JUAN CARLOS MONEDERO 08/12/2024
"Lo
más terrible se aprende enseguida
Y lo hermoso nos cuesta la vida
La última vez lo vi irse
Entre humo y metralla, contento y desnudo"
Canción
del elegido, Silvio Rodríguez
(Aforismos
y notas a partir del libro de Juan Villoro, No soy un robot)
1.
A
comienzos del siglo XX, series como Los Soprano incluían en
sus capítulos hasta 30 escenas, algunas de ellas largas y con diálogos densos.
Hoy, las series y las películas, especialmente cuando va dirigido a un público
joven, llevan al menos 50 escenas y poca reflexión hablada. El personal se
aburre. El ruido, las explosiones, los efectos especiales sustituyen a los
diálogos. ¿Qué pueden hacer los maestros en las aulas? ¿Alguien puede dar clase
a un público así o tiene que resignarse a entretenerles? Doy fe de que es
posible, pero para ser profesor hoy hacen falta dotes de vendedor de crecepelo
y un curso nivel B3 de superpoderes.
2.
Decía
Aristóteles que las potencias del alma eran el entendimiento, la memoria y la
voluntad. La Inteligencia Artificial (IA) anula la memoria -se acuerda ella por
ti-, te impide que ejerzas el entendimiento -hace por ti las conexiones-, y
transforma la voluntad al invitarte a procrastinar, a la pereza y a la
indiferencia -o, como en el mundo griego, quizá podamos volver a filosofar,
aunque la IA lo hará mejor-. Con la IA, las potencias del alma son las
impotencias del alma.
3.
Si la
guerra es usar la violencia para apropiarse de riquezas, territorio, personas y
expandir el dominio material y simbólico sobre una población y un espacio, ya
hay una nueva guerra mundial en marcha. La violencia en el ciberespacio
(hackeo, sabotaje, espionaje, robo, mentiras, bulos, fakes -todos sinónimos-,
agresiones, ataques a instituciones críticas sanitarias, de suministro de agua,
electricidad, financieras, electorales, de seguridad, etc.) es uno de sus
escenarios de creciente importancia para el cual sólo hay un remedio: una IA
propia.
4.
Escuchar
repetidamente en Spotify canciones que odiamos solo para el íntimo placer de
confundir al algoritmo.
5.
Cualquier
gobierno autoritario que está dispuesto a logra la obediencia de su población,
sea por maldad o porque cree que así va a lograr el bienestar colectivo,
siempre ha utilizado a lo largo de la historia todos los recursos en su mano
para sus fines, siendo el primero controlar los cuerpos y las conciencias:
instrucción, educación, religión, ideología, represión son algunas de las principales
armas del Estado. Si ahora los gobernantes tienen la posibilidad de instalar un
chip neuronal en la cabeza de los ciudadanos ¿por qué no tendrían que hacerlo?
Instalar en las mentes el miedo a dios, una tarea realizada durante siglos, es
menos eficaz que controlar los pensamientos gracias a un microchip. Además, es
más barato: no hay que mantener a un ejército de sacerdotes ni a caros
presentadores de medios (sustituidos, además, por la realidad virtual).
6.
Negar
que la Inteligencia Artificial va a inaugurar una nueva etapa sería como negar
que la bomba nuclear reinventó las guerras, sus peligros y la reflexión sobre
el orden mundial. Va a cambiar nuestra antropología. Y nunca una tecnología ha
estado tan lejos de poder ser controlada por los individuos.
7.
Cada
tecnología crea su propio conocimiento y también sus accidentes. Así fue con la
rueda, el bronce, la escritura, la imprenta, la locomotora, el tractor o el
Estado. En la sociedad tecnológica estamos expuestos al cortocircuito, al
hackeo, a nuestro "apagamiento" -no podemos controlar nuestra imagen
virtual en las redes, ni lo que piensan de nosotros en Facebook, Tik-tok, Instagran,
Tinder, y, si eres famoso, en Wikipedia-. Tampoco controlamos lo que saben de
ti las aseguradoras, los bancos, los servicios secretos, tu jefe. Quien
controle el "tecnopolio" tiene el poder. Recuperar los datos es hoy
más relevante que votar.
8.
Vivimos
en la era de las redes sociales y la IA. Ninguna de ellas crea una forma de
conocer nueva, sino que recombinan la lectura y la producción audiovisual que
existían previamente. Pero su omnisciencia divina aplasta al individuo que
pensó todo antes de que llegara. Logran, por su combinatoria billonaria,
deteriorar las bases sobre las que se ha construido todo el conocimiento hasta
la fecha. En la era digital, "fotocopiamos" miles de libros, pero no
los leemos, y aún menos desde nuestra particular hambre, desde nuestra mirada,
desde nuestra particular humanidad. Hackea quienes profundamente somos y
podemos llegar a ser. Usurpa nuestra personalidad como una versión mejorada de
nosotros mismos.
9.
Todo lo
que hacemos los humanos lo hacemos para burlar la muerte (Política para indiferentes,
FCE, 2024). Evitar el dolor es un recurso evolutivo. Me beneficia, me acerco,
me perjudica, me alejo. Nos paramos en el accidente en la carretera para,
curiosos, aprender de la muerte. La IA puede aprender también del dolor y los
errores, aunque en verdad no le duela y no se equivoque. Ya ha aprendido que
por ahí hay sendas virtuosas. No te va a dejar que te duela solo a ti y que te
equivoques solo tú. No te va a permitir que tú, triste humano, monopolices
tamañas fuentes de conocimiento.
10.
Si los
ricos siempre han disfrutado de las mejores casas, el mejor servicio, los
mejores manjares, los mejores vinos y licores, si se han juntado con la gente
de su clase y han disfrutado, por lo general pagando, de los cuerpos
normativamente excelentes, que nadie dude de que hoy utilizan las mejores -por
tanto, las más eficientes- formas de controlar a sus trabajadores, votantes,
disidentes, periodistas, intelectuales, etc. Detrás de cada rico y de sus
operadores políticos y mediáticos hay un Pegasus que espía
cualquier disidencia. Saben todo lo que haces y cuando necesiten hacer algo con
esa información, lo harán.
11.
Los
cerebros de la gente interactuando con su Iphon activan las mismas zonas que
cuando interactúan con la gente a la que quieren o de la que están enamorados.
Relacionarte con tu móvil opera en tu cerebro como cuando estás con las
mascotas que adoras. Pero el teléfono no te quiere a ti, sino a tus datos. Y te
hace creer que eres especial, dueño de tu mundo. Sólo a ti te deja entrar. Amar
a tu teléfono móvil te obliga a no olvidar nunca tu contraseña. O no podrás
volver a entrar nunca. La password de los libros es el deseo de leerlos.
12.
Con la
IA, es posible, al contrario de lo que decía Lincoln, además de engañar a pocos
mucho tiempo y engañar a muchos pocos tiempos, también engañar a muchos todo el
tiempo. Y la familia tiene crecientes dificultades para contrarrestar ese
malestar creciente de la gente que se siente engañada y ni siquiera tiene las
palabras necesarias para explicarse su malestar.
13.
"La
verdad no ha dejado de ser revolucionaria. El problema es que se localiza en
una esfera que importa cada vez menos: la realidad". Me recuerda a aquella
pancarta en los años del estallido social en Argentina en 2001, cuando el default, y
los presidentes, incluso más moderados que Milei, salían en helicóptero de la
Casa Rosada: "Menos realidades y más promesas".
14.
Los
ricos quieren vivir en la realidad virtual, en el metaverso, en Marte, en un
bunker, mientras los pobres de la historia, los indígenas, las mujeres, los
desplazados, los campesinos, los que disfrutan de la naturaleza, quieren el
mundo real de la tierra y el cielo, recuperar los bosques, los ríos, el agua,
las estrellas de la noche, el fuego que no lo quema todo, el amanecer con
su rocío y su tempo, la choza limpia, el aire limpio, el orden de la vida
real.
15.
Los
conquistadores españoles prohibieron el arte del brocado para que las indígenas
no hablasen con sus vestidos. Hablar y tejer es un ejercicio común en la
cultura indígena. "La palabra «texto» proviene del latín textus,
y textere quiere decir «tejer» o «trenzar». En el tejido de
las palabras encontramos el hilo del discurso, el nudo argumental,
la urdimbre de la trama, los cabos que
se atan, el enhebrado o bordado de
adverbios y adjetivos, las retahílas, los enredos y,
por supuesto, el desenlace". Es bastante probable que Homero
fuera una mujer. Había una vez una voz que era tu madre...
16.
En las
comunidades habitacionales, el ascensor te hace independiente, pero ya no
conoces a tus vecinos. Ni te los encuentras en la escalera ni necesitan ayuda
para subir la compra. Con Alexa o Siri el vecino y la vecina son aún más
prescindibles. No te mueres solo: te habla Siri o Alexa. Qué gran consuelo. No
sé cómo no se le ocurrió a Isabel Díaz Ayuso para que los 7291 ancianos que
murieron en las residencias de Madrid durante el COVID hubieran escuchado a
Siro o a Alexa despedirse: te estás muriendo, estás sola, estás solo,
no puedo ayudarte. Perdona que no te agarre la mano...
17.
Las
redes y la IA nos ahorran buscar, pensar, solventar problemas. Tuvimos una
pequeña rebelión ocupando el tiempo libre haciendo sudokus. Algunos hasta
jugaban al ajedrez. Pero ahora, buscamos una aplicación y otra hasta que nos
solvente el asunto. Las apps son el nuevo kit de supervivencia, como una navaja
suiza infinita. La satisfacción de entender (hay una conexión neuronal que une
la comprensión con los músculos de la sonrisa) la compensamos haciendo scroll durante
horas o saltando de video en video que el algoritmo ha seleccionado para
nosotros.
18.
La
capacidad cognitiva en Europa está disminuyendo (falta un estudio que demuestre
que, por el contrario, en América Latina aumenta. En Europa crece la
desesperanza por la pérdida y en América Latina crece la esperanza por la
ganancia). Desde los años 90, el Cociente Intelectual ha descendido a un
ritmo de 0,2 puntos al año en Finlandia, Dinamarca y Noruega. En una generación
habrá disminuido 7 puntos. Una parte importante de la inteligencia es la
inteligencia social, desarrollada para entender a los demás. Si ya no tenemos
que resolver problemas (memorizar un teléfono, saber cómo llegar a una calle,
aprender un poema o una canción, negociar en la calle con los compañeros de
juego, diferenciar entre la verdad y la mentira, militar en un partido o en un
sindicato, hacer teatro), nos oxidamos. Conforme perdemos capacidades
intelectuales, recurrir a solventar los asuntos a golpes -como los gorilas- se
convierte en una alternativa más normalizada. Si algo queremos lo obtenemos por
la fuerza. El feminismo es una lacra. Y votamos más a la extrema derecha.
Cuanto menos inteligentes somos, más volvemos al fascismo.
19.
En un
concurso de imitadores de Chaplin en 1921, Charles Chaplin quedó segundo.
Nuestras copias virtuales serán mejores que nosotros. No estaremos a la altura
de nosotros mismos. Nuestro superyo nos aplastará en la
mediocridad. Tiene también sus ventajas. Alguien que no puede tenernos, puede
enamorarse de nuestra copia y poseerla. ¿Nos estará forzando o será una forma
de felicidad sin molestar?
20.
Si el
único consuelo de los jóvenes, que no pueden acceder a casi ninguna certeza
-todo es fugaz, todo está demasiado abierto, hay demasiado fracaso en las
alternativas que lo intentaron- es enriquecerse rápidamente, ser famoso como un
YouTube o una influencer, drogarse -contando con que, finalmente, aunque
destrozado, regresas a casa de los padres-, confundir el crecimiento personal
con cambiarte constantemente de ropa o conocer sitios vaciados de sorpresa, no
parece un escenario atractivo. Como novedad, pueden anestesiarse sobreocupando
los sentidos a través de las pantallas. No hay que extrañarse de que vean en
quien les ofrezca alinearse en un espacio de sentido, aunque sea violento y
autoritario, un gran atractivo, aunque sea en el corto plazo. Sólo en el corto
plazo. Porque hay una caja negra en los jóvenes que también puede llevar a la
más alta cota de libertad de la que nunca la humanidad ha tenido.
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