¡Y ESA LEY
ELECTORAL!
De verdad, aunque
sé que soy un simple escribidor y que mis escritos tienen, obviamente, poca
trascendencia, quiero recordar haber dicho, por indignación, en más de una
ocasión, que el sistema electoral español es muy poco representativo. Y, por tanto,
esta Democracia se asemeja más a una Timarquía que a otro sistema cualquiera
conocido. Timarquía que, como sabe todo el que haya leído algo, según Platón,
era un sistema político degenerado en el que los guardianes acumulan riquezas y
el poder a espaldas del pueblo trabajador y que degenera en Oligarquía
(gobierno de pocos), en la que la clase dirigente está compuesta por aquellos
que poseen las riquezas. ¿No es el caso de España? ¿No es el establishment
financiero (Banca e Ibex, sobre todo) quien gobierna, aunque sea en la sombra?
Sinceramente, de eso no cabe la menor duda…, aunque nos quieran convencer de
que “sale el sol por Antequera”. De ahí el miedo que suscita entre la patronal
CEOE el hecho de que Diputados de
Unidas-Podemos o militantes de estas formaciones políticas (para ellos los
comunistas y los extremistas y populistas en lugar de los progresistas que
quieren cambiar la Timarquía por la Democracia) puedan formar parte del próximo
Gobierno del país y les impida pasear tanto por la “milla de oro” o por esa
otra calle -no recuerdo su nombre- de Barcelona que está entre las más caras
del mundo.
La Ley Electoral
es la culpable de todos los males que “alegran” nuestro sistema político, del
que basta con los casos de PP (“Púnica”, “Gürtel”, “Lezo” …) y del PSOE (los
ERE andaluces, por ejemplo) para que nadie nos pueda negar la corrupción
política existente con el bipartidismo que en esa famosa transición nos
metieron para el cuerpo sin que nos diéramos cuenta. Geniales esos llamados
padres de la Constitución, lo que vulgarmente se dice “un gol por la escuadra”.
El catedrático
Vicenç Navarro analiza las pasadas Elecciones demostrando con datos lo que de
maléfico tiene nuestro querido sistema electoral con la Ley de D'Hont. Datos,
por otra parte, que nuestros políticos neoliberales y socialdemócratas de
derechas y el establishment financiero no quieren ver ni en pintura, les pasa
lo que dice El Roto: ¡Un cargamento de datos! ¡Al abordaje! Para ellos, lo
bueno es hacer lo que señala Manuel Vicent: “Operar con serrucho, tocar el
piano con guates de boxeo, ahogar el seis doble y cantar las cuarenta siempre
en bastos” ¡Y vivan las desigualdades de renta y de riqueza! Vean Vds. la
explicación de Vicenç Navarro:
Vox
consiguió menos votos que la suma de los votos obtenidos por Unidas Podemos y
sus confluencias y Más País. Vox obtuvo 3.640.000 votos, 34.000 votos menos que
Unidas Podemos y sus confluencias y Más País juntos (3.674.000 votos). Unidas Podemos y sus
confluencias consiguieron 3.097.000 votos, y Más País 577.000. En cambio, el
número de escaños para UP y confluencias y Más País fue de 38 en total (35 para
UP y confluencias y 3 para Más País), un número mucho menor a los 52 escaños obtenidos
por Vox. En realidad, un dato poco conocido es que, sumando todos los votos
a partidos de izquierda (incluyendo aquellos que no consiguieron representación
parlamentaria) el número total de votos es mucho mayor que el total de los
votos a las derechas. En las elecciones anteriores (28-A) fueron 1,1
millones de votos más, número que descendió a 964.000 debido a que la
abstención fue mayor entre las izquierdas que entre las derechas. Hay miles y miles de votos de izquierda que no tienen representación
parlamentaria, lo cual daña a las izquierdas. El hecho de que un nuevo partido,
Más País, se presentara en 18 provincias, sacando escaños en solo dos de ellas,
significó no solo una pérdida de tales escaños, sino que perjudicó y penalizó a
los otros partidos de izquierda con representación parlamentaria al dividir el
voto. En Comú Podem perdió un escaño debido a la transferencia de
lealtades a Más País que no consiguieron ningún escaño.
De ahí
que la gran división y atomización de las izquierdas han sido muy negativas
para las fuerzas progresistas, y muy en especial para las izquierdas. Su causa
es la limitadísima proporcionalidad del sistema electoral español. El principio democrático de que cada voto vale lo mismo se viola
en la ley española. En realidad, si hubiera sido un sistema proporcional (es
decir, que el número de escaños fuera proporcional al número de votos obtenidos
en el conjunto del Estado) y sin barrera electoral, la diferencia de escaños
entre las derechas y las izquierdas sería mayor, pasando las izquierdas de 180
a 182 escaños, y las derechas de 170 a 168. Dentro de las izquierdas, el PSOE
bajaría de 120 a 98 escaños (22 menos) y Unidas Podemos subiría de 35 a 45; los
demás ganadores de la izquierda serían Más País, que pasaría de 3 a 8 escaños;
la CUP, que pasaría de 2 a 4 escaños; BNG pasaría de 1 a 2; y el PACMA
accedería al Congreso con 4 escaños, junto con Recortes Cero-GV, PUM+J y
ARA-MÉS-ESQUERRA, que entrarían con un escaño cada uno. Es decir, que no
solo las izquierdas ganarían paso frente a las derechas, sino que las
izquierdas a la izquierda del PSOE ganarían peso dentro del bloque de las
izquierdas.
La escasa (por no decir nula) recuperación de la memoria histórica explica
que se desconozca que la ley electoral española tiene
sus orígenes en la aprobación de los principios de tal ley electoral por parte
de la Asamblea Nacional (el órgano fascista que dirigía la vida política del
régimen dictatorial) y que exigía que se aceptara por el nuevo régimen
democrático como condición de que tal Asamblea desapareciera. Y aun
cuando hubo cambios en las Cortes españolas democráticas, se mantuvieron intactos los principios de tal ley (consecuencia
del enorme poder de las derechas en el nuevo Estado que no fue una ruptura sino
una modificación del régimen anterior). Tal sesgo conservador explica también
que cuando el gobierno de derechas nacionalista catalán (el pujolismo) tuvo
oportunidad de cambiarla, no lo hizo (puesto que también le favorecía).
¿Queda
o no queda claro?
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