EXTRACTOS DE
VERDADES SOBRE EL COVID-19 (2ª PARTE)
“Así de claro” es
como termina el profesor (al final diré su nombre, aunque más de un lector ya
lo habrá adivinado, es único) sus escritos; que, dicho sea de paso, son
irrebatibles.
Vamos con los tres
del mes de abril (hasta el día 16) y, si publica alguno más a partir de
entonces, lo incluiré si está relacionado con el maldito Covid-19.
LAS POLÍTICAS
ECONÓMICAS NEOLIBERALES MATAN. HAY QUE CAMBIARLAS: El impacto de la pandemia en
el deterioro de la calidad de vida y bienestar de las poblaciones (y, muy en
particular, de las clases populares), así como la respuesta de los Estados para
intentar contenerla están afectando todas la dimensiones sociales, económicas,
políticas y culturales de cada uno de los países afectados. Casi una tercera
parte de la población mundial está viviendo en condiciones de confinamiento,
incluidas las tres cuartas partes de la población que viven el mundo
capitalista desarrollado. Y algo extraordinario como consecuencia de la
pandemia y de las medidas tomadas contra ella: La economía mundial está
sufriendo una crisis sin precedentes. Es muy posible que la cultura económica
del mundo post-pandemia sufra cambios y el pensamiento pre-pandemia -el
neoliberalismo- cambie y sea diferente, y que el éxito de la actividad
económica deje de estar basado en la austeridad del gasto público social
conseguido a base de recortes que ahora se han hecho imprescindibles para
combatir la pandemia como son los sanitarios y de servicios sociales. España,
Italia y EEUU son los países con mayores índices de mortalidad y donde hay un
mayor porcentaje de trabajadores contagiados debido a al debilitamiento de sus
sectores sanitarios (en parte, debido a la gran escasez de respiradores y
material protector) y sociales consecuencias del empobrecimiento del sector
público y de la expansión del privado. Según datos de la OCDE, entre 2008 y
2016 España redujo sus camas hospitalarias por cada 1.000 habitantes de 3,2 a
2,97, Italia de 3,79 a 3,17 y los Estados Unidos de 3,13 a 2,77 (en Cataluña,
por ejemplo, se recortaron 1.500 millones de euros y se eliminaron 1.100 camas).
Reducciones que han afectado muy en particular a las clases populares mientras
se reducían los impuestos de sucesiones y de patrimonio para las clases de
renta superior. El neoliberalismo mata. Pero, gracias a la presión popular, los
Estados están tomando mayor protagonismo, interviniendo activamente en la
reconversión industrial y anteponiendo el bien común a cualquier interés
particular minoritario. Hay un gran hartazgo popular contra las políticas
neoliberales y los intereses económicos y financieros que las han promovido, y
también contra los economistas a su servicio y su excesiva influencia sobre el
Estado y sobre los medios de información y comunicación. Y no es de recibo el
intento en España de aprovechar el enorme sufrimiento ciudadano para desgastar
al gobierno de coalición de izquierdas que están haciendo los partidos
conservadores (como el PP) o neoliberales como Vox, Ciudadanos o JxCat,
presentándose como los grandes de la ciudadanía frente al gobierno, acusándolo
de incompetente -de un cinismo extremo- cuando fueron ellos y sus políticas de
austeridad los que causaron la indefensión de la población debilitando los
servicios públicos. En definitiva, la rebaja de impuestos a las rentas
superiores, la privatización de los servicios públicos y los recortes del gasto
público sanitario y social son los que está causando el exceso de mortalidad
mucho mayor que en otros países.
POR QUÉ LA
MORTALIDAD POR CORONAVIRUS EN ESPAÑA ES DE LAS MAYORES DEL MUNDO: Hemos hablado
de la mortalidad en el anterior resumen, pero conviene hacer algunas
puntualizaciones para entender mejor aún el porqué de que seamos los más
afectados los españoles. Sólo esclarecimientos: 1º) La tasa de mortalidad
debida a esta enfermedad varia mucho incluso entre países de semejante nivel de
desarrollo económico. ¿Qué se entiende por tasa de mortalidad debida al
coronavirus? Una manera de definirla es tomando el porcentaje de toda la
población que muere como consecuencia de tener la enfermedad causado por tal
virus (los muertos en el numerador y los que viven en el país en el
denominador). De ahí que, siguiendo esta fórmula, la composición demográfica
sea de especial importancia, pues al saberse que los ancianos son más
vulnerables que los jóvenes a caer enfermos y morir a causa de este virus, se concluye
que las sociedades más envejecidas tendrán tasas de mortalidad más altas que
los países con poblaciones de edades más jóvenes. Argumento utilizado en España
e Italia, pero que pierde peso cuando vemos que Alemania que tiene una
composición demográfica parecida a la española tiene una de las tasas de
mortalidad más bajas del mundo (actualmente 17 muertos por cada millón de
habitantes por 265 en el caso español); 2º) Qué otra causa podría explicar la
mortalidad tan alta en España. Otra manera de analizar la mortalidad de una
enfermedad es calcular el porcentaje de personas contagiadas por el virus que
mueren, lo que se conoce como “tasa de letalidad” (el numerador sigue siendo el
número de fallecidos, mientras el denominador es el número de contagiados y no
habitantes), pero el problema es que la mayoría de países no dispone del dato
del número real de contagiados. Este dato, sin embargo, es de gran importancia,
pues puede asumirse que, a menor número de gente contagiada, menor debería ser
la tasa de mortalidad. Supuesto que sostiene la estrategia del confinamiento,
enfocada en aumentar el distanciamiento social y, con ello, el riesgo de
contagio. Medida necesaria para contener la pandemia, pero insuficiente, ya
que, es imposible tener confinada a toda la población. No todas las personas
pueden “tener el lujo” de confinarse, muchos deben continuar trabajando en los
servicios esenciales para la sociedad (servicios sanitarios y sociales, la
industria de la energía, el transporte público y de mercancías, los
trabajadores agrícolas, etc., casi el 35% de la población). Otra razón para no
limitarse a confinar a la población es que controlar la expansión y reducirla
no es equivalente a que desaparezca. Así, uno de los determinantes más importantes
de la tasa de mortalidad son los servicios de prevención y curación sanitarios
y sociales. España es uno de los países que ha tenido mayor propagación de
contagios debido a su menor desarrollo de los servicios públicos de sanidad y
servicios sociales, incluyendo una mayor escasez de material protector y
material curativo para atender la pandemia. Además de estar también a la
cabeza, consecuentemente, de los países con mayor porcentaje de profesionales y
trabajadores de la sanidad, servicios sociales y servicios esenciales
contagiados por el virus. La realidad es que el gasto público sanitario y
social del país está entre los más bajos de la Europa Occidental, muy por
debajo de lo que correspondería por su nivel desarrollo económico, creando una
pobreza de recursos que se acentúa todavía más con los recortes aplicados por
los sucesivos gobiernos españoles durante la época de la Gran Recesión. La
escasez de recursos crea una dualidad en la sanidad española (pública y
privada) que explica, en parte, dicha escasez de recursos. De modo que si nos
fijamos en las tasas de personas contagiadas por Covid-19 por clases sociales,
vemos que el factor “clase social” tiene una gran importancia para conocer la
distribución de tal pandemia. Las más afectadas son las clases populares donde
la tasa de infección es más alta, siendo menor la de las rentas media-superior
y mucho menor entre las clases pudientes, dado su diferente modo y
posibilidades de acceder al confinamiento, en parte, debido a las viviendas de
que cada grupo dispone (en todos los estudios sobre la propagación de la enfermedad,
se ha visto que está mucho más extendida en los barrios obreros que en los
barrios de clase media, siendo los barrios pudientes los que tienen menor
índice de contagios). Hay una relación inversamente proporcional entre nivel de
renta e incidencia del Covid-19. El enorme poder que tiene el 20% de la
población con un elevado nivel de renta sobre las instituciones del Estado
explica la dualidad de la sanidad española con la pública enormemente
subfinanciada, aunque esta dualidad perjudica también al 20% de renta superior,
como la pandemia está mostrando, pues las grandes limitaciones de la sanidad
privada han quedado en evidencia al estar menos equipada para resolver
problemas tan graves como los generados ahora, de ahí que el 20% se haya visto
perjudicado, incluso con muertes. Hacer recortes en la sanidad pública como se
hizo en España, está claro que es incluso suicida para las clases pudientes. Y
tercero.
LA FALSA DICOTOMÍA
ENTRE MANTENER LA SALUD O SALVAR LA ECONOMÍA: Un argumento promovido por
opinadores y políticos de sensibilidad neoliberal es que hay que terminar con
las medidas de confinamiento (que según algunos nunca tendrían que haberse
iniciado), ya que, están amenazando con colapsar la actividad económica del
país. Consideran que las muertes por el Covid-19 significan un coste menor y
asumible (la mayoría de la población no está afectada) que es necesario para salvar
la economía. Hasta el punto de que el vicegobernador del Estado de Texas en
EEUU, Dan Patrick, dijo en una entrevista en el canal Fox News que “los abuelos
de ese país deberían aceptar su muerte a fin de salvar la economía para sus
nietos”. Y hay algunas de estas voces neoliberales (caso del ministro japonés
de Finanzas, Taro Aso), que incluso piensan (aunque no lo dicen) que la alta
mortalidad entre la gente mayor facilitaría la salvación del sistema de
pensiones público, que hoy consideran insostenible. Considerando que habrá un
problema más grave que la pandemia: el paro y la falta de trabajo. En expresión,
más bien uno de sus muchos exabruptos, del presidente Donald Trump: “no podemos
permitir que la cura sea peor que el problema”. Pero, ¿cuál es la economía que se
quiere salvar? Pues lo que se quiere salvar (que llaman “la economía”) son las
políticas económicas que han sido, en gran parte, la causa de la enorme
tragedia que está amenazando la propia supervivencia del ser humano (tanto la
crisis climática como la insuficiente respuesta a la epidemia). En realidad, el
sistema económico dominante se basa hoy en una producción y distribución de
bienes y servicios que se rige por unas leyes del mercado que priorizan
sistemáticamente a aquellos individuos y sectores de la población que tienen
mayor capacidad adquisitiva, a costa de todos los demás. El beneficio de
minorías propietarias y gestoras de los medios de producción y distribución,
cuyos beneficios económicos -sus intereses particulares- se anteponen al bien
común de toda la ciudadanía. ¿Quiénes son los ganadores y los perdedores en
esta economía? La pandemia ha mostrado con toda claridad las consecuencias de
este sistema económico por el que las rentas de capital suben y las rentas del
trabajo bajan. En el caso de España, por ejemplo, las rentas del capital
subieron, pasando de representar un 42,8% de todas las rentas en 2008 a un
46,5% en 2019, mientras que las rentas del trabajo descendían durante el mismo
período de un 57,4% a un 53,5%. Y ello se consiguió, primordialmente, a costa
de reformas laborales regresivas (que aumentaron la precariedad) y de unos
recortes del gasto público, primordialmente social, que debilitaron enormemente
el mundo del trabajo. Tales recortes causaron las monumentales carencias del
sector sanitario, incluyendo la falta de respiradores que se necesitan para
poder salvar vidas y de equipamiento protector para los profesionales y trabajadores
del sector sanitario y de todos los servicios esenciales. Todos los recortes y
reformas laborales (la del 2012 aún sigue vigente, y lo que te rondaré morena) se
hicieron para salvar la economía, es decir, los intereses del mundo del
capital. Y estamos viendo ahora las mismas voces utilizando el mismo argumento,
subrayando que hay que permitir que la gente (muy en especial los ancianos) muera
para salvar tal economía, o sea, sus intereses. Pero ahora hay respuesta
popular: los aplausos a las 8 de la tarde a los “héroes” (la mayoría
perteneciente a las clases populares) en esta guerra contra el virus de
millones de españoles e italianos. Aplausos que llevan implícita una protesta
frente al orden económico (sostenido por el sistema político-mediático del
país) que, en una guerra contra el virus, ha enviado a estos soldados a las trincheras
sin haberles dado las armas suficientes, lo que ha dado lugar a que las muertes
de tantos profesionales y trabajadores del sector sanitario no esté causada por
el virus sino por la falta de protección frente a él. Dicho lo dicho, el reto
de la futura economía es poner lo social en el centro y pasar de esta economía
neoliberal a otra que ponga en su centro “la economía de los cuidados”. Es
urgente y necesario priorizar la producción y distribución de los bienes y
servicios que favorezcan el bien común en lugar de intereses minoritarios
particulares (no se puede permitir que productores de ciertos productos
necesarios se estén aprovechando de la escasez -que mata a la gente- para incrementar
su coste). Hoy hará falta que el Estado cree empleo, y es ahí donde la
necesaria expansión de los servicios del Estado del bienestar es de una enorme
importancia. En España sólo un adulto de cada diez trabaja en los servicios
públicos, mientras en Suecia es uno de cada cinco y donde hay menos
desigualdades sociales (de clase social y género), mayor conciencia ambiental y
mejores indicadores de calidad de vida en el mundo. Y mayor eficiencia económica,
como incluso el Vaticano del neoliberalismo, Davos, ha tenido que reconocer en
su informe The Global Competitiveness Report 2019. Concretamente, en dicho
informe se reconoce que "Suecia, Dinamarca y Finlandia no sólo se han
convertido en unas de las economías del mundo más avanzadas a nivel
tecnológico, más innovadoras y dinámicas, sino que también proporcionan mejores
condiciones de vida y mejor protección social, están más cohesionadas y son más
sostenibles que sus iguales". Es un error considerar que las medidas
neoliberales (neoliberalismo es la ideología del mundo del capital) son las más
eficientes para recuperar la economía. Hoy, la salida de la crisis económica tiene
que pasar por el aumento de la población empleada en los servicios públicos del
Estado del Bienestar muy poco desarrollado en nuestro país. Así de claro, que
es como finaliza sus artículos el profesor Vicenç Navarro.
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