EXTERNALIZANDO,
QUE ES GERUNDIO
Lo dijo un tal
Eugéne Lonesco: “Describe un círculo, después acarícialo, y se convertirá en un
círculo vicioso”. Y lo pronosticó Maximilien de Robespierre: “Nunca se va tan
lejos como cuando no se sabe a dónde se camina”. Es lo que está pasando desde
hace ya bastante tiempo con la sanidad pública en España: Externalizar para
camuflar la gravedad de promocionar la sanidad privada en detrimento de la
pública se ha convertido en un círculo vicioso y, por lo que se está viendo
últimamente, no se sabe hacia dónde se camina. Los dos partidos mayoritarios -hasta
ahora- está claro que lo que pretenden es que la sanidad pública se quede
exclusivamente para los más desfavorecidos, emigrados pobres y pensionistas con
remuneraciones que no lleguen a los 800 € mensuales. En una palabra, gente
humilde, que o bien no puede protestar por nada o bien no tiene fuerza ya para
echarle el coraje que la situación incierta recomienda. Una desvergüenza más de
las muchas que nos ha traído esta que, por la geta, ambas formaciones
políticas, llaman Democracia. Por cierto, de la precariedad de los jóvenes no
hace falta mucha preocupación: aparte de que, obviamente, tienen menos
posibilidades de enfermar y, por tanto, menos necesidades hospitalarias, pueden
hacer lo que les recomienda esa buena Sra. malagueña (no la de los ojos de la
canción) y ahorrar todos los meses dos euros para una idílica jubilación en
Bali o algún sitio como esa famosa isla de Venezuela, que ahora no recuerdo el
nombre, donde tienen casa las familias reales y los famosos del cine y la
música entre otros. ¡No deberían votar ninguno! Y menos con esta Ley Electoral
patatera que nos tienen impuesta y que no piensan cambiar para seguir mandando
y “desplumándonos”.
En nuestra
querida Extremadura, según el Sr. Vergeles (Consejero de Sanidad y presunto
expedidor -servidor lo sabe bien, al menos en un caso- de licencias a clínicas privadas
sin la documentación necesaria, un delito), hay nada menos que ¡130.412
enfermos! en la lista de espera para una intervención quirúrgica (mi esposa
tuvo que esperar ¡tres años!). ¿Cuánta gente hay en lista de espera en España
para entrar en quirófano? Difícil saberlo. Pero, lo que sí está claro es que
hay que hablar de millones, y no digamos ya para una simple consulta de
especialista, pues quien suscribe lleva ya dos años de retraso para la consulta
de cardiología, que le tocará previsiblemente en el 2020.
¿Cuánto cuesta a
la sanidad la derivación –externalizando sino se quiere engañar- de cada uno de
esos millones de pacientes? ¿Alguien tiene duda de que con ese dinero se
podrían contratar muchos médicos y hacer algún que otro hospital, especialmente
en Extremadura donde pronto habrá más Palacios de Congresos que centros
sanitarios? ¿Para cuándo van a utilizar el dinero de los impuestos para
beneficiar a quienes los pagan -contrato social- y no para enriquecer a cuatro
particulares y para malversar tomándonos, como dijo alguien, por “los tontos
del ciruelo”?