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jueves, 27 de diciembre de 2018

27/12/18 - ¡QUÉ DESASTRE DE PAÍS!


¡QUÉ DESASTRE DE PAÍS!

Disculpen que utilice una vez más para iniciar este escrito una viñeta del Roto, pero soy un asiduo lector de éste, para mí, genial dibujante irónico. Le decía una Sra. al taxista que la trasladaba: “¡Qué desastre de país! ¡¿Cómo hemos podido llegar hasta aquí?! Pues Vd. en taxi, Señora”. Es lo que está ocurriendo en España, a mi parecer, desde que empezó la democracia: los de siempre siguen viajando en taxi o en algún coche de los llamados de alta gama y los curritos y sus familiares viéndoselas para poderlo hacer en los transportes públicos (metro, autobús, tranvía, etc.) o en un viejo coche de más de once años. Y si vive en una gran ciudad utilizando los trenes de cercanías. Siempre suponiendo que la “ciudad” no sea de nuestra querida Extremadura, donde dicen que nacen los dioses (que quizás sea cierto, pero se preocupan poco por su tierra), en la que, como ya sabe toda España, el tren es un medio de desplazamiento del pleistoceno y, obviamente, lo más lejos que te puede trasladar es a algún erial perdido en alguna llanura o alguna dehesa donde sólo hay bellotas, verracos y algún que otro borrego; y en donde, como no puede ser de otra forma, se quedará averiado.  

Efectivamente, somos un auténtico desastre de país. Si hacemos la comparación con cualquiera de los países de la OCDE, a la que pertenecemos como uno más de los desarrollados, podemos comprobar cómo en cualquier faceta de Estado (Económica, Social, Sanitaria, Educativa, de Transportes, Judicial, de Desigualdades de todo tipo, de Trabajo y Salarios, Sindical, Etc., Etc.) los españoles somos su mayor vergüenza. Aquí, la política aplicada desde que se inició la democracia -al igual que lo era antes con la dictadura- sólo ha servido para que el Establishment haga su agosto y para que la clase dirigente (una casta, con perdón, podrida totalmente), todos los gerifaltes desde el menor al mayor, pasen a ser auténticos portentos económicos que han convertido el país “in partibus infidelium” y lo han llenado de espurios a base de crear entre la población eso que antes se llamaba “behetría” para esconder su latrocinio a base de aplicar refranes como, por ejemplo, estos cuantos: “Abierto el cajón, convidado está el ladrón”, o, “alaba al ignorante y hazle bailar; si no es tonto, tonto lo harás terminar”, o, “Alcalá de Henares, donde tres cosas son dos pares”, o este otro, “al más charrán, paga le dan”, y uno más, “al miserable y al pobre todo le cuesta el doble”. En fin, ha pasado en todo este tiempo, que ellos llaman democrático, algo así como lo señalado por D. Jacinto Benavente: “Las personas inteligentes y prácticas sólo hacen el mal que les conviene. Dios nos libre de las personas de pocos alcances que hacen el mal aunque no les convenga”. O sea, “quienes opinan que el dinero todo lo puede, sin duda están dispuestos a todo por dinero”, que dijo un tal Edme-Pierre Beauchêne.

De modo que, para terminar, en nuestro país sólo hay que ver lo que está ocurriendo en Andalucía y Cataluña, y todo lo que ha ocurrido en la mayor parte de los más de ocho mil pueblos, para comprobar el desastre que somos, que han sido nuestros ilustres políticos, que emulando a Walter Chrysler han aplicado su dogma: “cuando debo asignar una tarea pesada se la doy a un perezoso; seguro que hallará una manera fácil de llevarla a cabo”. Y así nos ha ido.           

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