¿Y
SI VIENE VOX QUÉ PASA?
Para
empezar, alguien me puede explicar qué tipo de democracia es la que no permite
que los votantes elijan a sus representantes y se tengan que aguantar el trágala
de aceptar a los ineptos de la inepcia que los partidos eligen entre los más
sumisos militantes (“zarrapastrosos cerebrales”, diría yo). Gente, que no
tienen ninguna intención de molestar al establishment ni a señoritos,
terratenientes, elitistas de todo tipo, faranduleros y demás “gentío” de la
sociedad que están viviendo forrándose sin poner un euro para nada.
A
lo mejor resulta que tenía razón Winston Churchill cuando afirmó que “ir de
fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo es una habilidad que lleva al
éxito” y los políticos españoles se han guiado por ese lema, pues de otra forma
no se entiende como la mayoría lleva más años que Matusalén haciendo “el indio”
y ahí están para lo que se les ofrezca. Mientras, los españoles seguimos
pagando un día y al otro también el infortunio que nos ha tocado vivir con esta
jábega de golfos inútiles laborales, limpiabotas del capital, licenciados de
salón, aprovechados de inocentes, lobos hambrientos de materialismo, “tarzanes”
de damas, protectores de las injusticias los desfalcos y las trapacerías más
inimaginables, lienzos calcados del PRI mexicano que ha logrado que Ciudad
Juárez sea considerada el infierno real en la tierra, enjambre -plaga- de vagos
al servicio de la Banca y las Finanzas, hijos del señorío y el despotismos, atajo
de vividores arrastrándose ante quien sea para vivir sin trabajar, la sobra y
el desecho de la sociedad que quiso y no pudo por su culpa ser demócrata, prolíficos
del odio a través del miedo, deletéreos de la familia y la sociedad más humilde
y más honesta de Europa, venenosos para cualquier ilusión sin escrúpulos de
ningún tipo (pregunten a los jóvenes, sobre todo, a los extremeños y a alguno
en especial que ya revelaré cuando sea oportuno), la hipocresía personal
convertida en hiena, la insolidaridad y el egoísmo enrolados para despreciar
las razas y las costumbres de otros sean quienes sean y vengan de donde vengan,
etc., etc., etc., y todos los etc. que Vds. quieran añadir. Reitero, una jábega
de individuos con conciencia errónea que critican a Vox y son ellos, en la
práctica, casi lo mismo, por no decir peores en muchos casos. Tolerantes
excepto con los que no piensan como ellos. Individuos (“espías de sí mismo”,
que manda narices) para los que las
leyes son como las telarañas: los insectos pequeños quedan prendidos en ellas, los
grandes las rompen. Personajes con los que nada ganábamos cuando se forraban,
pero que tenemos que poner lo que haga falta cuando ya no queda nada que afanar
y se inventan una de esas crisis para “aligerar sus cuentas” y poder seguir su
sempiterno expolio de la sociedad. Contando, como no, con el Gobierno de turno
que, presto, y por la cuenta que le tiene, sale a su rescate en vez de hacerlo al
de los estafados, haciendo gala del social-conservadurismo infectado por el virus
de la opulencia: El Estado tomando de los pobres para salvar a los ricos, como
los hijos tontos de Robin Hood.
¿Qué
vienes Vox? Pues que venga, si para el caso es igual. Pero que nadie lo olvide:
“En los bolsillos vacios se forman piedras”.
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