Por
recomendación del profesor Vicenç Navarro, y por tanto autorizado por él mismo,
reproduzco en mi blogger uno de sus últimos escritos para que se sepa la verdad
de lo que está pasando en nuestro país. Disfrútenlo.
CÓMO EL TEMA NACIONAL OCULTA EL DRAMA SOCIAL:
LAS ELECCIONES ANDALUZAS
Vicenç Navarro
Catedrático
Emérito de Ciencias Políticas y Políticas Públicas, Universitat Pompeu Fabra
He
documentado extensamente (ver Ataque a
la democracia y al bienestar. Crítica al pensamiento económico dominante.
Anagrama, 2015, y “La enorme crisis social creada por las políticas
neoliberales de los gobiernos españoles y catalanes”, Público, 27.11.18) el enorme drama social que existe en España,
sin precedentes en el periodo democrático. La calidad de vida y el bienestar de la población, y muy en especial de
las clases populares, están siendo afectados muy negativamente por tal crisis,
ignorada en su mayor parte por el establishment político del país y por sus
mayores medios de información, que centran su atención en las tensiones
interterritoriales derivadas del no resuelto tema nacional.
Las
dimensiones y consecuencias de tal crisis social son muchas y sus causas son
fáciles de ver. En lugar prominente
están las reformas laborales que han creado un gran deterioro del mercado
laboral, y los recortes del gasto público social durante la Gran Recesión que
han empobrecido de una manera muy marcada los servicios públicos del Estado del
Bienestar (sanidad, educación, servicios sociales, vivienda social y
servicios domiciliarios, entre otros), que
ya estaban entre los menos financiados de la UE-15 (el grupo de países
de la UE de semejante nivel de desarrollo al de España) antes de que se iniciara la crisis (España se gastaba entonces 60.000
millones de euros menos de lo que debería haberse gastado en tales servicios
por el nivel económico que tenía).
Y los responsables de tales políticas
públicas son también conocidos: el gobierno del PSOE, liderado por el Sr.
Zapatero, inició esas políticas de clara tendencia neoliberal, las cuales
fueron expandidas más tarde por el gobierno Rajoy, apoyado por el partido
Ciudadanos, liderado por el Sr. Rivera. En Catalunya fueron los gobiernos de la
Generalitat liderados por el Sr. Mas y más tarde por el Sr. Puigdemónt (cuando
Convergencia Democrática de Catalunya se transformó en el PDeCAT), con la ayuda
primero de Unió Democrática de Catalunya y más tarde de ERC, los que apoyaron y
llevaron a cabo tales políticas.
La crisis
continúa y no se ha resuelto.
Y aun
cuando el establishment político y mediático español está promocionando la
percepción de que la crisis se ha resuelto, los datos muestran la falsedad de
tal postura. Solo hace unos días el SEPE (Servicio Público de Empleo Estatal)
presentó los datos de empleo y paro registrado, mostrando la pervivencia y continuidad de la precariedad, una de las
principales características del mercado de trabajo español, facilitada por las
reformas laborales aprobadas. Los contratos indefinidos representaron solo el
10% de todos los nuevos contratos producidos, y de estos indefinidos, el 30% lo
fueron a tiempo parciales. Y por si no fuera poco, el 26% de todos los
contratos tienen una duración menor a siete días, cuando hace diez años estos
contratos solo representaban el 14% del total. Esta precariedad quiere decir
salarios bajos y peores condiciones de trabajo, no solo para los afectados sino
también para la mayoría de los trabajadores, pues establece un clima y una
cultura de inestabilidad que crea una gran inseguridad en la mayoría de la
clase trabajadora.
Estos
datos son sistemáticamente ignorados por el establishment político-mediático
del país, que continúa mostrando el
crecimiento del empleo como un indicador de la supuesta recuperación y
resolución del tema social. Pero lo que tal argumento ignora es que la
EPA (la Encuesta de Población Activa del Estado), en su reciente informe sobre
la población empleada, señala que todavía falta por recuperar el 30% del empleo
destruido desde 2007, el año del inicio de la crisis. En realidad, el desempleo continúa siendo de los más elevados en la
UE-15. Y, reflejando no solo el clasismo sino también el machismo existente en
la sociedad española, los indicadores del deterioro del mercado laboral son
incluso más acentuados entre las mujeres.
Los
recortes que han deteriorado el bienestar de las clases populares.
Los
recortes del gasto público han ocurrido en cada uno de los componentes del que
ya era un sub-financiado Estado del Bienestar, lo que ha significado un gran
descenso de la cantidad y calidad de tales servicios, con una reducción marcada
del personal que trabaja en ellos. Las
huelgas y manifestaciones de los trabajadores de tales servicios son la tónica
general en una agitación social que se está expandiendo a lo largo del
territorio español, sin que haya habido una gran cobertura mediática, agitación
que ha sido especialmente acentuada en Catalunya, donde los recortes del gasto
público realizados por los gobiernos independentistas presididos por el Sr. Mas
y Puigdemont (y ahora Torra) han sido especialmente acentuados.
Predeciblemente, el portavoz de Junts per Catalunya (la antigua Convergencia),
el Sr. Eduard Pujol, se refirió a la
resolución de los problemas creados por tales recortes como un tema no esencial
–y por lo tanto secundario– frente al objetivo del gobierno catalán de
conseguir la secesión de España. Hay que subrayar que el partido
hegemónico en la coalición del gobierno independentista catalán apoyó en las
Cortes Españolas la mayoría de leyes (reforma laboral y recortes) propuestas
por los partidos gobernantes en España (es el caso de la reforma laboral de
2012, de la ley de estabilidad presupuestaria del mismo año o del decreto de
recortes, también de 2012, todos ellos apoyados por este partido).
En
España continúan habiendo clases sociales y el deterioro del bienestar de las
clases populares se ha hecho a costa de la enorme concentración de la riqueza y
de los ingresos por parte de las clases y élites dominantes. Y lo mismo ha
ocurrido en Catalunya.
Esta
breve reseña del impacto de la crisis en el nivel de vida de las clases
populares no se puede terminar sin contrastar tal deterioro del bienestar de
estas clases, que constituyen la mayoría de la población, con el crecimiento
del nivel de vida de una minoría que no alcanzará a ser un 15-20% de la
población (burguesía, pequeña burguesía y clase media profesional de renta
superior al servicio de los dos grupos anteriores), que ha sido particularmente
acentuado en la minoría (dentro de esta minoría) que deriva sus ingresos de la
propiedad del capital (y muy en especial del capital financiero). Nunca antes en el periodo democrático las
rentas del capital como porcentaje de todas las rentas habían sido tan altas y
las rentas del trabajo habían sido tan bajas como ahora. Este grupo del 15-20%
tiene una enorme influencia política y mediática en el país y es el que
determina la agenda y discurso del establishment político-mediático. Y es a
través de los medios de información (que son también de persuasión) que ejercen
una enorme influencia en determinar la sabiduría convencional del país.
Este
grupo social dominante siempre ha ejercido una enorme influencia sobre el
Estado, debido, en parte, a la transición in-modélica que mantuvo su enorme
influencia sobre la gran mayoría de los aparatos de dicho Estado. Su ideología, heredada del régimen
dictatorial anterior, se caracteriza por su clasismo y su nacionalismo antinacional
extremo. Su clasismo determina la gran regresividad de la fiscalidad
española (si las políticas fiscales españolas fueran semejantes a las
existentes en el promedio de la UE, el Estado español y sus autonomías
ingresarían alrededor de 80.000 millones de euros más de los que ingresa hoy) y
la gran pobreza de su Estado, incluyendo de su Estado del Bienestar, uno de los
menos financiados de la UE-15. Y su
nacionalismo antinacional se muestra también en la gran centralización del
Estado (responsable del 50% del gasto público, siendo los municipios
responsables solo de un 13% y las autonomías de un 32%). Y cuando en 2010 hubo
un intento de redefinir esta relación, reconociendo el carácter plurinacional
del Estado a través del Estatuto de Autonomía catalán (aprobado por el
Parlament, por las Cortes y por el pueblo catalán en referéndum), este fue
vetado por el Tribunal Constitucional (TC), iniciándose así el surgimiento del
movimiento independentista como respuesta a la falta de sensibilidad por parte
del Estado hacia la plurinacionalidad. Y desde entonces las crisis
interterritoriales han sido el centro del debate político entre fuerzas que,
por lo demás, han apoyado un mismo proyecto neoliberal. Una vez más, el
tema nacional ocultó el tema social: las elecciones en Andalucía.
Lo que llamó la atención en las elecciones de
Andalucía fue el enorme protagonismo que el tema nacional tuvo en el debate
electoral, en el que las derechas (el PP y Ciudadanos), máximas valedoras del
españolismo antinacional, llevaron la iniciativa, definiendo el terreno de la
lucha electoral. En esta campaña sus dirigentes estatales (los
Sres. Casado y Rivera) jugaron un papel clave, interesados en utilizar “la
defensa de la unidad de la patria” para atacar al gobierno del PSOE y a su
aliado Unidos Podemos (UP), presentándolos casi como “traidores a la patria”.
En realidad, de haberse centrado la campaña en el tema social, el debate
hubiera girado en torno al presupuesto del gobierno del PSOE y de su aliado UP
(que había sido el elemento clave en la preparación de tal presupuesto), unas
cuentas que significarían una reversión muy notable de las políticas de
austeridad, con una notable expansión del gasto público entre otras
medidas sumamente urgentes y necesarias, como es el empoderar a las autoridades
locales para poder resolver el enorme drama de la vivienda.
La escasa visibilidad de los respectivos
dirigentes estatales en las campañas de las izquierdas andaluzas diluyó el
espacio social en la campaña electoral, pues del presupuesto del Estado apenas
se habló. Este alejamiento de los partidos de izquierda andaluces de sus
compañeros y compañeras estatales fue resultado de un deseo de Susana Díaz y de
Teresa Rodríguez y sus equipos, que querían distanciarse de tales dirigentes y
de las políticas de tales partidos (PSOE y UP), subrayando su autonomía. Este
distanciamiento les perjudicó electoralmente, pues dificultó el debate sobre el
tema social, ya que evitó, como he indicado antes, que la campaña se centrara
en el presupuesto propuesto por el gobierno Sánchez y realizado conjuntamente
con UP. En caso de que el debate se hubiera centrado en el tema social a nivel
estatal, el PP y C’s hubieran sido mostrados por lo que ambos son: los
instrumentos del 15-20% de la población, incluyendo en Andalucía.
Susana Díaz perdió casi 400.000 votos.
Representaba la derecha del PSOE, que echó a Sánchez para poder investir a
Rajoy como presidente, que defendió con mayor ahínco la aplicación del 155 en
Catalunya, que rompió con IU y se alió con Ciudadanos, y que siempre mostró su
gran hostilidad hacia Podemos. Y en
la campaña se distanció de la dirección del PSOE, y apenas tocó el tema social,
principal debate a nivel del Estado, un presupuesto que representaría una
revisión de las políticas de austeridad que ella misma ha aplicado en
Andalucía.
Adelante Andalucía perdió casi 300.000 votos,
recabando menos votos que la suma que Podemos e IU había aglutinado en las
anteriores elecciones andaluzas. Como Susana Díaz, también se distanció del
equipo dirigente estatal, entre otras razones para enfatizar su autonomismo. Su énfasis en señalar su identidad andaluza era su
respuesta al nacionalismo españolista de las derechas. Pero al poner el tema
nacional en el centro de su estrategia, le hicieron el juego, sin darse cuenta,
a la derecha nacionalista españolista, desaprovechando la oportunidad de
criticar a tal derecha estatal y andaluza por su oposición a la propuesta de
presupuestos de la izquierda a nivel estatal. Al establecer esta dicotomía estatal versus autonómico diluyeron el
mensaje social, pues gran parte de la crisis social se debe a intervenciones a
nivel estatal (aprobadas también por las oligarquías andaluzas con las que
Susana Díaz ha colaborado activamente).
En cierta manera reprodujeron la estrategia
de las izquierdas catalanistas soberanistas, no independentistas (como En Comú
Podem), que ganan en las elecciones estatales pero pierden (y mucho) en las
autonómicas. El tema social 11andaluz y el catalán vienen determinados en
su gran mayoría por políticas públicas que se realizan a nivel estatal (con el
apoyo de las derechas andaluzas y catalanas, sean o no secesionistas).
De ahí la importancia de que las izquierdas muestren la complicidad de las
derechas autonómicas con las derechas estatales. Se tenía que haber mostrado que detrás del conflicto de banderas hay una
conjunción de intereses de clase, que coinciden en la aplicación de las mismas
políticas neoliberales. Y ello no puede hacerse sin que las izquierdas
autonómicas y estatales se coordinen y complementen sus estrategias. No hacerlo
es permitir el monopolio de lo estatal por parte de las derechas. Y esto
es lo que ocurrió en Andalucía. Al no tocar el tema estatal (que hubiera sido
el presupuesto social), el debate se centró en el tema nacional, dirigido por
las derechas.
Una
consecuencia de ello fue no solo la pérdida conjunta de casi 700.000 votos,
sino la abstención del 41,35% de los electores. En realidad, las derechas (PP, C’s y Vox) consiguieron solo 1,8 millones
de votos (de un electorado de más de 6 millones). Ello significa menos de un
30% del censo, y menos de un 7% del censo para Vox (que está beneficiándose
enormemente de la visibilidad mediática que recibe, la cual ignora que no es
más que la versión extrema de lo que las derechas llamadas constitucionalistas
han sostenido). En realidad, la noticia principal no fue este 7%, sino el
41,35% que se abstuvo: la mayoría de las clases populares.
El previsible buen resultado de Vox es una
consecuencia de la creciente radicalización de las derechas españolas en
respuesta al proceso secesionista en Catalunya y a la aparición de una fuerza
política a nivel de toda España que, además de tener una visión plurinacional
de esta, tiene una clara identidad republicana, con propuestas y vocación
transformadora de la estructura de poder en España, que pone el tema social en
el centro de su estrategia. De ahí la enorme
hostilidad hacia una nueva visión de España, poliédrica en lugar de radial,
republicana en lugar de monárquica, con vocación transformadora, que exige
justicia social y auténtica democratización política y económica del país. La derecha española, claramente enraizada en la
cultura franquista, se ve amenazada, lo que explica su agresividad. Que utilice
el eslogan de querer defender la igualdad de todos los españoles carece de
credibilidad, pues su políticas neoliberales –el eje de su programa económico y
social– es la mejor prueba de que su gobierno aumentaría todavía más las
desigualdades creadas ya por el PP y C’s, a nivel de clase social, de género,
de raza, de nación, de idioma y de de orientación sexual, entre otros. Han sido
precisamente las políticas neoliberales las mayores responsables del
crecimiento de las desigualdades entre españoles. Así de claro.