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miércoles, 12 de septiembre de 2018

12/09/18 - CARTA ABIERTA A PABLO IGLESIAS


CARTA ABIERTA A PABLO IGLESIAS

 Sr. Iglesias: Lo primero que quiero es darle ánimo para seguir atendiendo a sus hijos, porque, con ese “¿no hay alguien más por ahí?” -como decía el humorista catalán Eugenio- y la ayuda suya y de su compañera van a salir adelante. Se lo dice alguien que padeció tosferina en el año 1948, prácticamente recién nacido, con lo que esa enfermedad suponía en esa época (irse al “más allá”) y con el esfuerzo de sus padres, noches y noches sin dormir turnándose para que pudiera respirar, salió adelante y aquí está escribiéndole a Vd. setenta años después.

Pero, Sr. Iglesias, no comparto su opinión sobre la Sanidad pública española, aún a pesar de haber pasado en seis ocasiones por el quirófano y haber sido atendido por magníficos profesionales, que prefiero no citar por aquello del lisonjeo que no es lo mío. Difiere mucho la de Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Bilbao y otras grandes ciudades con la que recibimos los extremeños que vivimos en las zonas rurales. Aquí, en Extremadura, sólo se salva del desastre (que servidor sepa) el hospital Infanta Cristina de Badajoz y quizás algún otro de Cáceres.

Los datos son inexorables: La Comunidad Autónoma española con menos médicos por número de habitantes y donde hay cerca de ¡100.000 personas! esperando para una intervención quirúrgica (lo que supone casi el cien por cien de quienes tienen esa necesidad), donde hay que esperar casi ¡cuatro años! para una consulta anual obligatoria de cardiología, y donde mientras, proliferan los Palacios de Congresos, las Casas de “Curtura”, las Universidades Populares y las no sé cuántas Empresas públicas para gloria del clientelismo que mantiene a los mismos en el poder por tiempo indefinido.

No, Sr. Iglesias, la Sanidad pública no es lo que Vd. se cree. Y no se trata de sus profesionales, no; se trata del sistema y de los recortes que ha sufrido con esa famosa crisis inventada por la Banca para poner sus cuentas al día con el dinero de los trabajadores españoles, y de la funesta política que falsos socialdemócratas y populares, con la extrema derecha incrustada en sus filas, llevan cuarenta años aplicando. No sin la inestimable ayuda de los partidos nacionalistas vascos y catalanes, cuyos dirigentes se han puesto las botas a costa de prestar esas asistencias, y sino que se lo pregunten al Sr. Puyol y sus niños, que, por cierto, afortunadamente, nacieron sin problema; aunque, eso sí, con el GEN de afanar implícito.

Así pues, Sr. Iglesias, hágale Vd. saber a su Secretario General en Extremadura, el Sr. Jaén, lo que ocurre y que retire su apoyo a este atajo de leños que mal gobierna esta Comunidad. Porque no se puede consentir que el propio Consejero de Sanidad, Sr. Vergeles Blanca, manifieste públicamente que quien no quiera esperar para ser intervenido se vaya a la Sanidad privada. La de sus amigos, claro. Como, por ejemplo, el Dr. Lillo Bravo, al que concedió una licencia para una Clínica privada sin la más elemental de las documentaciones: el Proyecto de Arquitectura y el hecho de que se hiciera en terrenos de equipamiento público sin haber sido desafectados.

No todo el monte es orégano, Sr. Iglesias. Pero, además, en Extremadura hay mucha tela que cortar en todos y cada uno de los temas que afectan a la política. Y si los suyos -que eran la esperanza de los más desfavorecidos- no lo hacen, los expoliadores de los dos grandes partidos seguirán “abarbando en el zurrutaco” con total despreocupación.     

 

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