REVOLUTION…, O SHAKE-UP
Antes de seguir,
quede patente que “La Gran Revolución” (1789-1799) la protagonizaron los
franceses. En mi modesta opinión, con los defectos propios de cualquier
revolución, fue la que definió en gran parte el hecho de que ahora en muchos lugares
del mundo se goce de cierta democracia. Incluso, las mujeres no deben olvidar
que durante esa revolución nació el feminismo, de la mano de una Sra. llamada Olympe de Gouges, autora de la “Declaración
de los derechos de la mujer y de la
ciudadana”, por lo cual, más tarde, murió en la guillotina. Desde entonces ha
habido muchas revoluciones y reboluciones (sí con “b” le han llegado a llamar
en México) que lo único que han conseguido es que los “asaltantes del palacio”
se establecieran cómodamente en él para un largo periodo con las libertades
bastante restringidas; caso, por ejemplo de ese tal Daniel Ortega de la
Nicaragua sandinista ocurrida relativamente reciente. ¿Será quizás por aquello
que dijo un hombre sabio de que no hay cosa peor que un pobre harto de pan?
Bueno…
En este país
nuestro, no obstante, se echa de menos algún tipo de revolución; o, si el
término es demasiado fuerte, algo así como “un descontento”, una revolución un
tanto “informal” (Shake-Up) pero zangarriana (que se deje ver con frecuencia) de
las clases populares trabajadoras y pensionistas que haga recapacitar al
Gobierno y a todos los estamentos políticos del quebrantamiento que resulta
para la mayoría sus nefastas políticas económicas encaminadas a proteger
siempre a los más favorecidos…, y de protegerse ellos mismos, obviamente.
Incluyendo un toque de atención a la Monarquía, que para eso ostenta la
Jefatura del Estado. Algo que nos aleje un poquito de la cola del mundo
civilizado en la pérdida de derechos fundamentales de todos los trabajadores y nos
aleje de la cabeza de las desigualdades sociales sólo por detrás de Rumanía y
Bulgaria. Lo que sea que procure que no tengamos que sufrir algo así como “una
gran desobediencia social” que nos enfrente de nuevo. Cataluña está ahí y puede
servir como ejemplo de lo que supone el descontento de unos pocos aprovechado
por cuatro listos. Y, desde luego, las revoluciones, o Shake-Up, tienen que
protagonizarlas los jóvenes y menos jóvenes, sencillamente, porque los mayores,
los pensionistas, ya no estamos en edad por mucha voluntad que nos anime; y,
por supuesto, olvidándose del mundo sindical, ya que éste ha desaparecido
rehusando el combate, puesto que sus generales lo han distribuido erróneamente
y puede huir sin problemas. Los jóvenes y menos jóvenes no deben olvidar lo que
dijo un tal Billy Crystal: “Cuando un hombre es suficientemente sabio para
fijarse en dónde pisa, ya es demasiado viejo como para ir a ninguna parte”.
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