POBRECITO MI
PATRÓN…
Piensa que el
pobre soy yo. Lo cantaba el inolvidable Alberto Cortez. Y ahora, ese economista
del establishment financiero (al servicio del neoliberalismo y del capitalismo
opresor de la Banca más usurera del mundo y el Ibex), Daniel Lacalle, quiere
hacernos creer que el título de la canción de Cortez estaba en lo cierto: Los
pobres son los patronos. Y para demostrarlo hay están los datos que avalan tal presunción:
Las empresas (con sus ejecutivos y mandamases a la cabeza, caso de la Sra.
Botín, por ejemplo) forrándose a base de explotación laboral y de “ayudas”, no
sólo en el Impuesto de Sociedades (que de un 25% o un 30%, lo mismo me da, se
queda en un exiguo 3% en la mayoría de los casos, lo que supone un fraude
fiscal anual de cerca de ¡90.000 millones de euros! que nos birlan a todos los
ciudadanos), sino con el sistema que alguien ha llamado “peronista” (todo son
bonificaciones y deducciones); y no sólo las empresas más grandes y las
cotizadas -por supuesto, sin ningún género de dudas como, por otra parte, ha
sido y será siempre- sino todas las que facturan más de 50 millones de euros al
año y muchas de esas llamadas familiares que escondidas en el régimen de
Autónomos no dejan de hacer “su apaño” por lo “bajini”.
Pobrecitos
patronos, lo que tienen que estar pasando: Según los datos de la Agencia
Tributaria referidos al año 2018 (como explica Ander Cortázar en el periódico digital
EP) las familias y el consumo sostienen la recaudación tributaria en España. El
porcentaje que aportan las empresas a la recaudación anual del Estado a través
del Impuesto de Sociedades se ha quedado reducido al 11,9% del 25% que
aportaban en el año 2007. Y según el IRPF del año 2017, la aportación de las
personas con rentas inferiores a 60.000 € fue de 46.717 millones de euros y el
de las empresas de 23.143 millones. Es decir, las personas con rentas menores
de 60.000 € aportaron 23.000 millones de euros más que las empresas… y, como no
podía ser de otra forma, aportaron 6.000 millones más que esas mismas personas
diez años atrás. En fin, ¡lo que no estarán pasando los pobres patronos! No
hace muchos días se ha conocido que 27 multinacionales españolas (con una cifra
de negocio conjunta de 110.944 millones de euros), pese a tener un beneficio de
¡25.325 millones! en el año 2016, sólo pagaron 65 millones por el Impuesto de
Sociedades en todo el mundo (las grandes empresas pagaron el 12% de sus
beneficios, pero una de cada cinco pagó sólo el 0,3%), y otras 16 que ganaron
19.724 millones apenas abonaron 1.149 millones. De manera que, según los datos
del Ministerio de Hacienda, los beneficios empresariales actuales son 28.000
millones superiores a los del 2007. Y ojo al dato publicado por el fisco por
primera vez: las 134 multinacionales españolas que facturan más de 750 millones
al año (con un tipo medio efectivo sobre los beneficios del 12,6%) pagaron
11.594 millones de euros en impuestos por unas ganancias de 91.849 millones y
unas ventas de 934.408 millones, ¡casi un billón!
Pobrecitos nuestros
patronos, Sr. Lacalle, qué lástima me dan: Acosados por esos jóvenes que, hace
ya muchos años, dejaron de ser “mileuristas” (a mil euros no llegan ni los
ingenieros), y el que tiene un contrato, que no son todos ni con mucho, no es
de más de cuatro horas y, por descontado de menos de tres meses, cuando no de
días o semanas solamente, y sin poder exigir que se le abonen horas
extraordinarias porque la empresa las necesita y no puede hacerlas efectivas
por la falta de liquidez (la pasta gansa se le han adjudicado los señoritos
empresarios mediante bonus y otras prebendas que se han autoimpuesto para
disfrutar de safaris y viajes de “negocios” a sitios privilegiados o la compra
de un chalet en la “moraleja”, pues que menos se merecen los que han “arriesgado”
su dinero); o por los trabajadores indefinidos que han tenido que rebajarse sus
salarios si querían evitar uno de esos famosos ERES que los plantaba en la
calle, y que los han convertido en pobres a pesar de tener trabajo (once
millones según la estadística en este maravilloso país que nos pintan los
economistas como ese Sr. Lacalle); o por esa UE neoliberal que sólo dictamina buen
bocado para que las familias de terratenientes de toda la vida se
beneficien de grandes sumas del dinero que ponemos entre todos con nuestros
impuestos mediante sistemas como ese de la región “objetivo número uno” -en el
caso de Extremadura- y ni siquiera permite que se cumplan sus “ordenes” en
casos como el de las hipotecas usureras de la Banca española aplicando
cláusulas abusivas como el IRPH.
Pobrecitos patronos. Teniendo que
soportar esas funestas reformas laborales del 2010 y del 2012 que tanto daño
les ha infringido empoderándolos a costa de debilitar a las clases
trabajadoras. ¡Qué pena me dan!, pobrecitos, teniendo que soportar los recortes
del Estado del Bienestar que dañaron de una manera muy significativa la calidad
de vida de las clases populares mientras ellos, los pobrecitos, zurra que te
zurra a “la milla de oro”. La enorme crisis social, sin precedentes en el
periodo democrático (se vive peor que en el año 2010 y se gana menos),
pobrecitos, los ha enriquecido a razón de un 25% de aumento de su riqueza cada
año, y todavía hay quienes, como el Sr. Lacalle, se adolecen de “sus malas
situaciones económicas” y no sobrevaloran sus malandrines derechos.
Pues sí, Sr. Lacalle, aunque Vd. y
quienes le pagan no lo puedan entender, la canción de Alberto Cortez con letra
de Facundo Cabral que finaliza con la estrofa “más que el oro es la pobreza, lo
más caro en la existencia”, no es otra cosa que una simple acrimonia de la
vida: ni hay ningún pobre patrón, ni lo ha habido nunca…, ni lo habrá jamás.
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