DE POBREZA.
Con
motivo de la crisis económica y de esas famosas balanzas fiscales (de las que,
por cierto, nadie dice lo que queremos saber los ciudadanos: Cuanto dinero
recibe cada Comunidad y en que se lo gasta) se habla mucho de pobreza.
Leo
en la prensa que el índice de pobreza juvenil de España (pobreza relativa,
supongo) se sitúa en el 24%. Dicho en otros términos, uno de cada cuatro niños
es pobre relativamente.
Ni
que decir tiene que si la media de pobres –relativos- en Extremadura (38%)
dobla casi la del País (20%), la media de niños pobres extremeños debe andar
por el 46%. O sea, uno de cada dos
niños, aproximadamente, es relativamente pobre. Y si el dato estuviera referido
a extrema pobreza (5,4% de la población española), Extremadura tendría, décima
más o menos, un 11%. En el siglo XXI, más que asombroso, ¡increíble!
Analizar
las causas de tanta pobreza no está a mi alcance, entre otras razones, por mi corta
formación. Pero quienes si gozan de la suficiente, no olvidan, cuando de este
tema hablan, una causa que a mí me ha sorprendido: la evasión fiscal. Es decir,
que si las personas que tienen su patrimonio en paraísos fiscales (caso, al
parecer, de una tenista que ha sido recientemente miembro de un jurado de los
Premios Príncipe de Asturias, por ejemplo) pagaran impuestos en los países
donde residen o donde obtienen su riqueza, la recaudación tributaria adicional
sería más que suficiente para erradicar esta lacra.
En
Extremadura, la líder de las comunidades en todas las pobrezas, además de haber
evasión fiscal –que la hay, y mucha- aunque no tengamos “tenistas”, tenemos el
hándicap de que el Gobierno actual (al igual que los anteriores) deja bastante
que desear no sólo en la gestión de los impuestos que pagamos todos los
extremeños que pagamos (entre ellos el IRPF más caro de España), sino en la
gestión de los bienes que produce la región, que si los pillan en otro sitio
son 1ª potencia económica, pero que aquí el caciquismo propio del subdesarrollo
intencionado y la oligarquía empresarial se encargan de que sólo “vivan”,
obviamente, ciertos empresarios, la clase política, la sinecura sindical y
pocos más. El resto, pobres en una de las tres dimensiones: moderada, alta o
extrema.
08-09-08
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