O JUSTICIA O CAOS
Un sistema caótico
es un sistema sin leyes. Ni siquiera la ley de que no hay leyes. El caos es lo impredecible,
el desorden. Y en política añadiría que el caos es la anarquía. Pero, dicho lo
dicho, paradójicamente, los españoles, si nos vemos abocados al caos -a la
anarquía, más bien- no es por falta de leyes, pues somos uno de los países del
mundo con más leyes, que, obviamente, da como resultado que también somos uno
de los países donde menos leyes se cumplen (y si no que se lo pregunten a
cualquier político de los casi ¡500.000! que tenemos).
Si la Justicia no
consigue la independencia total, cosa bastante difícil con el sistema
dictatorial encubierto en una democracia al estilo de la frase de Trump (“un
sistema que domina los principales medios de desinformación no necesita la
dictadura”), estamos abocados a que cada vez haya más ricos y consecuentemente
más pobres, pues el mundo sindical, como dice El Roto, se ha quedado reducido
al botiquín que proporcionan las Mutuas de Accidentes de Trabajo, y los
derechos de los trabajadores no los defiende nadie.
Los Organismos
españoles están totalmente corrompidos por la intromisión política. Si miramos
los políticos que hay “incrustados” en la Sanidad, la Educación, los Servicios
Sociales, etc. vemos como la corrupción se ha adueñado de todo y faltan los
fondos necesarios (los que ellos y sus partidos políticos se quedan) para
desarrollar las políticas necesarias para el bienestar de la ciudadanía.
Los Ayuntamientos,
las Diputaciones y las CCAA están totalmente copadas por el clientelismo, que
absorbe la mayor parte del dinero que hace falta para desarrollar unos
servicios eficientes y dignos a los ciudadanos, eso sin contar sus Organigramas
que son tan amplios que constituyen otro de los pozos sin fondo que absorben
grandes cantidades de dinero de los impuestos de todos. Así, no ganamos para
pagar sueldos (escandalosos en su mayoría), dietas, kilometrajes, comisiones de
gobierno, etc., etc., a lo que hay que añadir las mil y una recalificación de
terrenos y sus correspondientes “comisiones”, los “perdones” del IBI y las
multas para el voto cautivo, la protección descarada a la Banca más usurera del
mundo (lo acabamos de ver en la UE), las mil y una licitación “comprada”, y un
largo etc. de asuntos oscuros en todas las Administraciones Publicas, incluida,
para colmo, Hacienda con su persecución a trabajadores y autónomos y su olvido
de los grandes empresarios, las élites de todo tipo y la farándula…, y los
millonarios (SICAVs, SIFF…)
Sólo la Justicia
puede poner remedio al caos que se está viendo venir. Los Jueces se tienen que
pringar. Y, para empezar, combatir a los “comisarios políticos” (entre los que
hay más de un Juez) de sus Juzgados y actuar sin contemplaciones, para que cunda
el ejemplo, en casos como ese de los EREs de Andalucía, en el que, al parecer,
se ha llegado al punto de que tendrá que intervenir el CGPJ para ver que está
haciendo una Sra. Jueza, presumiblemente, muy partidaria de las prescripciones para
echar “una manita” a un sinfín de políticos imputados entre los que se
encuentran dos ex Presidentes de la Junta.
Los
casos de corrupción política son numerosos, para escribir un libro de mil
páginas. Los del Partido Popular en Madrid, Valencia, Murcia, etc., etc., son
innumerables, incluido los del propio partido en su sede de Génova. Pero el
PSOE no le va a la zaga, con unos ¡70 casos! registrados y una cifra que se
acerca a los, nada menos que, ¡11.000 millones de euros! en toda España. Los
casos del PSOE: ERE (1.200 millones de euros); EDU (3.200 millones); CCM (4.000
millones); EMPERADOR (1.200 millones); MERCA SEVILLA (152 millones); y CASO
PLAZA (147 millones y pico), son sólo unos cuantos de los muchos que asolan el
país, pues se dice, fundadamente, que la corrupción nos cuesta a los españoles
la nada despreciable cifra de ¡CINCUENTA Y CINCO MIL MILLONES DE EUROS CADA AÑO!
Si
a esa desorbitante cifra le añadimos otros tantos millones (otros ¡55.000!)
calificados como ¡DESPILFARRO!, y otros ¡90.000 millones! de FRAUDE FISCAL de
la gran empresa (Banca, Ibex-35 y demás cotizadas), resulta que, con una simple
intervención seria de la Justicia, seríamos uno de los países más ricos no sólo
de Europa sino del mundo y estaríamos entre los primeros de la OCDE en la mayoría
de los índices económicos y sociales. Sin Justicia (o sólo con la Justicia que
dicta la Banca) estamos acercándonos al abismo y el CAOS está a la vuelta de la
esquina.
¡Y
ojo con los jóvenes y los pensionistas en pie de guerra! Pero esa es otra historia.
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