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jueves, 28 de julio de 2016

A UN FUNCIONARIO PUNTO POR PUNTO


A UN FUNCIONARIO PUNTO POR PUNTO

 

Antes de contestar punto por punto a la carta que me dirige, quiero decirle que aunque trata Vd. de ser cortés y correcto en su carta (y muy loable con los funcionarios), al final suelta una coz que demuestra su total sentido de la tergiversación, ya que, como se puede comprobar, no hago pública mi intención de voto y afortunadamente aún no tengo hernia. Mis ideas, Sr., y ya entro en los puntos, están tan claras como mis principios. Otra cosa es que el sistema y los poderes establecidos, que estoy seguro no son los que Ve. Más desearía, las acepten.

Ninguna reivindicación de igualdad en la protección social de cualquier trabajador debería ser técnicamente imposible y mucho menos económicamente difícil en un país desarrollado. Es mucho más difícil pasear por la luna y mucho más caro y se hace.

 Sigo pensando, Sr., que los funcionarios son privilegiados. Nadie, excepto ellos, goza de seguridad en el trabajo, algo muy apreciable hoy en día. Y efectivamente hay muchos funcionarios que han conseguido su plaza con un gran sacrificio y que reciben un salario por debajo de la media que Vd. indica, pero también es bien cierto que hay funcionarios que sólo tuvieron que aprenderse que España limita al Norte con el Mar Cantábrico y los Montes Pirineos y “Prietas las Filas” (eso si, la canción entera) para obtener su plaza y que cobran más de lo que debieran. En cualquier caso, para mí, todo el que tiene que trabajar para vivir, funcionario o no, se merece un gran respeto.

No quiero pasar a otro punto sin contradecirle su loa al funcionario respecto al horario de trabajo (para que este escrito resulte a los lectores algo más ameno y un poco más divertido). En algunos casos, los menos lógicamente, el horario de trabajo de los funcionarios a mi me trae a la memoria el famoso chiste de la velocidad que seguramente conocerá Vd.: “Mi padre, que trabaja en la Administración, sale de su trabajo a las tres y llega a casa a las dos y media. No hay nada más rápido…“

En lo de compartir la habitación de la Seguridad Social, tengo que reiterarle que no padezco hernia alguna, y que espero que Vd. tampoco la padezca, pero si ocurriera lo contrario, desde luego no me gustaría su compañía. ¡Con lo que escribe Vd., cuanto no hablará! ¡Menuda Cruz!

Y sobre su último punto, le diré que para poder gozar de la libertad de pensamiento que Vd. dice es necesario que se te permita libremente expresarlo sin temor a represalia, algo que, me da, está lejos de su ideología.   

1997-2000

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