su limpieza de mirada al cielo para agradecer su presencia en este mundo. Y, por último, aunque no se acabarían nunca las definiciones de su “explosiva” expresión de ser una mente preclara quien aquí se expresa, la expresión de LA LIBERTAD que ella supo tan pequeña definir en una sencilla fotografía.
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