EL
PAN
Hay mucha gente en el
mundo que no sólo dispone de poco pan, sino que, además, soporta las mil y una
injusticias en el trabajo y en su vida diaria. Mucha gente que no sólo no come
ni apenas puede beber agua mientras ve como muchos de sus compatriotas viven en
la opulencia y gozan de todo lo bueno que hay en este mundo lleno de
desigualdades sociales, falta de educación, carencias sanitarias, etc., etc. Sin
excluir el fomento del fanatismo religioso aprovechando dichas desigualdades:
¡Hay otro mundo donde todo es placer y bienestar se inculca sin límite! Mentira
que trae consigo, junto a lo demás, la inmolación de la persona ya de por si
debilitada psíquicamente arrastrando con ella a todos los que considera
infieles.
Todos los países de
todos los Continentes, especialmente del africano, tienen suficiente para
todos, pero se lo quedan unos cuantos que desde otros lugares son protegidos por
conveniencias “económicas” sin pensar en la fechoría que están cometiendo sin
el menor de los escrúpulos. Demasiados pobres y, afortunadamente, menos pobres,
pero, al fin y al cabo, pobres también. Mientras, el ¡1%! de la población
mundial dispone de casi toda la riqueza que el trabajo de la mayoría genera. Y
las desigualdades siguen en aumento cada día que pasa, lo que nos volverá a la
esclavitud sino se le pone coto pronto. Los españoles veremos de nuevo a legiones
de jornaleros en las plazas de los pueblos esperando que el Señorito los
contrate por un día -de sol a sol, por supuesto- y por el mísero salario de un “cacho
de pan y un trozo de morcilla” como ocurría en la posguerra. Los apellidos
Ilustres, que son casi siempre los mismos, volverán a disponer de todo un
elenco de sirvientes para sus grandes mansiones y para sus cuidados como
auténticos mozos de espuelas. Por poner un ejemplo cercano, que lo tenemos en
nuestro propio país: Casi dos millones y medio de personas pueden sufrir
pobreza en el trabajo por los bajos salarios que perciben (según ha quedado
reflejado en E.P.). A los que hay que sumar los casi cuatro millones de
parados, más de la mitad sin cobrar ninguna prestación y todos “buscándose la vida,
por regla general, en la economía sumergida”, obviamente la del índice más alto
de la UE, todo ello sin contar que nueve millones y medio de pensionistas ven
cada año como se reduce su poder adquisitivo ahora que, para colmo después de
haberse hartado de trabajar, tienen que hacerse cargo de hijos y nietos en
cientos de miles de casos (según parece, un ¡34%! de los hogares solo ingresa
la pensión del abuelo). Amén de tener que soportar que la economía va viento en
popa y a toda vela con el noventa y nueve y pico por ciento de contratos
temporales y, a mucho tirar, de no más de media jornada que impide a la mayoría
de los jóvenes formar una familia e incluso independizarse cuando ya rondan los
cuarenta años. ¿Qué esperan todos estos descerebrados -muchos de ellos más
fanáticos que los propios fanáticos- aunque lo sean de lo contrario -ellos no
pasan hambre- que el paisano al que me he referido al principio? ¿No se dan
cuenta de que la gente se radicaliza
siempre por algún motivo y no hay mayor motivo que no tener nada que llevarse a
la boca? Dice la Biblia (que servidor, por cierto no ha leído) que “te ganarás
el pan con el sudor de tú frente”, pero para algunos que sí la han leído y son
católicos y apostólicos de misa y comunión diaria eso no se contempla, porque
ellos se ganan el pan con el sudor de los
demás desde que el mundo es mundo. ¿No comprenden que los cerebros de
los radicalizados son muy fácil de manejar por los que han perdido ya toda la
ilusión por una vida digna y, como vulgarmente se dice, se han tirado al monte
sin ningún reparo a la hora de decapitar a cualquier persona incluso de su
propia etnia? ¿Tan difícil es entender que un mundo donde hay pan para todos no
se lo pueden comer sólo “cuatro” y encima reírse de los hambrientos con el
argumento peregrino de que “los pobres lo son porque no tienen voluntad para
dejar de serlo”? ¿Tan complejo resulta comprender que el terror es fruto del odio sembrado por las desigualdades y que,
repito, desde que el mundo es mundo siempre ha sido así? ¡Llevadles pan en
lugar de armas! Y a lo mejor tenemos la suerte de que, como el vecino de mi
pueblo, se “callen un rato” y no sigan matando inocentes en cualquier sitio…,
aunque, con países como Arabia Saudí y Turquía y todos los que le venden armas
sin la menor dificultad, lo tenemos bastante crudo por el momento.
Me temo pues, que por
muchos atentados que se sigan produciendo, países de los más ricos del mundo, como
es el caso del citado antes, Arabia Saudí, van a seguir comprando armas para
luego revenderlas y van a mantener ese ¡52%! de analfabetos para que nadie
moleste a sus jeques. Y otros muchos países, caso de España, van a seguir
siendo amigos suyos mientras les sigan comprando verdaderos arsenales, parte de
los cuales terminan en manos de los que causan pavor en cualquier ciudad de
cualquier nación de todo el mundo. La posesión de ciertas armas modifica el
arrojo y, en multitud de casos, trastorna la conciencia. Y sino que se lo
pregunten a los americanos que se lían a tiros por menos de un pitillo en
cualquier Escuela o cualquier Universidad sin ningún motivo aparente. En la
raíz está la solución del problema, pero la avaricia no quiere saber nada de
nada que no sea negocio. Y así nos va y peor nos irá en el futuro sino le
echamos freno a la riqueza desmesurada de los menos y exigimos la disminución
de la pobreza de los más. Hay de sobra para todos, pero no puede, reitero,
estar en las manos de sólo unos cuantos. Los movimientos ultraderechistas y los
neoliberales que, obviamente, vienen a ser lo mismo, dan un paso cada día
cubiertos por el gran capital. Si no paramos esas fuerzas con más democracia y
menos corrupción política, como señala ese autobús de Podemos aparecido hoy por
las calles de Madrid, surgirán, cuando menos lo esperemos, nuevos
nacionalsocialistas como Hitler (¡ojo con Trump!) y nuevos “comunistas” como
Stalin (¡ojo con ese tal Putin o el “niño” de Corea del Norte!) para terminar
de destrozar el mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario