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viernes, 9 de febrero de 2018

08/02/18 - REVOLUTION..., O SHAKE-UP


REVOLUTION…, O SHAKE-UP

 Para que no se molesten en la Junta de Extremadura ni en la Junta de Andalucía he titulado este escrito en inglés. Que, dicho sea de paso, es el idioma que mejor dominan nuestros representantes autonómicos, mejor que el español; en el que, por cierto, muchos de ellos rozan el analfabetismo funcional. Paradojas de la vida…, Dominan mejor el inglés que el mismísimo William Shakespeare.

Antes de seguir, quede patente que “La Gran Revolución” (1789-1799) la protagonizaron los franceses. En mi modesta opinión, con los defectos propios de cualquier revolución, fue la que definió en gran parte el hecho de que ahora en muchos lugares del mundo se goce de cierta democracia. Incluso, las mujeres no deben olvidar que durante esa revolución nació el feminismo, de la mano de una Sra. llamada Olympe de Gouges,  autora de la “Declaración de los  derechos de la mujer y de la ciudadana”, por lo cual, más tarde, murió en la guillotina. Desde entonces ha habido muchas revoluciones y reboluciones (sí con “b” le han llegado a llamar en México) que lo único que han conseguido es que los “asaltantes del palacio” se establecieran cómodamente en él para un largo periodo con las libertades bastante restringidas; caso, por ejemplo de ese tal Daniel Ortega de la Nicaragua sandinista ocurrida relativamente reciente. ¿Será quizás por aquello que dijo un hombre sabio de que no hay cosa peor que un pobre harto de pan? Bueno…

En este país nuestro, no obstante, se echa de menos algún tipo de revolución; o, si el término es demasiado fuerte, algo así como “un descontento”, una revolución un tanto “informal” (Shake-Up) pero zangarriana (que se deje ver con frecuencia) de las clases populares trabajadoras y pensionistas que haga recapacitar al Gobierno y a todos los estamentos políticos del quebrantamiento que resulta para la mayoría sus nefastas políticas económicas encaminadas a proteger siempre a los más favorecidos…, y de protegerse ellos mismos, obviamente. Incluyendo un toque de atención a la Monarquía, que para eso ostenta la Jefatura del Estado. Algo que nos aleje un poquito de la cola del mundo civilizado en la pérdida de derechos fundamentales de todos los trabajadores y nos aleje de la cabeza de las desigualdades sociales sólo por detrás de Rumanía y Bulgaria. Lo que sea que procure que no tengamos que sufrir algo así como “una gran desobediencia social” que nos enfrente de nuevo. Cataluña está ahí y puede servir como ejemplo de lo que supone el descontento de unos pocos aprovechado por cuatro listos. Y, desde luego, las revoluciones, o Shake-Up, tienen que protagonizarlas los jóvenes y menos jóvenes, sencillamente, porque los mayores, los pensionistas, ya no estamos en edad por mucha voluntad que nos anime; y, por supuesto, olvidándose del mundo sindical, ya que éste ha desaparecido rehusando el combate, puesto que sus generales lo han distribuido erróneamente y puede huir sin problemas. Los jóvenes y menos jóvenes no deben olvidar lo que dijo un tal Billy Crystal: “Cuando un hombre es suficientemente sabio para fijarse en dónde pisa, ya es demasiado viejo como para ir a ninguna parte”.  

 

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