…Y
CLAUDICÓ
Claudicar, según reza
en la RAE en su primera acepción, significa: “Acabar por ceder a una presión o
una tentación”.
Es lo que le ha pasado al líder de
Podemos Pablo Iglesias. Ha cedido ante la presión de la Financierocracia. Y
ahora nos contarán lo que quieran contarnos para ocultar la claudicación, pero,
el Sr. Iglesias, debería haber hecho honor a lo que dijo Eleanor Roosevelt:
“Nadie puede hacer que te sientas inferior sin tu consentimiento”. Y, sin miedo
de ningún tipo, haber pensado como José Hernández y haber aprovechado que “la
ocasión es como el fierro: se ha de machacar caliente”. Porque quien le está
pidiendo su apoyo para una investidura no es ningún partido ni ningún líder de
izquierda que vaya a cambiar nada que no sea algo para que todo siga igual. Es
decir, los falsos socialdemócratas, después volverán a hacer lo mismo que ya
hicieron antes: EN-GA-ÑAR-TE… y engañarnos a todos, claro. Te volverás a quedar
-nos volveremos a quedar- sin que se regulen los precios del alquiler,
sencillamente, porque a la Financierocracia no le interesa. Te volverás a
quedar -se volverán a quedar los pobres millones de trabajadores- sin
que se toque un solo párrafo de esas Reformas Laborales del 2010 y del 2012
porque, reitero, a la Financierocracia no le conviene. Te volverás a quedar -y
me volveré a quedar yo y todos los pensionistas- con la gana de que se apruebe
por Ley la subida de las pensiones cada año con arreglo al (aunque sea
escandalosamente manipulado, como es ahora) IPC. Te volverás a quedar, como no,
con las ganas -como tantos y tantos trabajadores en riesgo de pobreza- de que
converja algo a lo que hay en los países de la UE y en la OCDE, de similar
desarrollo al de España, el SMI que, por ejemplo, en Francia es de casi 1.500
€. Te quedarás y nos quedaremos todos
los españolitos de a pie sin la eliminación de la exención del IRPF de
Diputados y Senadores, que es algo ignominioso y discriminatorio. No sacarán
adelante nada relacionado con la renta mínima de 600 €, ni la semana laboral de
34 horas (le da un infarto a la Botín y los capitostes del Ibex-35 y demás
cotizadas), ni la subida del IRPF para los que ganen más de 100.000 €, ni el
impuesto a la Banca, ni el impuesto de
Patrimonio y la derogación del impuesto de Sucesiones y Donaciones que hace que
cada año más de 40.000 familias tengan que renunciar a su legítima herencia
conseguida con el sudor de sus padres o familiares, ni (para los mío, los extremeños) algún tren que
llegue a su destino y no deje a la gente en mitad del campo un día sí y al otro
también, o construya alguna fábrica o industria que genere algunos puestos de
trabajo y los jóvenes no tengan que emigrar o inmigrar (más de ¡21.000! en los
últimos años) y puedan ser libres y no clientelistas de un grupo de vagos que
sólo piensan en sus sueldos y en “colocar”
a todos sus familiares y amigos a costa de los demás, provocando (para
fomento de lo que ellos llaman externalizar… a sus amigos, claro) un gran
deterioro en la Sanidad Pública (la región con menos médicos por cada mil
habitantes) que está por los suelos y la Educación que sólo hay que ver el
informe Pisa para calificarla, suprimiendo ese gran número de “festividades”
que es algo que los socialistas que no lo son (los “calderetas”) llevan intrínseco
en su genética, y si no me creen se dan una vuelta por Castuera que raro es el
día que no “festejamos” algo. Ni, por supuesto, van a hacer nada para que el
¡47,5%! de la población extremeña (casi ¡500.000 personas!) estén consideradas
ya como parte de la pobreza relativa y muchos de ellos rocen la pobreza
extrema, algo por lo que los extremeños, en lugar de votar con el clientelismo
para que haya mayoría absoluta, deberíamos pegar, sencillamente, un puntapié a
las urnas y que se fueran sus votos (con perdón) al carajo.
Y así sucesivamente con todas las propuestas progresistas que
puedan hacer, no sólo que este país sea un país diferente a la birria (con
perdón) que ahora es, sino que la política no sea únicamente el medio de
hacerse millonario, con más de ¡55.000 millones de €! de despilfarro al año, y
con otros ¡55.000 millones de €! al año de corrupción política. Y, por
supuesto, echándoles las cuentas a esos millonarios y empresarios del Ibex y de
todas las empresas cotizadas que nos atracan cada año la friolera de ¡90.000
millones de €! y se quedan tan panchos, en lugar de a cuatro pobres autónomos
que se las ven y se las desean para poder cumplir sus obligaciones fiscales y
con la Seguridad Social trabajando 12 horas al día y creando más del ¡60%! del
empleo del país.
No debiste claudicar, Pablo Iglesias, porque ¿quién nos queda
ahora a los desfavorecidos para que nos defienda de esta prole de desmerecidos que
nos está llevando al precipicio económico y social? ¿Pedro Sánchez? ¡Vamos
anda!
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