CONNIVENCIA POLITICO-BANCARIA
Por
desgracia hay muchos ciudadanos que lo ignoran casi todo de la política o que,
quizás, prefieren ignorarlo para evitar vivir indignados, pero también hay
otros muchos que, por la prensa, la televisión, la radio, las redes sociales,
etc., o por haber sido militantes de algún grupo político, conocen sobradamente
los entresijos de la política. Así, hay mucha gente que sabe que hay muchos
políticos que cobran más de dos sueldos, amén de disfrutar de un sinfín de
prebendas y privilegios que los convierten (aunque, como señala Pérez-Reverte,
sean unos “tontos del ciruelo con coche oficial” en su mayoría) en ciudadanos
miembros de las clases afortunadas o elitistas. Hay muchos electores que saben
que los dos partidos políticos españoles más “destacados”, para el boato que
procesan, para esos escenarios estilo Hollywood que utilizan casi a diario
debido al permanente estado de precampaña y para hacer frente al movimiento de
militantes y simpatizantes y las múltiples liberaciones, necesitan mucho
dinero. Mucho más del que les proporcionan las Administraciones por las
representatividades que obtienen en las elecciones. ¿De dónde sacar todo el
dinero que hace falta entonces? Imagínense. ¿Quién, sino la Banca, tiene la
pasta?
Acabamos
de conocer una reforma financiera (y una reforma laboral que posibilitará el
despido de muchos trabajadores de las Cajas de Ahorro en vías de desaparición)
que, como no podía ser de otra forma viniendo de un partido conservador (aunque
en España, como en todos los países que hay bipartidismo, las dos fuerzas
principales son conservadoras), ha sido muy aplaudida por las entidades
financieras. Sobre todo, por las más influyentes que se van a hacer con casi la
totalidad del ahorro y la mayor parte del negocio financiero del Estado. Además
de, como es lógico, estar en imperturbable estado de alerta, cuan felino
depredador, para hacerse con las presas de la Educación, la Sanidad y las
Pensiones Públicas que el neoliberalismo va a “extraer” más pronto que tarde al
País.
Mas,
nada, al parecer, se dice en esa reforma financiera sobre la rampante usura que
aterra al indefenso ciudadano de a pie. Como, por ejemplo, esos más de 30 € que
se nos cobran por algo que llaman “posición deudora” y que no son sino los
famosos números rojos que, por supuesto, también nos cobrarán al hacernos las
liquidaciones temporales de la cuenta, lo que supone que no hace falta visitar
Salamanca para comprender que se nos cobra dos veces por lo mismo; o el interés
superior al 22% -en casos llega hasta el 46%- de cualquier tarjeta de crédito;
etc.; y etc., etc., etc., etc. etc., … ¿Y por qué la política no quiere saber
nada de la usura bancaria si tanto interés tiene en que los ciudadanos
mejoremos nuestra situación económica? Pues, sencillamente, porque los partidos
políticos (casi sin excepción, pero eso sí, según convenga a quien mande de los
dos grandes) reciben de la Banca todos los créditos que piden (incluso ahora,
hoy día, a pesar de la “crisis financiera”) y que como es ya de dominio público
son conocidos como “CRÉDITOS HIELO” porque se diluyen en el tiempo, o sea, que
nunca se amortizan y desaparecen de los balances, se evaporan. Claro que,
también “desparecen” de los balances el veinte-mucho impuesto de sociedades de
las grandes empresas y corporaciones mediante la llamada “ingeniería contable”.
Y también desaparecen de los “balances caseros”, por orden del Gobierno (en ese
caso, no se lo pierdan, socialista), las inspecciones a los mayores
defraudadores fiscales del país, incluidas familias enteras de banqueros, claro
está.
Ni
que decir tiene pues que hay una total confabulación entre la Banca y la
Política, obviamente, a costa del bolsillo del contribuyente. Y eso no es sino
una vergüenza intolerable que pone de manifiesto lo miserable y ruin que están
haciendo entre ambos este gran país. Una degradación social progresiva que a
los españoles nos duele de manera insólita porque ha sido un partido político
de izquierdas (una pandilla de pancistas despreciables que no caben en ningunas
siglas) el que más culpa ha tenido en su concepción.
22-02-12
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