TALIBANIA FISCAL
Dicen que los talibanes -que no hay que olvidar que son estudiantes religiosos, novicios, seminaristas- tienen una relación directa con la religión. La religión, una vez más, presente en algo que aterroriza al mundo…, como en otros tiempos -ya muy lejanos- lo fue la inolvidable Inquisición.
Según todos los indicios, las mujeres son las grandes perseguidas en el nuevo-viejo Afganistán. Los talibanes permiten pocos privilegios a las mujeres, por no decir ninguno; aunque ahora -increíblemente vencedores de una guerra contra el todopoderoso Estados Unidos y sus grandes aliados entre los que estamos los españoles- se muestren un tanto contemplativos en sus manifestaciones que, obviamente, son poco creíbles en Occidente conociendo ya el percal. Poca, por no decir ninguna, duda de que quienes van a pagar el pato en ese nuevo califato -o como quieran llamarlo- van a ser las mujeres y sus hijos sobre todo las hembras. Saldremos de esa duda en poco tiempo.
En España tenemos un Organismo (la Agencia
Tributaria) que muy bien se podría llamar, en lugar del nombre del paréntesis, Agencia
Talibania Fiscal.
Aquí no es que La Agencia Talibania Fiscal se
cebe con las mujeres, que también, (ellos no distinguen nada más que a las
ricas y esposas de los ricos y poco les importa el resto tanto si tienen
negocios como si no, exceptuando, obviamente, a Las Koplowitz, Ana Patricia
Botín, Nadia Von Calviño, María Jesús Montero…), sino que lo hace con las
Microempresas (las de menos de diez trabajadores) y con los Autónomos tenga o
no empleados. Ese fraude fiscal de cada año (entre ¡90.000 millones de euros! y
¡100.000 millones de euros!) que es totalmente imputable a las grandes
corporaciones, especialmente a la Banca que no paga nada de nada, quieren
compensarlo “atracando a cuchillo” (o sea a base de las mil y una inspección a
los que si cumplen con sus obligaciones “talibanas”) para justificar sus
miserables recaudaciones que, dicho sea de paso, están entre las más bajas de
la Unión Europea (UE) de los más desarrollados y de los que utilizan el euro
como moneda. De sobra es conocido que La Agencia Talibania Fiscal española
está entre las Agencias Tributarias de los países de la UE que menos recauda
con el IRPF que, ni que decir tiene, es de los más regresivos y único en su
especie por la abrumadora cantidad de bonificaciones y deducciones que
contempla…, para algunos (grandes capitalistas, gran empresa, todo tipo de
élites, muchos funcionarios, etc., entre otros), evidentemente.
Esto de España es como la antigua Inquisición (algo
parecido al Talibanismo), aquí se persigue a unas clases (autónomos, ex
autónomos, microempresas y, cómo no, a muchos de entre los más desfavorecidos
por el régimen plutócrata del 78 especialmente)
que generan el 70/80 % del empleo y a todos lo que soportan de manera estoica
atracos como el que se está produciendo con el recibo de la luz para sobrevivir,
y encima se les considera “herejes” tributarios a los que hay que echar a la
hoguera a base de inspecciones que a los otros citados no hay agallas u ovarios
para llevar a cabo.
Antes de hacerles una referencia de un periodista
independiente para que vean lo que es el Erario en España, les voy a contar -lo
más breve posible- lo que le acaba de ocurrir a un familiar que tras haber sido
perseguido y acosado por un MAFIOSO, PRIMITIVO ADAME PERERA (sí, con mayúsculas
lo de mafioso y su nombre y apellidos, ex funcionario de prisiones llevado por
el PSOE a la Jefatura Provincial de Tráfico de Badajoz como Subjefe), tuvo que
cerrar su negocio y marchar fuera de la Península para buscarse trabajo y poder
hacer frente a las deudas que en el momento de cierre (tras el acoso, reitero)
había contraído al iniciar su andadura como emprendedor. Emprendedor al que le
iban las cosas muy bien y su negocio crecía año tras año (tras muchos
sacrificios -y como dijo Churchill- sudor y algunas lágrimas) y eso el MAFIOSO
no podía soportarlo, presumiblemente, porque le estaba restando “intereses un
tanto espurios” que recibía protegiendo otros negocios del mismo gremio que el
del familiar no muy acordes con la legalidad, es decir, negocios un tanto
“irregulares” por no decir ilegales que, casi con seguridad, es el término
adecuado. Pues bien, como el pobre emprendedor no tuvo bastante con tener que
cerrar su negocio (un día explicaré con detalles los motivos del cierre para
que vean que “talibanes” hay en cualquier sitio), ahora La Agencia Talibania
Fiscal le persigue y -supongo para empezar- le pide que justifique sus ingreso
y gastos como autónomo del año 2016 (cerró en el 2018) sólo cuatro o cinco días
antes de que ese año haya prescrito; evidentemente, para hacerle la vida
imposible y hacer que tenga que recurrir a una de esas Asesorías Fiscales (en
su mayoría conniventes con La Agencia Talibania Fiscal) para que le
arregle algo que es demostrable y no necesita de ninguna inspección porque la
persona en concreto no es ningún delincuente que se dedicara -tipo esas grandes
corporaciones- a cometer cada año el fraude fiscal de mayor calado posible. Se
ve que hace falta “metralla” (dinero) y hay que intentar sacárselo a los que
menos tienen a base de, como en la Inquisición, acusarlos de “herejes” (en el
caso de los autónomos y microempresas, especialmente) y echarlos a la “hoguera
de las cuentas pasadas”, que, se supone, tiempo tuvieron en su momento de
inspeccionar.
En fin, vamos rápidamente con el resumen del escrito
relacionado con La Agencia Talibania Fiscal del escritor Ricardo Gómez,
pero antes un breve apunte de Carlos Cruzado, técnico de Hacienda:
“Desde el
entrenador Carlo Ancelotti hasta
el escritor Ildefonso Falcones,
pasando por el ex vicepresidente del Gobierno Rodrigo Rato, casi 3.900 nombres aparecen en la última lista de morosos publicada por la
Agencia Tributaria. Sin embargo, casi la mitad de estos morosos se encuentran
inmersos en procedimientos concursales, por lo que buena parte de los más de
7.000 millones que adeudan será de difícil cobro. De ahí que la de morosos se
trata básicamente de una lista de “desahuciados” de los que buena parte nunca
pagarán sus deudas.
Y ahora sí, lo del
escritor Ricardo Gómez, que, dicho sea de paso, no tiene desperdicio:
“Según refleja el
escritor (en su escrito titulado: ¿Es la Agencia Tributaria una organización
terrorista?): Hace poco recibí una notificación de la Agencia Tributaria. Me
dicen que observan un descuadre en mi declaración de 2019; lo que debería estar
en una columna está en otra, pero las sumas coinciden. No me hacen "una paralela".
No dicen que haya cometido ninguna irregularidad. La suma de lo declarado
coincide con la que tiene Hacienda, al céntimo. Pero esa carta, que no acabo de
entender, me llena de inquietud. Quien haya recibido alguna vez una carta de
Hacienda sabrá que las notificaciones cumplen con tres características: son
opacas, conminatorias y desequilibradas. La que yo recibí tiene 8 páginas. Me
precio de leer textos complejos, pero no la entendí en una primera lectura.
Solo después de que la llevara a una gestoría y me dieran claves para
interpretar lo que me decían y pedían y, por supuesto, con lo que me
amenazaban, pude desentrañarla. Me pregunto qué hacen los cientos de miles de
personas que reciben notificaciones similares. En efecto, lo que yo: llevarlas a
una gestoría.
Alguien diría que si
demuestro que mi declaración es correcta no debería preocuparme. Si no hay
crimen, no hay castigo. Pero, amiga, amigo, la Agencia Tributaria no da puntada
sin hilo. Puesto que "observa" ese descuadre, aprovecha a pedirme
toda mi contabilidad de 2019 para comprobar que esté en orden. La Agencia
Tributaria quiere limpio el escenario de un crimen, aunque no haya crimen. Las
notificaciones son conminatorias. La Administración no pide que "el/la
contribuyente" aclare un supuesto error. Avisa de que inicia un proceso de
gestión tributaria y detalla una larga lista normativa por la que se puede ser
objeto de multas si no se atiende en plazo. Pero hay algo más importante, en
negrita: "La presentación por
medios electrónicos es la única posible si, de acuerdo con la normativa
vigente, se encuentra obligado a relacionarse con las Administraciones por
dichos medios". Esto se llama despotismo informático. No todo el
mundo tiene ordenador, ni por qué saberlo usar cumplimentando las abstrusas
declaraciones de Hacienda.
Y he dicho como
tercera cualidad que son desequilibradas. La Agencia Tributaria concede diez
días para responder, le da igual si tienes trabajo o jaquecas, si te ibas de
vacaciones o si atiendes a un moribundo. Si no se hace en el plazo y el formato
solicitado, se inician expedientes sancionadores. Cualquiera que se haya
relacionado en algún momento con todo tipo de administraciones (locales,
autonómicas, estatales, de protección ciudadana, Seguridad Social…) puede
imaginar cómo funcionaría este país si esas administraciones tuvieran que
responder detallada y eficazmente a lo que "los/las contribuyentes"
solicitamos… ¡en diez días!
Da igual que seas un
viudo con una pequeña tienda y trates de cobrar una pensión; o un joven que
decidas impulsar la explotación agraria de tu abuelo; o una mujer que emprendas
un negocio como ceramista; o un fontanero que trabajes hasta la extenuación
para sacar adelante a tu familia; o una filóloga que trates de sacarte un
dinerillo como profesora de inglés, o un rider… Da igual. Si queréis ser
"legales" necesitaréis una gestoría porque el lenguaje y las normas
de la Administración nos convierten a todos en ciudadanos incapaces e ineptos.
Esto es despotismo lingüístico.
2020 nos ha empobrecido y Hacienda sabe
que eso lo va a notar en nuestras próximas declaraciones. Por eso, ha acelerado
otros mecanismos de recaudación. La Agencia Tributaria pide datos. Se los pide
a decenas o cientos de miles de contribuyentes, hayan cometido infracciones o
no. Las excusas son variadas. Esto no es, como nos quieren vender, "una
lucha contra el fraude". Es lo más parecido a una campaña de phishing, ese mecanismo delictivo que
consiste en enviar miles de mensajes en la certeza de que un porcentaje de
incautos caerá en el engaño. Con que sea pequeño, ya es negocio. La Agencia
Tributaria envía decenas, quizá cientos de miles de cartas conminatorias. Unas
no podrán ser atendidas porque "el/la contribuyente" bastante tiene
con un proceso de divorcio o de desahucio o de duelo por la muerte de un
familiar. Otras serán sancionadas por no ajustarse a las oscuras normas
contables que Hacienda dicta. En otros casos se reducirán gastos que estiman
justificativos, aunque sean necesarios para realizar su negocio. Y, sí, habrá algunos
casos de fraude. Pero tras ese barrido, a los honestos y a los defraudadores,
la Agencia Tributaria les incoará expedientes, propondrá sanciones, pondrá
multas, establecerá recargos… A un pequeño empresario o a un trabajador
autónomo siempre existe el riesgo de que se le escape algo, que se confunda en
algo, que olvide algo entre los cientos o miles de datos que debe contabilizar
al cabo del año. Para la Agencia Tributaria, todo contribuyente es un potencial
delincuente que debe ser vigilado, coaccionado y sancionado; así nos
trata en sus notificaciones. Todas las notificaciones dan miedo. Todos vamos a
las gestorías para que nos ahuyenten miedos pretéritos o futuros. Como digo,
esto es especialmente frecuente en el caso de autónomos y pequeños empresarios.
Hacienda necesita dinero. Los funcionarios y los asalariados no pueden ser
esquilmados más; tienen sueldos fijos, a veces de miseria, horarios prefijados
y casi siempre hay organizaciones sindicales que los protegen. La única manera
de sangrarles sería subir el IVA y otros impuestos indirectos, y esa es una
medida impopular. Pero los autónomos y profesionales, si se les detraen 20, 200
o 2.000 euros a través de este phishing,
siempre encontrarán tiempo y energía para compensar ese desgarro y no cerrar su
actividad. O eso, o la muerte. Si en el ejercicio anterior pagaste 2.700 euros,
¿por qué no 3.000 ó 4.000? Incluso si no existen errores o irregularidades,
Hacienda siempre podrá decir: "Esas botas aislantes, la cena que hiciste a
300 km de tu casa, la calculadora o la furgoneta que compraste no eran
indispensables, así que no te los considero deducibles. Los anulo, subo tu
cuota y te impongo una sanción por tratar de engañarme. Venga, no te enfades,
trabaja un poco más el año próximo". El mecanismo es así de simple y así
se está utilizando masivamente. Quizá por eso se fomente tanto el
"emprendimiento". Para la Agencia Tributaria, para los gobernantes
desaprensivos, todo trabajador autónomo o todo pequeño empresario son un
chollo, un pozo del que siempre se puede extraer algo más de agua. Eso, dicen,
es "lucha contra el fraude": recaudar millones de euros revisando las
declaraciones de cientos de miles de contribuyentes, al por menor… De aquí 100,
de aquí 500, allá 700… Tal revisión se hace sin audiencia del o de la
contribuyente, sin que tenga ocasión de alegar o de defenderse. Esto es
despotismo administrativo. Pero hay más, mucho más estremecedor todavía, y ya
no se trata de dinero. Esas cartas masivas de la Agencia Tributaria,
simbólicamente cubiertas de una cortinilla negra, son armas con las que sembrar
el miedo. Son bombardeos en alfombra realizados a colectivos enteros, y no
ataques selectivos sobre el corazón del fraude. Todo lo tuyo está a la vista
del Gran Hermano que es la Agencia Tributaria. Una vez le diste tus datos y tus
metadatos. Sabe dónde vives, cuál es tu cuenta corriente y tiene los mecanismos
necesarios para tomar lo que considera. Si lo estimas injusto, prepárate para
gastar dinero, tiempo y salud en recursos que no paralizarán el cobro. Ahora no
solo precisarás de gestores, sino de abogados y procuradores. Hacienda sabe
cómo amenazarte y quitarte el sueño. Esto es despotismo económico, pura
coacción. No te ayudará si no llegas a fin de mes, si tienes un problema de
tesorería, si la propia Administración se demora en el pago y eso pone en
peligro tu empresa, si quieres innovar o necesitas asistencia profesional. Esa
no es su labor; por todo eso debes pagar. La Agencia Tributaria te da miedo,
reconócelo. Te vigila y tanto si tratas de engañarla como si te equivocas puede
esquilmarte; puede arruinar tu trabajo, tu sueño, tu vida y la de tu familia.
Recuerda: las cartas llevan una cortinilla negra. Nada es casual. Yo a eso lo
llamo terrorismo, tal como lo define la RAE en su primera acepción: "la
dominación por el terror". Quienes podemos leer esto hemos salido vivos de
una pandemia, pero lo malo está por venir. Ya podemos ver lo que está
ocurriendo con los precios de la electricidad, y eso que no se habla de la
subida de los carburantes o de los artículos de primera necesidad. Hacienda
necesita dinero y conoce cómo extraerlo de forma masiva mediante esta técnica
de phishing. Sabe
perfectamente dónde están las grandes bolsas de fraude fiscal, sabe de la
evasión de capitales, sabe de las sicavs, sabe de las comisiones ilegales, sabe
dónde van a parar las ingentes cantidades de dinero que proceden del tráfico de
personas, de la droga o de la prostitución forzada. Pero las grandes empresas y
ciertos personajes oscuros están amparados por prestigiosas y carísimas
asesorías a las que tú jamás tendrás acceso. Qué curioso que a sus bufetes y
consejos de administración vayan a parar ex presidentes, ex ministros y muchos
otros políticos, cobrando sueldos astronómicos. Qué curioso.
Los grandes pilares del
supuesto estado del bienestar, como Hacienda o la Seguridad Social han
encontrado en la telemática la herramienta ideal para controlar, amenazar y
sancionar, a través del despotismo económico. Una terrorífica combinación que
crea el perfecto Gran Hermano, en el que cada ciudadano, cada ciudadana, es un
mero número de DNI, de NAFSS, de NIF, de CIF…”
Después de leer a
Ricardo Gómez, ¿no creen Vds. que la Agencia Tributaria española se asemeja
bastante a una Agencia Talibania Fiscal? Servidor, con todos los
respetos por sus técnicos y demás personal que tiene que bregar en las oficinas
de cada Agencia Tributaria, no alberga ninguna duda. La Agencia Tributaria
española es una más de las “iluminadas creaciones” del régimen del 78 que nos
quieren vender como “modélicas” de la Democracia que en sí misma no es -como
está más que demostrado- sino una vulgar Plutocracia o una Oligarquía
financiera de corte neoliberal en su total conjunto comandada por la Sra. Botín.
Dicho sin complejos, un auténtico pufo semejante a una Dictadura blanda (los
tres pilares del Estado, el legislativo, el ejecutivo y el judicial, están
sumidos en una casi total corrupción de la mayoría de sus miembros -y
miembras-), como, por otra parte, corresponde al tiempo en que vivimos…, el
siglo XXI y la victoria de los Talibanes.
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