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miércoles, 21 de abril de 2021

21/04/2021 - DISTOPÍA NEOLIBERAL

 DISTOPÍA NEOLIBERAL

El vocablo “distopía” no es un vocablo muy usual. Por tanto, para los que resulte un tanto extraño y para que no tengan que recurrir a la molestia de tener que consultar el diccionario, voy a exponer su definición lo más ajustada posible. Según el diccionario de la lengua española (RAE), dice así: “Representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana”.

Otras definiciones, dicen que la “distopía” o “antiutopía” es una sociedad ficticia indeseable en sí misma. El término, que procede del griego, fue creado como antónimo directo de “utopía” que según Santo Tomás Moro describe un modelo para una sociedad ideal con niveles mínimos de crimen, violencia y pobreza.  

Pues bien, las distopías, obviamente, se caracterizan por la deshumanización, los gobiernos tiránicos, los desastres ambientales u otras características  asociadas con un declive cataclísmico en la sociedad. Así, las sociedades distópicas aparecen en muchas obras de ficción y representaciones artísticas, particularmente en historias ambientadas en el futuro, siendo ejemplos famosos “1984 de George Orwell”, “Un mundo feliz de Aldous Huxley” y “Fahrenheit 451 de Ray Bradbury”, según explica la wikipedia.

Algunos autores –siguiendo con la wikipedia- usan el término para referirse a sociedades existentes, muchas de las cuales son o han sido Estados Totalitarios o sociedades en un estado avanzado de colapso. De tal modo, se atribuye la primera utilización del término “distopía” que existe documentada a John Stuart Mill, en un discurso de una intervención parlamentaria en 1868.

Bien, ahora que ya tenemos claro lo que significa “distopía”, vamos a ver cómo, realmente, el neoliberalismo es algo muy parecido –por no decir igual- a un sistema de sociedades distópicas en muchas de sus facetas.

Pero, antes de seguir, les ruego no me tomen como un pedagogo (ya hace muchos años que estudié pedagogía y muy ligeramente por cierto), lo que pasa es que el tema requiere un “atisbo” de pedagogía para entender –veremos si soy capaz de conformarlo- lo que muy relativamente quiero en este escrito (que es el de un escribidor, no lo olviden) que las personas que lo lean puedan concebir sobradamente lo destructivo y antisocial que ha sido y está siendo el neoliberalismo para los Estados que lo practican (España incluida) “escondidos” en el capitalismo opresor y degenerativo. Sirva como ejemplo de capitalismo opresor y lo otro, cómo en el pueblo americano (USA) –máximo exponente del neoliberalismo, especialmente durante el gobierno de Trump- aunque sea “aceptable” lo de que siempre ha habido ricos y pobres, el 1% acumule más fortuna que el 90% de la población. ¿Alguien me puede explicar si no es eso una distopía pura y dura de una sociedad, que, para colmo, se tiene por ejemplar aun admitiendo que hay allí 30 millones de pobres? Bueno…

Para no desviarme del tema central (“Distopía Neoliberal”), y siguiendo con la ayuda de la wikipedia, voy a tratar, resumidamente, dos puntos que considero importantes: “El control social” y “la desinformación”. Dos puntos que ayudan bastante a que tengamos, en mi modesta opinión (aunque quizás un poco exagerada), esa “Distopía Neoliberal” del título de este escrito. Y al final les cuento algo sobre el rampante neoliberalismo para que vean cómo está presente en las sociedades más avanzadas del planeta la distopía.

Sobre el “control social”: Señales de advertencia de actividades prohibidas; Un ejemplo de control social. El control social es el conjunto de prácticas, actitudes y valores destinados a mantener el orden establecido en las sociedades. Aunque a veces el control social se realiza por medios coactivos o violentos, el control social también incluye formas no específicamente coactivas, como los prejuicios, los valores y las creencias. Entre los medios de control social están las normas sociales, las instituciones, la religión, las leyes, las jerarquías, los medios de represión, el adoctrinamiento (los medios de comunicación y la propaganda), los comportamientos generalmente aceptados, y los usos y costumbres (sistema informal, que puede incluir prejuicios) y leyes (sistema formal, que incluye sanciones). El control social aparece en todas las sociedades como un medio de fortalecimiento y supervivencia del grupo y sus normas. Las normas menores y las leyes son las que conforman los grupos. La implantación de una moral social (por las influencias sociales que genera) y la crítica liberal como autodefensa y como interpretación de sucesos e intereses, es el camino hacia el cambio social. Actúa sobre la desviación social (leyes) y anomia (normas). Como el control es importante, a su vez tiene que haber control sobre los controladores con un consenso en la normativa para un equilibrio de poderes y controles, que no sea represivo en su actitud.

Medios de control social. Medios informales: Las medidas informales son aquellas que no están institucionalizadas, como por ejemplo, los medios de comunicación, la educación o las normas morales, las cuales no tienen una formalización a través de normas o leyes escritas. Son medios más importantes que los formales porque transmiten hábitos, normas y valores determinados. Mío: “Los medios de comunicación españoles (sobre todo, prensa de papel y televisiones) son algo de pura distopía de la que no se escapan nada más que algunos periódicos digitales, no les quepa la menor duda”.

Medios formales: Las medidas formales de control social son las que se implementan a través de estatutos, leyes y regulaciones contra las conductas no deseadas. Dichas medidas son respaldadas por el gobierno y otras instituciones por medios explícitamente coactivos, que van desde las sanciones hasta el encarcelamiento o el confinamiento. En los Estados de Derecho los objetivos y mecanismos de control social están recogidos en la legislación explícita. Para lograr el éxito del control social éste debe ser regulado en relación de toda la sociedad y deben existir agencias de control social que puedan ordenarlo, evitando la marginación como fenómeno social, la estabilidad social se pone en peligro cuando las agencias pierden poder.

Vamos con el segundo punto: La Desinformación. También llamada manipulación informativa o manipulación mediática, es información falsa o engañosa que se difunde deliberadamente para engañar. Este es un subconjunto de la información errónea. Habitualmente es una de las argucias de la agnotología y se da en los medios  de comunicación, pero estos no son los únicos medios por los cuales se puede dar una desinformación. Puede darse en países o sectas religiosas que tienen lecturas prohibidas, gobiernos que no aceptan medios de oposición o extranjeros (dictaduras o tiranías), naciones en guerra que ocultan información. Por parte de la publicidad pública de un régimen político, generalmente organizada por un spin doctor por medio de engaño o bulos (en inglés, hoasex), filtraciones interesadas o rumores, “sondeos”, estadísticas alteradas o estudios científicos  presuntamente imparciales, pero pagados por las empresas o corporaciones económicas interesadas, uso de “globos sonda” o afirmaciones no autorizadas para inspeccionar los argumentos adversos que pueda suscitar una medida y anticipar respuestas y  uso de medios no independientes o financiados en parte por quien divulga la noticia o con periodistas sin contrato fijo y, por tanto, sin opinión, o por apropiación o manipulación o creencia de supuestos movimientos populares (astroturfing). Un tipo particular de desinformación es la contra información estatal.

La desinformación se sirve de diversos procedimientos retóricos como demonización, astroturfing, oscurecimiento, esoterismo, presuposición, uso de falacias, mentira, omisión, sobreinformación, descontextualización, negativismo, generalización, especificación, analogía, metáfora, eufemismo, desorganización del contenido, uso del adjetivo disuasivo y del spín semántico, reserva de la última palabra u ordenación envolvente que ejerce la información preconizada sobre la opuesta (orden nestoriano). No los vamos a ver uno por uno para no alargar demasiado el escrito. Pero si quiero, porque me parece muy interesante, que se vea uno de estos vocablos: El “esoterismo”. Es la tendencia al enigma y al oscurantismo en la expresión sibilina, ambigua, enredada y cercana a razones que no atan ni desatan o bernardinas, así que cualquier interpretación es plausible y por tanto errada. Se suprime cualquier conclusión lógica y se deja el poder de interpretación en manos de quien está y las posiciones en que estaban sin iniciar ningún camino y negando toda posible evolución o pensamiento.

Es habitual entre los políticos hablar de las reglas del juego, pero nadie dice cuáles son; también se habla del marco institucional si bien nadie ha descrito ese marco; tampoco existe quien lleve el árbol genealógico de las llamadas familias políticas. Es frecuente el alargamiento de las construcciones verbales en forma de perífrasis verbales paralizantes y fatigosas construcciones pasivas analíticas. Se usa además la hipérbole, la dilogía o disemia, la eufonía, el pleonasmo, la perífrasis y el énfasis (dar a entender más de lo que se dice) recurriendo a hiperónimos. En fin, tocados los puntos, veamos algunos datos que han sido publicados en prensa (no lo digo yo) que revelan con suficiente claridad que el mundo desarrollado (la OCDE, fundamentalmente) vive una “Distopía Neoliberal”; que, ni que decir tiene, utiliza la posverdad o mentira emotiva (un neologismo) para encubrirla empleando la distorsión deliberada de una realidad en la que los hechos objetivos tienen menos influencia que las apelaciones a las emociones y a las creencias personales, con el fin de crear y modelar la opinión pública e influir en las actitudes sociales.

Para empezar, un dato simple que utiliza la “Distopía Neoliberal” y que supone que se ensanche el camino de los poderosos y se estreche el de los menos favorecidos: “El tipo medio de gravamen del impuesto de sociedades en las economías más avanzadas del mundo ha pasado del 32% en el año 2000 al 23% en 2018”. Pero, sin engaños, ya nos podríamos dar con un canto en la frente si el impuesto de sociedades fuera realmente un hecho efectivo del 15%. En España, según el Erario, la media del impuesto de sociedades no llega al 7%. Se pierden miles y miles de millones de euros (la Banca no paga nada, cero; y ahora quiere despedir a costa de morrongo a unos ¡15.000 trabajadores!, es decir, ¡no va más!) que podrían mejorar ostensiblemente la sanidad, la educación y los servicios sociales que actualmente están muy cercanos a la distopía. No parece que hayamos aprendido lo suficiente después de habernos gastado miles de millones de euros en autopistas, aeropuertos o puertos sin usuarios tan solo para hacer de oro a las grandes constructoras y a los bancos. España se sitúa entre los 25 paraísos fiscales corporativos más importantes del mundo. Sólo es superada por paraísos fiscales como Islas Vírgenes británicas, Islas Caimán, Luxemburgo, Bermuda, Países Bajos, Suiza, Hong Kong o Jersey. Y la “Distopía Neoliberal” hace que tengamos casi doce millones de trabajadores que a pesar de tener trabajo son pobres, además de un 26% de la población catalogada como de pobreza relativa, y un 5% (si mal no recuerdo, escribo de memoria) de pobreza extrema en las famosas “colas del hambre”, siendo una Comunidad Autónoma, Extremadura, no sólo la campeona del paro (32%, más de 120.000 personas de un millón y algo de habitantes) sino la “reina” de la pobreza con un ¡46% de sus habitantes! (¡cerca de la mitad de su población, más de 400.000 personas!), llevando ya más de 30 años hablándonos del futuro del futuro que no llega nunca nada más que para la política y los terratenientes que cada día que pasa viven mejor que el anterior.

Tan claro está esto de la “Distopía Neoliberal”, que incluso el Fondo Monetario Internacional, la Unión Europea, la OCDE, el G-20, y todos los Organismos Internacionales están pidiendo que se imponga un impuesto global a las multinacionales para “salvar” al mundo de la catástrofe que está sufriendo no sólo con la pandemia sino con la pobreza desmesurada y la riqueza propia de esa “Distopía Neoliberal” Global que no tiene límite y que, como ya ha señalado algún milmillonario americano, puede dar lugar a que ocurra eso que se ha dado en llamar “Aporofobia del Capital”, algo muy peligroso para la integridad personal de los capitalistas del neoliberalismo: la rebelión de la pobreza; pues el hambre es más que peligrosa, temeraria, irascible y puede llegar a ser turbulenta. ¡Cuidado, pues!

Un breve recorrido por la pobreza en el mundo causada –es una opinión- por la “Distopía Neoliberal”, sin pedir la utopía social, pues eso es prácticamente imposible, y finalizo: Pese a los avances materiales cosechados por la humanidad en los últimos setenta años, un buen pedazo de la población mundial sigue sufriendo condiciones paupérrimas. Alrededor del 9% de las personas de la Tierra viven bajo el umbral de la pobreza extrema. Su capacidad adquisitiva está por debajo de los 1,9 dólares al día. Y según diversas estimaciones, el coronavirus podría empujar a la pobreza a entre 60 millones y 100 millones más de personas en todo el mundo.

Llevábamos tres décadas erradicando la pobreza mundial (un índice de la distopía del neoliberalismo), pero el coronavirus va a cambiar eso con total seguridad, y lo que  eras un progreso se va a convertir en un claro retroceso. Gran parte de África sigue atascada en un desarrollo muy limitado. Pese a que la pobreza extrema ha dejado de ser la norma en los países del sudeste asiático, en China y en la India, además de en el resto de continentes, en África la historia es distinta. Hay más personas viviendo en mejores condiciones que hace algunas décadas, pero su número de habitantes incapaces de superar el umbral de los 1,9 dólares sigue siendo altísimo. Y si bien la pobreza sigue bajando, el descenso se ha frenado, algo que afecta directamente a millones de africanos.

El gráfico de HowMuch, la publicación dedicada a visualizar la escala de los fenómenos económicos y financieros del planeta, nos aporta datos en casos muy sorprendentes. En materia porcentual, ningún país tiene a más personas en la miseria más absoluta como Corea del Norte: lidera la escueta categoría de los países donde más del 70% de la población no supera el umbral mínimo. Le siguen de cerca otros sospechosos habituales, tales como Somalia, el estado-fallido por excelencia, Burundi y la República Centroafricana, dos de los países más disfuncionales del planeta. El caso más dramático es el de la República Democrática del Congo. Es una de las naciones africanas más pobladas, y lleva más de treinta años sumida en una calamitosa guerra civil (con brotes esporádicos de ébola y otras epidemias). Según el Banco Mundial entre el 68% de su población vive en la pobreza más extrema, lo que combinado a su importancia demográfica resulta en 58 millones de personas. Yemen (18,4 millones), Madagascar (18,3 millones), Mozambique (15,3 millones) y Malawi (12,2 millones) le siguen en esta categoría. Son los únicos países donde aún hay más personas por debajo que por encima de la pobreza extrema. Ya me contarán si esto no es distopía producto del neoliberalismo mundial.

Nigeria, con 62 millones de personas por debajo del umbral, es otro de los casos más graves: entre el 30% y el 40% de su población sigue siendo extremadamente pobre. A su mismo nivel están Tanzania (18 millones), Uganda (15 millones) o Afganistán (14,2 millones), uno de los pocos casos asiáticos en porcentajes tan elevados. Entre el 10% y el 20% aparecen otros casos llamativos, como Etiopía o Sudáfrica (tradicionalmente dos países por encima de la media africana en desarrollo), Venezuela (4,6 millones, primer latinoamericano), Camboya (2,3 millones), Honduras (1,4 millones) o pequeñas naciones pacíficas como Vanuatu o Kiribati.

Entre el 5% y el 10% se acaba el predominio de África. Indonesia (14,8 millones), Bangladesh (12,4 millones), Uzbekistán (2,6 millones) o Bolivia (640.000 personas). Y entre el 1% y el 5%, pesos pesados de la economía mundial del futuro: Brasil (9,6 millones), Filipinas (5,2 millones), México (3,1 millones), Colombia (2 millones), Vietnam (1,4 millones) o Egipto (1,1 millones). Se cuelan por aquí los primeros casos europeos. El más sangrante es el de Italia (787.000 personas), junto a Rumanía (683.000 personas), Georgia (122.000 personas) o Grecia (116.000 personas). Mención última merecen China, Estados Unidos y España. Su porcentaje de población bajo el umbral de la pobreza extrema se ubica entre el 0,5% y el 1%, con bolsas de entre 9,5 millones, 3,2 millones y 351.000 personas. Contrasta con las cifras más positivas de los principales países desarrollados. Entre el 0% y el 0,1%, números marginales para Alemania (28.000 personas), Países Bajos (12.000 personas) o Francia (menos de 1.000 personas).

Hay muchas otras formas de medir la pobreza. Y en todas ellas, las cifras y la escala del problema puede variar. El gráfico tan sólo se fija en los más vulnerables de la humanidad. Y siguen siendo demasiados.

Acabo con una simple pregunta: ¿Si el Neoliberalismo no fuera tan opresor y tan avaro, tan inhumano y tan expoliador, habría naciones como las señaladas que, prácticamente viven eso que servidor ha llamado “Distopía Neoliberal”? No, seguro que no.

P.D.: Dos ejemplos de la “Distopía Neoliberal”: a) “La pandemia, el Covid-19, ha aparecido por la mercadería de carne sin las mínimas garantías sanitarias en las calles de países, preferentemente, de Asia y de África, producto de la Distopía en que se hayan inmersas esas naciones”; y b) Obviamente, la corrupción política de casi todos los países del mundo (es raro el que se escapa, tenga el régimen que tenga), junto a las guerras inventadas para mantener el negocio del tráfico de armas y el narcotráfico, está dando lugar a que haya más migraciones y más desigualdades sociales de las habituales por culpa de la “Distopía Neoliberal” que ha llevado a muchos Estados a los cataclismos propios de ese medio de destrucción de sus economías y sus medios de vida. Y ya sí, una “Distopía casera” y final: “Lo del Banco de Santander con la compra del Banco Popular por ¡un euro! que ha arruinado a más de un millón de personas que han perdido sus acciones y el expolio de las hipotecas (la mayoría con todas las cláusulas abusivas que existen) de todos los que las tenían en ese Banco (por valor de muchos miles de millones de euros)  que ahora hay que abonar al Santander, ¿es o no es una Distopía para los clientes del Popular del Neoliberalismo opresor? Y, con la Justicia, presuntamente, siempre a favor, no es la primera vez que llevan a cabo semejante desvalijamiento a miles y miles de personas permaneciendo siempre inmunes.

 

 

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