No pensaba escribir más escritos “criticones”, pero como dice el viejo refrán: “cuando un tonto coge un carril, el carril se acaba y el tonto sigue”. Quizás eso me está pasando a mí. Y repasando escritos ya publicados en el año 2010 y viendo la que nos puede caer el próximo 23 de julio si ganan los “farrucos” he decidido atacar de nuevo con los “fusiles” de hace 13 años, que, por cierto, y curiosamente, no están aún todos en desuso. Claro está, que aquel escrito -no lo olviden- puede valer para el bipartidismo.
De lo primero con que quiero (¡maldita sea!, como se
dice: ¿reescribir puede ser? Bueno como se diga) molestar un ratito es con algo
de uno de los recuerdos que trataba del “Slogan”. Algo que, en mi modesta
opinión, es importantísimo en unas Elecciones, y más si son, como las próximas,
Generales. El “Slogan” que utilicé en aquel escrito (“La frescura engorda a las
criaturas”) fue sacado de uno de mis recuerdos de niño cuando en mi pequeño
pueblo (entonces tenía unos 700 habitantes, ya sólo le quedan algo menos de 240,
imagínense porqué) una buena señora vendía los helados por la calle a la que
llamábamos todos los niños “la gobierna”, y que, cosas de la imaginación de la
gente de entonces (Einstein mantenía que el verdadero signo de la inteligencia
no es el conocimiento, sino la imaginación), utilizaba el “Slogan”, reitero, “La
frescura engorda a las criaturas”, que voceaba con insistencia durante su
recorrido.
Voy a auto plagiarme algunos párrafos del escrito de
entonces que considero siguen, en cierto modo, estando aún de actualidad,
aunque, obviamente desconozco cuál será el “Slogan” que utilicen tanto los
“farrucos” como los que gobiernan aún.
“Hoy día, sin el curiosamente -o quizás sí-, a esta buena
Sra., que vivió en la pobreza (como, nada menos, que el 20% de los españoles y
- ¡horror! - el 41% de los extremeños actualmente), el Gobierno le está
“plagiando” su Slogan, “La frescura engorda a las criaturas”, y lo divulga por
los cuatro confines del Estado... Escondido, como no, y claro está, en esa
perífrasis de moda: “necesario para contentar a los mercados y proteger el
sistema financiero”. Pero, indudable, “la frescura” no es la de los helados; ni
“las criaturas” somos los niños de los años cincuenta. Ahora “la frescura” es
la suya para imponer esas normas -“muy necesarias”, dicen- que, como la subida
del IVA y de los combustibles, la flexibilización del despido, la
desvinculación de la subida del IPC de los salarios (de los míseros salarios de
la mayoría de los trabajadores españoles -18,3 millones, de los 27 millones que
perciben alguna “soldada”, ganan menos de mil € al mes-; no digamos ya de los
pocos que tienen trabajo en Extremadura -si exceptuamos los que lo hacen para
la Junta, que emplea a unos ¡45.000 explotados!, una gran parte de ellos
producto de la copiosa sinecura- que sueñan con llegar algún día a
mileuristas), el contrato único, la congelación de las pensiones (¡y qué
pensiones!, sobre todo, las de los extremeños que están más de 200 € mes por
debajo de la media nacional y son las segundas más bajas de España), la rebaja
de los sueldos de los funcionarios (y de la mayoría de los contratados de la
Administración -algunos con contrato en fraude de ley, y uno, que yo sepa,
vilipendiado por su Director y por su Jefe de Personal- que no llegan siquiera
a los mil €/mensuales), etc., etc., van camino de conseguir que una gran parte
de la población de este país se encuentre en la dramática situación que sólo
tienen la valentía de denunciar los periódicos digitales y -quizás
paradójicamente- el Periódico
Extremadura: “con sólo algo, muy poco ya, para poder perder” y perseguidos por
el Erario… Lo que no se hace con los ricos y poderosos, imagino, porque en ese
apartado están ya una gran parte de los gerifaltes a los que ha venido Dios a
ver con la Democracia.
Y las “criaturas”…, todos sabemos quiénes son: la banca más usurera del
mundo (aprovechando el rescate para aumentar los beneficios y los sueldos millonarios
-en euros- de sus directivos y ejecutivos) y las Caja de Ahorro (encubriendo
en la obra social la corrupción
manifiesta -incluso la clerical- y las condonaciones a la política); todos los
que forman parte de ese club “Bilderberg”; las élites (todas sin excepción) que
disfrutan de las SICAVs y, ahora también, de los SIF luxemburgueses; el
empresariado que más deja que desear de toda Europa, apandado cuando las cosas
van bien y llorón, zascandil y déspota cuando van mal; y, para no alargarme, la
clase política dirigente con el socialismo neoliberal de “Loewe” a la cabeza.
Así, dicho sea de paso, si todas las “criaturas” contribuyeran con lo
que les corresponde y dejaran a la Hacienda Pública “dar un palito” a la
economía sumergida, dispondríamos de unos ¡100.000 millones! más de euros. O
sea, seriamos uno de los tres Estados más ricos de la UE y no necesitaríamos
otra cosa que combatir la corrupción política y las abismales desigualdades
sociales que ésta ha generado.
Por cierto, lo que habríamos disfrutado los españoles con ese mundial de
futbol que hemos ganado (aún a pesar de ser el futbol el medio más utilizado
para distraer de los problemas más acuciantes) si no hubiéramos sufrido el
engaño político y social del neoliberalismo (aquí enmascarado en una formación
que se autodenomina socialista, pero que está muy cercana al fascismo de
izquierda) que ha traído a la sociedad: desazón, humillación, impotencia,
injusticia contributiva, una carga impositiva imposible de soportar,
indefensión, miseria salarial y reducción progresiva del poder adquisitivo,
iniquidad, indolencia, desconfianza, saqueo de bienes en la legalidad, canonjía
desmesurada, anarquía cívica, desarrollo de la burrología, desprecio por la
educación y la cultura, abandono juvenil (cualquier niño o niña de 12 años se
puede emborrachar donde les plazca, a la policía municipal encargada de
evitarlo le importa un bledo), manipulación de las conciencias, ocultación en
los medios de difusión (muchos alcahuetes pagados) de la más mínima
opinión contraria a sus procederes, intolerancia con quienes no comparten sus
ideas y proyectos de despotismo, un enjambre de mercachifles avispados y otro
de políticos olímpicos del cardhu, derroche propagandístico (Goebbels era un
amateur al lado de los “cerebros” del Gobierno, y no digamos ya al de los
“talentos” de la Junta de Extremadura), el mismo número de políticos para una
población de 46 millones de habitantes que para una de 300 millones, POBREZA…,
y pavor por el futuro de nuestros hijos”.
Qué pena pues…, un slogan tan bonito, tan humilde y tan sincero,
convertido, por cuatro oligarcas que se creen demócratas, en un instrumento
neoliberal para expandir las desigualdades sociales y destruir el sueño de un
Estado justo del bienestar.
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