CARTA ABIERTA A
PABLO IGLESIAS
Pero, Sr.
Iglesias, no comparto su opinión sobre la Sanidad pública española, aún a pesar
de haber pasado en seis ocasiones por el quirófano y haber sido atendido por
magníficos profesionales, que prefiero no citar por aquello del lisonjeo que no
es lo mío. Difiere mucho la de Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Bilbao y
otras grandes ciudades con la que recibimos los extremeños que vivimos en las
zonas rurales. Aquí, en Extremadura, sólo se salva del desastre (que servidor
sepa) el hospital Infanta Cristina de Badajoz y quizás algún otro de Cáceres.
Los datos son
inexorables: La Comunidad Autónoma española con menos médicos por número de
habitantes y donde hay cerca de ¡100.000 personas! esperando para una
intervención quirúrgica (lo que supone casi el cien por cien de quienes tienen
esa necesidad), donde hay que esperar casi ¡cuatro años! para una consulta
anual obligatoria de cardiología, y donde mientras, proliferan los Palacios de
Congresos, las Casas de “Curtura”, las Universidades Populares y las no sé
cuántas Empresas públicas para gloria del clientelismo que mantiene a los
mismos en el poder por tiempo indefinido.
No, Sr.
Iglesias, la Sanidad pública no es lo que Vd. se cree. Y no se trata de sus
profesionales, no; se trata del sistema y de los recortes que ha sufrido con
esa famosa crisis inventada por la Banca para poner sus cuentas al día con el
dinero de los trabajadores españoles, y de la funesta política que falsos
socialdemócratas y populares, con la extrema derecha incrustada en sus filas,
llevan cuarenta años aplicando. No sin la inestimable ayuda de los partidos
nacionalistas vascos y catalanes, cuyos dirigentes se han puesto las botas a
costa de prestar esas asistencias, y sino que se lo pregunten al Sr. Puyol y
sus niños, que, por cierto, afortunadamente, nacieron sin problema; aunque, eso
sí, con el GEN de afanar implícito.
Así pues, Sr.
Iglesias, hágale Vd. saber a su Secretario General en Extremadura, el Sr. Jaén,
lo que ocurre y que retire su apoyo a este atajo de leños que mal gobierna esta
Comunidad. Porque no se puede consentir que el propio Consejero de Sanidad, Sr.
Vergeles Blanca, manifieste públicamente que quien no quiera esperar para ser
intervenido se vaya a la Sanidad privada. La de sus amigos, claro. Como, por
ejemplo, el Dr. Lillo Bravo, al que concedió una licencia para una Clínica
privada sin la más elemental de las documentaciones: el Proyecto de
Arquitectura y el hecho de que se hiciera en terrenos de equipamiento público
sin haber sido desafectados.
No todo el monte
es orégano, Sr. Iglesias. Pero, además, en Extremadura hay mucha tela que
cortar en todos y cada uno de los temas que afectan a la política. Y si los
suyos -que eran la esperanza de los más desfavorecidos- no lo hacen, los
expoliadores de los dos grandes partidos seguirán “abarbando en el zurrutaco”
con total despreocupación.
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