¿FELICES PASCUAS?
Un
año más estamos a las puertas de las fiestas por excelencia: las pascuas.
Servidor
que no es precisamente muy creyente, a pesar de que los años influyen bastante
en esa faceta y uno va ya para arriba, siente deseo de escribir –bueno, deseos
no faltan nunca- algo no tan reivindicativo como lo que escribe casi a diario
y, con el respeto hacia todos, hacerlo de las pascuas. Pero estas no son como
la mayoría, pues la sociedad las va a acoger de diferente manera según se esté
o no afectado por la dichosa crisis. Aunque, es cierto, que para algunos
siempre hay crisis y para otros nunca.
Así,
los provocadores de la misma (sobre todo, banqueros que siguen subiéndose el
sueldo, cobrando bonus y blindajes que sólo condonan deudas a la política
protectora) los que han recibido el mejor “aguinaldo” gubernamental vía avales
(¿Avalar no es poner la cara por alguien? ¿Avalar no es fiarse? ¿Cómo hacerlo
de quienes no se fían entre ellos mismos?) y quienes les apoyan, con el dinero
de todos, pasarán las fiestas, paradójicamente, disfrutando del buen marisco,
del buen jamón, de los mejores turrones y el dom perignon (¿se escribe así?
Como no he visto ninguna botella todavía…), el vino de reserva o gran reserva y
harán a sus familiares los correspondientes regalos de las mejores boutiques y
las mejores joyerías, sin olvidar esas colonias que huelen durante todo un día
y que tienen un precio de escándalo.
Los
otros, los afectados (a los que sí debería avalar el gobierno, ya que, es su
responsabilidad y que son víctimas, así mismo, del socialismo para ricos que
manda en España) se tendrán que conformar con algún polvorón almendrado, el
turrón de Carrefour (en el mejor de los casos), el vino de la pitarra del
abuelo bandurria y poco más. Y eso sí, con la alegría sana de la conciencia
tranquila y, por supuesto, la zambomba y la pandereta y quizás la botella de
anís para cantar el “saca la bota María que me voy a emborrachar”.
En
fin, a pesar de todo lo que está pasando, es la pascua y nace el NIÑO JESÚS que
–en este País-, se sea creyente o no, es el símbolo de la pobreza, de la
humildad, de la decencia, de la honradez, de la paz, de la concordia, de la
solidaridad y de todas las virtudes que atesoran millones de familias que a
todos desean lo mejor. Incluidos –¡también!- los que con su avaricia les han
despojado de lo poco que tenían.
23-12-08
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