LOS PENSIONISTAS
Y “EL EFECTO MATEO”
Según he podido
saber por un periódico digital, la irrupción de un nuevo partido político
dirigido a los pensionistas se prepara con la máxima discreción. Se llama
Partido de Jubilados y Pensionistas de España (PJPE) y está auspiciado por
médicos, abogados y algún magistrado. Entre sus propuestas -las primeras,
claro- destaca que los jubilados dejen de pagar el IRPF y eliminar los sueldos
vitalicios a los políticos. Las pensiones son consideradas rendimientos de
trabajo y, por tanto, están sujetas a impuestos; y, por otra parte, España es
de los pocos países del mundo desarrollado que paga a sus ex Presidentes y ex
Ministros después de dejar su cargo, las pensiones a políticos son poco comunes
en Europa.
Fuentes
de Interior confirman que el PJPE acaba de ser inscrito en el registro de
partidos políticos del Ministerio y que la Dirección General de Política Interior
dictó la resolución de inscripción el pasado 29 de septiembre. O sea, ya están
ahí y quieren captar el voto de ¡diez millones de votantes!, pues, como es bien
sabido, entre los pensionistas hay pocas o muy pocas abstenciones. Tras su
“letargo” han llegado a la conclusión de que, ni la oposición ni el propio
Gobierno de Pedro Sánchez, han sido capaces de aportar soluciones concretas
para evitar el empobrecimiento al que se enfrentan los mayores de 65 años (en
regiones como Extremadura en la mayoría de los casos), o atajar el alarmante
déficit de la Seguridad Social.
Tal
y como están las cosas en nuestro querido país, caminamos hacia muchas
desigualdades sin contar las que ya padecemos; y una, como explica J.
Estefanía, es la de oportunidades, que califica de la más lacerante y que
afecta más a las pensiones: cuando el bienestar de una persona depende más de
la renta y la riqueza de sus antecesores que de su propio esfuerzo. Y cuando
ocurre lo que el sociólogo Robert Merton denominó “el efecto Mateo” en el año
1968: “al que tiene más, más se le dará, y al que menos se le quitará para
dárselo al más poderoso”. Esto es, una intensa redistribución de la renta, la
riqueza y el poder en sentido inverso. De tal modo que el politólogo mexicano
Jesús Silva Herzog ha establecido un símil muy acertado: “democracia y
liberalismo es hoy un matrimonio de conveniencia, pero no hay amor entre ellos”.
En
definitiva: engaños, artimañas, y muchas más argucias siempre a costa de los
mismos. Y los ahora pensionistas, que son los mismos que en el año 1978 votaron
esa tan cacareada Constitución y se manifestaban en las calles por sus
derechos, han vuelto a salir de sus casas (los que no la han perdido por la
desfachatez bancaria o del miserable capitalismo protegido por los gobiernos),
aunque esta vez como si fuera una estampida de esos búfalos de las películas
del oeste y sin límite para volver a encerrarse en ellas. Porque,
sencillamente, no hay derecho a que políticos como el ex presidente Ibarra, que
se dice socialista (¡6.000 euros mes de pensión desde el año 2007!), o el ex
Presidente del Gobierno, también, por supuesto, socialista, D. Felipe González
Márquez (desde 1996 se ha embolsado la friolera de ¡1.886.344 euros!) hayan
dado lugar a que en sus respectivas regiones se cobren las peores pensiones del
país y estén inundadas (de eso hablaremos otro día) de clientelismo camuflado
en las empresas públicas, fundaciones y consorcios dependientes de esas CCAA
que han sido y son feudos socialistas.
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