Las pruebas que aporta el empresario para demostrar las supuestas mordidas del PSOE son una tomadura de pelo para el Supremo
José Antequera
18/12/2024
El Ministro de Transporte, Óscar Puente, no
solo se ha destapado como el mejor gestor durante lo peor de la riada en Valencia (ha levantado vías férreas y carreteras
como quien juega al Monopoly y en
tiempo récord), sino que también se está desvelando como el más perspicaz de
los policías especializados en casos de corrupción. Desde su cuenta de X, antes
Twitter, Puente está colaborando con la Justicia para esclarecer las confesiones
del empresario Aldama, que se ha autoinculpado
(sin aportar pruebas serias) en el pago de comisiones y mordidas a altos cargos
del PSOE.
Durante su declaración en el Tribunal Supremo, el
“nexo corruptor” de la trama Koldo (así se
conoce a Aldama en los ambientes policiales) aportó un papel, un manuscrito por
llamarlo de alguna manera, la prueba definitiva que, según él, iba a servir
para reventar al partido socialista desde dentro y acabar con el
“mitómano” Sánchez. No hace falta decir que la
expectación que había despertado se desinfló como un flotador pinchado en una
playa cuando le entregó a su señoría una especie de servilleta usada en la que
aparecen garabateados unos números y los nombres de unas sociedades mercantiles
que supuestamente iban a verse favorecidas por las comisiones (hasta cuatro
millones de euros a repartir entre él, el exministro Ábalos, el asesor Koldo García y otros cargos
socialistas).
La foto de ese papel arrugado y pringoso la ha visto toda España y no hará falta decir que el dibujo a
acuarela de un colegial de Primaria tendría más validez que la presunta prueba
definitiva y letal aportada por Aldama. Ese gurruño que parece salido de una
tarde de copas por las tascas y mesones de Villa y Corte no tiene ninguna
validez jurídica, ni siquiera como simple indicio racional de criminalidad, y
sería una vergüenza para la Justicia española (una más, y ya acumula unas
cuantas) si el juez del Supremo encargado de la instrucción lo acepta como
prueba de cargo. En el mundo de ayer, el “papeluco” de Aldama, como lo ha
calificado el policía Puente, iría directamente a la papelera por intento de
tomarle el pelo a su señoría. Pero estamos en la Era de la Posverdad y todo
vale. Bien pensado, en este país estamos acostumbrados a ver cosas mucho más
raras en nuestros juzgados y tribunales, como cuando le perdonaron la
imputación a Mariano Rajoy por la caja B
del partido pese a que en los libros de contabilidad del tesorero Bárcenas (que precisamente salió ayer de prisión
en libertad condicional) constaba, como uno de los beneficiarios de los sobres
bajo manga, un tal “M. Rajoy”. Misterios de nuestra judicatura.
Pero por si acaso el magistrado instructor del Supremo siente la tentación
de poner una sentencia basándose en ese pedazo de papel sin ninguna fiabilidad
aportado por Aldama, ahí estaba el diligente y avispado Óscar Puente para
llamar a las cosas por su nombre. El exministro ha ido desgranando, una por
una, cada adjudicación ilegal que aparece en esa hoja chuchurría del polémico
industrial y agente de la CIA que ha puesto patas arriba a la democracia
española. En su tuit, Puente construye una obra maestra de la ironía aplicada a
la investigación policial que ni el diálogo de una novela negra de Raymond Chandler. “A ver. Este papeluco parece ser la super prueba que hoy ha
aportado Aldama. La de los subrayados del otro día, por lo que sea, no debía
tener mucho valor después de los informes de Carreteras y ADIF. Pues bien.
Habla de seis obras supuestamente adjudicadas a cambio de mordidas. El resumen
es el siguiente: 1. Una de las seis no se ha licitado a día de hoy. 2. Otra fue
licitada cuando Ábalos ya no era ministro. 3. Tres fueron adjudicadas a la
oferta económica más baja. 4. Una fue adjudicada a la oferta técnica mejor
puntuada”. Touché. Ni Philip Marlowe en El sueño eterno hubiese desmontado las
patrañas y coartadas del malo de turno con tanta brillantez.
Puente se está revelando como un pilar fundamental del nuevo PSOE y sus
enemigos le profesan ya un odio profundo, sincero y fraternal, puesto que es
capaz de aclarar un bulo de Ayuso o
desarticular un montaje de Feijóo con una
parrafadita de cuatro caracteres en la red de Elon Musk. Uno cree
que Puente es el hombre que necesita el partido socialista, últimamente algo
falto de neuronas y de cerebros brillantes. El ministro de Transportes, entre
que te vuelve a montar una línea del AVE destruida
por la Dana y reabre una autopista, te aclara en un santiamén las mentiras y
propaganda goebelsiana de nuestra derecha
patria.
Fue Adorno quien dijo aquello de que quien quiera
conocer la verdad en la sociedad capitalista posindustrial tendrá que estudiar
la forma de vida alienada que nos han impuesto los poderes objetivos, esos que
determinan la existencia de cada uno de nosotros “hasta en las zonas más
ocultas”. La mentira, que una vez fue un medio liberal de comunicación, se ha
convertido hoy en una más entre “las técnicas de la desvergüenza con cuya ayuda
cada individuo extiende en torno a sí la frialdad a cuyo amparo puede
prosperar”, dijo el autor de la Escuela de Frankfurt,
que dedicó parte de su vida a tratar de entender las causas del fanatismo
fascista del siglo XX, ese que retorna hoy con fuerza. La mentira
institucionalizada y como forma de expresión de nuestro tiempo se extiende por
todas partes, desde la política a la judicatura, desde el periodismo hasta el
mundo de la cultura, pero todavía quedan improvisados detectives de las redes
sociales (pocos, aunque alguno queda) que como Puente se han aplicado a la
ardua tarea de arrojar luz donde ya solo hay oscuridad, ruido y confusión.
Aldama es un presunto delincuente a quien la derecha admira y sigue como el
nuevo gurú de moda. Pero mientras Puente, el Sherlock Holmes de
Valladolid, tenga su lupa tuitera a punto y on fire, siempre
habrá un resquicio para colocar eso tan necesario de que dato mata relato.
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