¡IMPOTENCIA!
Los españoles estamos llegando a un extremo de transigencia de degradación pública que es difícil de entender en un país perteneciente a la Unión Europea (UE), los más desarrollados del continente más antiguo, y a la OCDE, los más desarrollados del mundo. En ninguna parte (salvo el tercer mundo y ciertas dictaduras encubiertas por el sistema comunista-capitalista de China y Rusia y parte de Centro América y América del Sur con sus democracias bananeras o, en el mejor de los casos, dicta-democracias corrompidas como la de Nicaragua y Colombia y, si me apuran, Argentina y Chile y la opulenta Brasil) ocurre que la transigencia a la degradación pública haya alcanzado las cotas que en España, la cuarta economía de la UE y la once o doce de la OCDE: La civilización…
Veamos, para mejor comprender nuestra degradación
pública asumida (única), lo que dice la RAE del vocablo “impotencia”: Falta de
poder para hacer algo”. Sí, ya sé que hay otras dos definiciones, pero esas son
referidas a las personas en sí misma y no nos interesan para lo que aquí
queremos exponer como crítica al sistema público de funcionamiento de nuestra
mal llamada Democracia, puesto que no es otra cosa que una vulgar Plutocracia
muy cercana a la Cleptocracia.
¿Nos hemos quedado los españoles maníos? ¿Nos hemos
vuelto conformistas todos?
¿Es posible que sólo quedemos “cuatro” que somos
capaces de denunciar todas las ignominias que la población (muy especialmente
la más desfavorecida) soporta y que encima lo haga de manera estoica? ¿No es
increíble que a la mayoría de los medios de desinformación (prensa de papel,
radio, televisiones –incluida la pública- y muchos otros medios digitales)
nadie les ponga coto a sus difamaciones y bulos o, como ahora llaman los
modernos, “fake news”, que tienen a todo el mundo imbuido en la percepción
errónea de lo que está pasando? ¿Qué pasa, que está pasando? ¿Va a ser cierto
eso que dijo Machado de que entre los españoles nueve de cada diez trompan? Y
eso otro que ha manifestado una Sra. llamada Inés Lindo en Facebook de que “no
es justo que a La Razón, El Mundo, Etc., se le aplique un 4% de IVA y al resto
del papel higiénico un 21%”. Es decir, no se explica lo que está pasando y lo
que estamos pasando viéndolas venir sin inmutarnos lo más mínimo.
Quizás la falta de “poder hacer algo” esté muy
relacionada con la desaparición sindical, con el sindicalismo displicente que
ahora tenemos y del que hay muchos responsables de que sea así. Pero, sin duda
alguna, hay un máximo responsable (como en todas las facetas de la vida, por
otra parte) que no es otro que el más socialista de los socialistas ahora
convertido en neoliberal D. Felipe González Márquez y sus famosos cursos de
formación puestos en manos del sindicalismo para corromperlo y hacer que no
vuelva a “molestar” en su camino hacia la gloria capitalista suya y de sus más
fieles seguidores, caso de D. Alfonso Guerra y “compañía de los mártires” entre
los que destacan D. Juan Carlos Rodríguez Ibarra y D. José Bono (cariñosamente
llamado “D. José Meabono”), consuegro de nuestro querido Raphael (el del tambor
y los pastores, ¡puf!).
Es increíble que los españoles permanezcamos en puro
estado de impotencia (sin poder hacer nada, pues) cuando se tratan los tema
sanitarios, de dependencia, educativos, económicos, de transportes, de justicia,
políticos (con su abrumador clientelismo), constitucionales, religiosos, de
desigualdades de sexo, de trabajo, de salarios y pensiones, sindicales también,
autonómicos, deportivos…, y cuántos se les puedan terciarse. Sin advertir que
como señaló Averroes (filósofo y médico andalusí musulmán): “La ignorancia
lleva al miedo, el miedo lleva al odio y el odio lleva a la violencia”.
Esperemos que no se repita la historia -relativamente reciente- en cualquier
momento, hay muchos españoles (la mayoría de los de Vox, entre otros) que piensan
que Franco aún vive y que este País les pertenece por completo en todas sus
jerarquías, y como la impotencia es prácticamente una idiosincrasia nacional…
Si hablamos de Sanidad sólo hay que señalar que en
España hay más hospitales privados que públicos; pero, ¡cuidado!, los públicos
tienen muchas más camas que los privados y muchas de éstas están en los
pasillos de los hospitales y de las salas de urgencia, excepto en ese hospital
nuevo de Toledo que ha costado más de
¡mil millones de euros! y donde entra el agua cuando llueve a
“cataratas” y no es posible su utilización gracias a la gran obra realizada por
D. Florentino Pérez y algún que otro “compinche” de las desvergüenzas
nacionales (recuerdo cuando, hace ya muchos años, el Sr. Ibarra nos prometió a
los extremeños una cama por habitación, y ahora -tras muchos años ha- en la
mayoría hay no dos sino tres). Además, todo el mundo sabe que muchos -la
mayoría- de los médicos especialistas de renombre de los hospitales públicos
“atienden” en los privados aún a pesar de esa famosa dedicación exclusiva que
les reporta un gran beneficio. Pero, para la gente, para muchísima gente por
desgracia, “como si tal cosa”; es lo que hay, que se va a pedir…
De dependencia mejor no hablar porque se ponen los
pelos de punta. No voy a dar datos de las personas que fallecen por falta de
atención teniendo concedida la ayuda a la dependencia y las que la tienen
solicitada y la burocracia las “pospone” porque son de hace bastante tiempo;
pero, ¿se han preguntado cuántas personas dejan este mundo sin que haya nadie
que les preste una mínima ayuda para subsistir? Háganlo y verán porque digo que
se ponen los pelos de punta, aún a pesar de que el Covid-19 seguro que está
“ayudando” a corregir las cifras.
Mejor no hablar de población protegida, pues según
los datos, España se sitúa como el cuarto Estado comunitario con menos
población protegida por el sistema público de prestaciones, solo por detrás de
Grecia, Croacia y Chipre. En el extremo contrario, hasta 16 países tienen a más
del 90% de sus habitantes bajo el paraguas de la protección social, mientras
que cinco, entre ellos Francia y Bélgica, son capaces de llegar al 100%; por
descontado, peleándolos en la calle, y no como aquí con un sindicalismo
displicente que promueve la impavidez.
Si tocamos la Educación, para que repetir que cada
Autonomía tiene la que le pasa por el “arco de triunfo”; para qué señalar que
cada año “aunque dos y dos sigan siendo cuatro” los papás de los niños tienen
que gastarse una buena pasta en libros. ¿Será quizás que las editoriales se aburren
y hay que darles algo que hacer, ya que, los españoles somos los que menos
leemos de entre nuestros vecinos y de entre nuestros “amigos” de esas famosas
Organizaciones a las que pertenecemos como país desarrollado? ¡Leyes, leyes,
leyes!, cada gobierno una nueva ley, y para qué… ¿para el embrutecimiento o el
fomento de la ignorancia y el adoctrinamiento que a cada formación política le
conviene? Cómo se explica sino…
De economía ya sabemos más que Thomas Piketty o
Yanis Varoufakis. Y lo que no sabemos nos lo enseña esa Sra. que es la Jefa del
Estado en la sombra llamada Ana Patricia Botín: la riqueza en total desmadre
aumentativo y la pobreza en desbandada, sin que se puedan controlar lo más
mínimo sus índices aumentativos cada día que pasa, hasta el punto de estar
próxima la desaparición de la clase media convertida en pobreza relativa, el
paso anterior a la pobreza severa. Y por si no hubiere suficiente, ahí está el
Erario para terminar la persecución con su IRPF regresivo en escándalo, como
diría ese antes citado Raphael. Pero, eso sí, aquí nadie tiene el menor miedo a
esa ministra (Nadia Von Calviño) que impone el neoliberalismo a los
“compañeros” de Unidas-Podemos y éstos patean y patean, obviamente, sin balón.
La impotencia económica es más que patente en España, y para demostrarlo ahí
está el recibo de la luz (33 de las 51 eléctricas más grandes del mundo son de
control estatal, y aquí el control lo tienen Iberdrola, “patricio”,
“suplicio”…) sin que nadie haya salido a la calle; ni nadie se atreva a
instalar “la guillotina” como harían nuestros vecinos franceses. Para colmo,
como dijo un tal Antonio Parrilla, “a los ricos les prescriben los delitos, a
los pobres los derechos” (más de 150.000 cortes de luz el pasado año a la gente
de la pobreza energética). A ver si no es esto impotencia.
Voy a ser lo más breve posible en algunos temas más para
no ser demasiado pesado.
¿Qué decir del transporte? Sólo falta que ahora que
están suprimiendo el peaje en algunas autopistas nos lo pongan en las
autovías…, para compensar, claro. No quiero pasar por alto lo del tren de
Extremadura (hace unos días sólo ha ocurrido la última de las cientos de
averías sufridas), pero no hay que apurarse porque el Presidente nos ha
prometido que todo se va solucionar muy pronto, o sea, como dijo Marguerite
Duras, demasiado tarde. Ya veremos si no tiene Marruecos el Ave antes que
nosotros. Más no pasa nada, otros cuarenta años que se tirarán el PP y el PSOE
celebrando nuestra supina impotencia.
Si tocamos la Justicia (hay un escrito mío, “¿Es la
judicatura “la Jefa” del Estado Español?,” muy reciente que pueden leer) sólo
señalar que llevamos ¡1.000 días! desde que el CGPJ debería haberse renovado.
De tal modo que, como he dicho antes: “A los ricos les prescriben los delitos
(será que el CGPJ está esperando que prescriba todo lo del PP, PSOE, CIU…), a
los pobres los derechos”. No dejen de leer el artículo de Ana María Pascual en
el periódico Público, “Lawfare en España”, es muy ilustrativo. Y esperemos que
no ocurra lo que dijo D. Gregorio Marañón: “Aunque la verdad de los hechos
resplandezca, siempre se batirán los hombres en la trinchera sutil de las
interpretaciones”. El descrédito de la justicia a cualquier nivel no es una
apreciación subjetiva, todo lo contrario. Desde la más alta magistratura,
Tribunal Constitucional (TC), hasta el más recóndito y anónimo de los juzgados
de Primera Instancia e Instrucción pasando por el Tribunal Supremo, Audiencia
Nacional, Tribunales Superiores de Justicia, Audiencias Provinciales
resoluciones tras resoluciones o sentencias judiciales provocan escepticismo,
hilaridad y hasta sonrojo entre la mayoría de los ciudadanos. De los que no
permanecen impávidos, de los de la impotencia. Una justicia que dependa del
juzgado, tribunal o del juez o de ante mano se sepa la resolución judicial o
sentencia según en qué instancia judicial se dirima la causa, poco tiene que
ver con la justicia y sí mucho con la discrecionalidad o con el pensamiento
ideológico o moral de quien debe aplicar la justicia. Frente a la corrupción, frente a los
delitos complejísimos de los que no roban gallinas, se suele pedir mayor rigor,
más penas. A ese tipo de delincuentes lo que les frenaría no es la severidad de
las penas sino la certeza de su aplicación. Delinquen convencidos de que, si
son descubiertos, sus bien retribuidos defensores alargarán el proceso hasta el
infinito y que, finalmente, podrán eludir los rigores de una condena efectiva.
Si
hablamos de religión, sólo decir que, aparte de la famosa cruz en el IRPF, nos
cuesta unos ¡11.000 millones de euros! al año, con los cuales se mantienen
emisoras como La Cope y cadenas de televisión como La Trece (muy divertida con
sus películas del Oeste). Y nadie dice nada: “con la iglesia hemos topado,
amigo Sancho” que dijo Don Quijote.
De
política sólo dos apuntes: Tenemos cerca de ¡500.000 políticos!, cuatro veces
más que Alemania que nos dobla en número de habitantes, y están dispuestos a
aumentar el número; y como acuñó Arnold J. Toynbee: “El mayor castigo para
quienes no se interesan por la política es que serán gobernados por personas
que sí se interesan”. En España es tal la impotencia ante todo (especialmente
sobre el clientelismo) que pronto votarán menos gente que en Francia, o sea,
menos del 50%.
De
la Constitución (copiada casi literalmente de la alemana) solamente cabe
señalar que ya es hora de “retocarla” y sobre todo de hacer que se cumpla. No
se puede permanecer impávido ante lo que está pasando, así no se puede seguir
viviendo en paz.
Si
de salarios y pensiones hacemos hincapié en algo es que nos mostramos
impotentes aún sabiendo que somos los que tenemos tanto los salarios como las
pensiones más bajas de la UE. Subir el SMI 16 € es algo que suena a tomadura de
pelo, y los de Unidas-Podemos no deberían haberse tragado ese “inaceptable sapo”.
Si con las pensiones ocurre igual…, que Dios nos apañe. Unidas-Podemos no puede
permitir esos atropellos fascistas aunque la gente permanezca (no todas) en
estado de impotencia.
Las
Autonomías ¡fuera! Estado Federal y se acabaron los cuentos. ¡Ya está bien de
mantener mastuerzos y parásitos! Echen un vistazo al número de empleados de la
Junta de Andalucía y de la Junta de Extremadura (o a cualquiera de las demás) y
agárrense bien a la silla cuando los comprueben porque se van a quedar de una
pieza.
Del
deporte, solamente decir que, como ya señaló hace bastante tiempo alguien, está
a punto de explotar la burbuja, especialmente en el futbol. Y no olvidar lo que
dijo Cassius Clay: “Los campeones no se hacen en gimnasios, están hechos de
algo inmaterial que tienen muy dentro de ellos. Es un deseo, un sueño, una
visión”
Lo
dicho: En España estamos sumidos en un estado de impotencia que está dando
larga a las mil y una trampas de los más espabilados (la burguesía llama “paz
social” al silencio de los explotados dice Antonio Parrilla) mientras el
trabajo precario y la pobreza se están apoderando de una gran parte del país. No
puede ser que este país sea un túnel sin salida diseñado por un ingeniero
neoliberal. ¡Hay que despertar a la gente! ¿Cómo? ¡¡¡Como seaaaaaaaaaa!!!
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