NINGUNA “VERGÜENZA TORERA” (I)
Se
ha perdido en España algo tan nuestro como era la “vergüenza torera”; algo de
lo que, salvo excepciones como es el Reino Unido, pocos países podían presumir.
“Estamos en manos de incompetentes que además carecen de escrúpulos” ha dicho
un famoso escritor refiriéndose al gobierno del PP. Mas, eso no es totalmente
cierto, pues los anteriores gobernantes se merecen, si cabe, una crítica mayor
y más despiadada por lo incontestable que resulta que te engañe tu propia
familia, que es lo que ha hecho el PSOE con los pobres, los parados, los
obreros, los pensionistas, los contratados laborales de las administraciones,
etc., etc., y con los jóvenes; en
definitiva, con los más desfavorecidos. “Qué nada sirva ya nunca de nada”; o
sino nunca, en mucho tiempo, parece que es la norma que nos va a regir en los
próximos tiempos. O sea, ninguna “vergüenza torera”. Sólo descaro, indignidad,
cinismo, desvergüenza, impudor…
Quiero,
antes de entrar en profundidades, que nadie interprete este escrito como un
“canto” a favor del Partido Popular (PP). Ni el PP, ni, por supuesto, el
Partido Socialista (PSOE) son santos de mi devoción. En cierto modo, ya nadie
de la política es santo de mi devoción, ni siquiera unos a los que no hace
mucho consideraba los de las verdades del barquero. Entre otras razones, por la
clara evidencia de que todos están cortados con la misma horma: o
socialdemocracia rancia y decadente, muy cercana al fracaso incluso en los
países que era más pura, estimulada por regionalistas corruptos y excluyentes,
dictatorial en las leyes electorales para su establecimiento, que en lugar de
reducir acrecienta las desigualdades sociales y de todo tipo bajo el lema de
“socialdemocracia -o centro derecha- más pobreza”; o izquierda radical
anquilosada en el pasado y sin ninguna evolución, y lo que es aún peor,
contagiada con el virus de gobernanza a cualquier precio. Dando la impresión de
que, tanto a unos como a otros, lo que les gustaría es que todos seamos
pobres…, menos ellos y quienes los sustentan, claro. Y todos, incluidos los
ilusos que no lo harán probablemente nunca, sin ningún género de dudas,
persiguen gobernar para expoliar a la ciudadanía y llenarse las faltriqueras;
cómo no, amparados en la legislación vigente que ellos mismos han instituido y
cuidan con esmero para que no cambie…, cuando menos en lo esencial. Consulten
estas dos leyes de 1985 y quizás me den la razón: la ley de Cajas de Ahorros,
¿para poder “delinquir”?; y la ley del Poder Judicial, ¿para que la justicia lo
tenga difícil “manejándola”?
Una
legión de oportunistas escritores y contertulios, entre ellos, ¡lástima!,
alguno de reconocida valía (gente que presume de ser de izquierdas, pero que no
protesta a la hora de que se aplique un precio abusivo a sus libros (con los
que ganan millones de euros) o al de sus intervenciones en cualquier foro y que
viven al modo y manera de los pudientes más recalcitrantes), no tiene el menor
reparo en criticar agudamente a toda la gente del PP -y muy especialmente al
Presidente del Gobierno- por todo lo que acontece y aprovechar para achacarles
la culpabilidad de todos los males, de todas las cosas que para ellos están mal
afrontadas en nuestro País, pero sin pararse a pensar que el trasto viene de
atrás y son los socialistas, gobernantes de la mayor parte de esta mezcolanza
de simulacro democrático, en buena lógica, los máximos responsables –que no los
únicos- del descalabro que nos envuelve. Así, sin ánimo de filosofar (¡qué más
quisiera yo!) y con perdón, tan eminentes personalidades deberían meditar sobre
si una “excesiva animadversión por cómo piensan y actúan algunos, o alguien en
particular, y una excesiva simpatía, aunque ésta esté “escondida” y sólo
aparezca en algún ramalazo al igual que su efímera crítica para disimularla,
por como especulan y proceden sus homónimos, por sí o por no, sólo denota
estupidez, ingenuidad, majadería, desatino, bobería…”. Y aunque, matemáticamente, las promesas
electorales no se están cumpliendo, quizás porque para poder sacar algún agua
del pozo ha habido que “achicar” el cubo, como, por otra parte, sucede siempre
aquí y en la mayoría de los otros países “democráticos” por diferentes motivos,
entre ellos la mucha geta al promulgarlas, no se puede hacer algo, como una
especie de campaña de ensañamiento, contra los que “acaban de llegar”. Sobre
todo si quienes acometen tal menester son personas muy leídas y de gran
influencia y lo hacen además en los medios de mayor difusión.
Y
dicho esto, paso a la osadía de “contradecirles”. Siempre bien entendido, que
en absoluto comparto el modo y manera de cómo se está actuando para arreglar o
recomponer el “reloj” al que se dio un martillazo.
Hablan
y escriben sin parar de los recortes en sanidad, educación, ciencia,
investigación, cultura… Pues bien, Sres.: ¿recuerdan Vds. el despilfarro
sanitario que asolaba el país con miles de miles de trabajadores de las
categorías de celadores, auxiliares, etc., producto de la sinecura sindical o
socialista -que lo mismo da- mientras escaseaban los médicos y los
especialistas (que eso si que realmente deteriora el sistema) siguiendo, como
no podía ser de otra forma, la “norma”
de la política más rastrera: “mientras más personal haya con menos formación,
más votos”?; ¿cómo se come que a ciertos especialistas se les permita
compatibilizar su plaza pública y la dedicación exclusiva con una consulta
privada, generalmente “escondida” en su domicilio particular o en una de esas
Clínicas privadas (algunas incluso ilegales como la de mi pueblo), que los
camufla ante la Seguridad Social y Hacienda, y a otros no?; ¿radical control
para hacer más rentable las consultas particulares de unos pocos o no?; ¿no
sería lógico que los gastos en las consultas de los médicos especialistas -y también
en las de los de medicina general- fueran desgravables en la Renta y así unos y
otros tuvieran que declarar y acabar de una vez con esa “filipada” protectora
tan vergonzante? ¿Recuerdan Vds. como los socialistas camuflaban la
privatización de la gestión de los hospitales que ahora tanto censuran y la
derivación de enfermos a clínicas privadas llamándole “externalizar servicios”?
Señor, señor..., hasta a la ilegal Clínica de mi pueblo hay rumores de que se
derivaban usuarios y, al parecer, en ella intervenía -¿interviene todavía?- en
las radiografías una persona de los servicios de limpieza, para que se hagan
idea del magnífico “servicio” que recibían los derivados. Pregunten en
Andalucía (no por lo de los ERE, que esa sí que es gorda; hasta el “lucero del
alba” del socialismo andaluz parece ser que está embadurnado de estiércoles),
pregunten y se llevarán Vds. una gran sorpresa con lo que son capaces de hacer
los buenos (o los no tan malos) según
sus criterios. La sanidad, la muy deteriorada sanidad que en otro tiempo no muy
lejano fue ejemplo en el mundo, necesitaba de una gran reforma administrativa y
de personal y, perdón si yerro, también de un mejor control del gasto en los
materiales sanitarios utilizados para prestar el servicio y del tiempo de prestación
del mismo por los profesionales. Y, por supuesto, nunca se debió transferir a
las CCAA. Pienso que todo el personal sanitario debe recibir los mismos
emolumentos, trabaje en la parte de España que trabaje, porque así todos los
ciudadanos tendríamos la misma calidad del servicio estemos donde estemos, y
los hospitales de mi tierra, por ejemplo, no estarían con cada vez más médicos
foráneos como están, con todo el respeto que éstos se merecen. No hay ninguna
razón para que Cataluña tenga el doble, aproximadamente,
de hospitales que Andalucía con los mismos habitantes. Por cierto, Sres.,
muchos de esos médicos (no la mayoría, que quede claro) que piden sus derechos
bailando en bata (a los que Vds., que, posiblemente, no son muy partidario de
las manifestaciones y algarabías en la calle, seguro que apoyan) lo que tienen
que hacer es guardar algunas energías para trabajar y no vaguear para después
poder hacer horas extras, seguramente, muy bien pagadas; o simultanear su
trabajo en las clínicas privadas que, sabido es, jamás son inspeccionadas salvo
denuncia (algunas de ellas, posiblemente, como la que hay en el pueblo donde
vivo y a la que me he referido antes, sin tan siquiera el preceptivo permiso de
apertura del Ayuntamiento y, por descontado y naturalmente, sin que nadie se lo
exija aún a sabiendas de que el caso está denunciado judicialmente). ¿Será
quizás porque nada sirve ya de nada? Tal vez.
En
cuanto a educación, la prioridad sindical por excelencia, se refiere, quiero
recordar que estamos a la cola de los países de la OCDE (los países más
desarrollados) y que el problema no es sólo de la enseñanza primaria o la
enseñanza secundaria o la formación profesional, sino que la enseñanza
universitaria es, así mismo, paupérrima: nuestra mejor universidad pública está
entre la peores del mundo y eso es un hecho insólito en nuestro país. Sólo hay
que mirar el famoso informe PISA para darse cuenta de lo que se ha hecho en los
últimos años en nuestro País. Y digo yo, Sres.: tanto en la educación como en la
enseñanza tiene mucho que ver el colectivo de profesores y el sistema educativo
que esté en vigor además de los padres, y no hay la menor duda de que lo que los socialistas (y el
sindicalismo displicente) han hecho ha sido auténticamente de juzgado de guardia.
Inhibirse a la más mínima ha sido la norma común del profesorado (excepciones
al margen, indiscutiblemente) que, en buena parte se “escondía” en ciertos
organismos creados al dictado de la funesta política educativa socialista para
su conveniencia. Ningún gremio está tan politizado ni tan sindicalizado como el
de la docencia y pocos gozan de tantos privilegios (más vacaciones casi que
Diputados y Senadores, y mira qué…) y de un salario tan digno (comparado con el
del resto de españoles, y no digamos de extremeños) para tan pobres resultados.
Mantener un sinfín de “estudiantes eternos” y que todo el mundo disfrute de una
beca a la mínima no es la fórmula para una buena educación y una enseñanza de
calidad como ha quedado demostrado. Que un número muy elevado de estudiantes
terminen siendo Erasmus (con la guita de papá) no es sino una auténtica
burrada. Los padres tienen una parte de culpa en lo que a respeto se refiere,
pero la educación y los modales se aprenden más en la escuela; y la buena
formación se consigue trabajando duro con todos los alumnos y no sólo con los
“buenos” (en la escuela que yo estuve, hace más de 50 años, no se quedaba nadie
sin “dar la lección” aunque fuera a clase descalzo, y todos recibíamos el mismo
trato). Y, desde luego, con carreras en las que hay más profesores que alumnos,
como parece ser que ha ocurrido en la universidad de Extremadura, no vamos a
ninguna parte. Amén, Sres., de que haber fomentado el botellón (la borrachera
semanal) a temprana edad, sin el más mínimo control policial, está dando ahora
sus frutos y no hace falta que incidamos más en ello, porque es algo que tiene
difícil solución si es que tiene alguna que no sea esperar que la “moda” pase.
Comas etílicos y la píldora del día después son una clara denotación de lo
perjudicial que este fenómeno social ha sido y es para la juventud y para el
futuro del País; y, que no lo olvide nadie, fueron los socialistas, con su
falta de escrúpulos, desorden y anarquía, como siempre, los máximos promotores
de esta rusticidad, que, ni que decir tiene, afecta gravemente a todo el
sistema educativo y de formación de los jóvenes… Aunque los falsos progresistas
nos cuenten el cuento del fomento de las relaciones, que, evidentemente, se
pueden conseguir en cualquier otro ámbito y sin necesidad de
emborracharse.
De
los recortes en ciencia e investigación hay mucho que discutir: pasar el tiempo
simulando que se investiga, parece ser que era la norma común en una gran parte
de los casos, y a eso no hay derecho cuando el dinero utilizado es de todos los
que pagamos nuestros impuestos sin rechistar y nos cuesta por ello bastante
llegar a fin de mes. Hasta un “observatorio financiero” tenemos en Extremadura;
sin reírse, por favor: ¿para observar qué? La empresa es la que tiene que soportar,
como lo hace en otros países, la mayor parte del costo y no esperar que el
Estado asuma todo el proceso para ellos luego sacar todo el beneficio. No
obstante, no puedo hablar mucho de esto porque mi formación no es la más idónea
para ello, pero mi corto entendimiento me dice que la formación profesional y
la investigación deberían correr a cargo de la empresa en su mayor parte, sobre
todo la investigación. Otra cosa es que el Estado ayude lo más posible con la
I+D+I, lógicamente. Comparar lo que gastan las empresas alemanas, francesas,
suecas, inglesas, etc., con las españolas en formar a sus trabajadores produce
dolor de vientre. ¿Y qué han hecho los socialistas al respecto? Seguramente
sacarles algo para el partido en lugar de exigirles un mínimo de formación para
los “obreros”. “Obreros” que, por cierto, hasta están en sus siglas.
Para
no agobiarles mucho tan seguido, seguiré mañana.
26/12/13
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