JUAN TORTOSA 23/12/2024
Agoreros de
toda clase y condición vienen anunciando la muerte de Podemos desde el mismo día, 17 de enero de 2014,
en que este proyecto político se dio a conocer. El sistema se percató enseguida
que lo que significaba esta iniciativa política no era precisamente una broma,
que sus análisis eran profundos y sus propuestas ponían el dedo en la llaga. El
bipartidismo y la monarquía corrupta, la banca y el empresariado supieron ver
pronto que las reflexiones y diagnósticos de aquellos profesores universitarios
calaban porque manifestaban exactamente lo que buena parte de la ciudadanía
sentía y pensaba en aquellos momentos. Había que cargárselos pues, matarlos,
acabar con ellos. Aquel maldito espejo de Blancanieves les estaba diciendo que
existía alguien más guapo. Intolerable.
Y a ello se
pusieron. Casi once años después, los más de veinte casos judiciales abiertos
contra diferentes miembros de la formación con cualquier pretexto, pero siempre
sin fundamento, han quedado en agua de borrajas como no podía ser de otra
manera. Los dos últimos, el caso Neurona y
el caso Niñera, acaban de cerrarse por fin dejando
claro que todo fue una patraña urdida para arruinarles la vida a quienes habían
osado poner en solfa las inercias de la manoseada Transición, los acuerdos que
durante décadas habían dejado vivos en las instituciones a buena parte de los
herederos de la dictadura. Algunos nunca dejaron de asomar la patita y otros,
desde que han decidido quitarse las caretas en los juzgados, la policía, el
ejército o los periódicos, están consiguiendo acorralar a los miembros
socialistas de un gobierno que nunca supo verlas venir hasta que no les ha
tocado a ellos.
Como sigamos
así, la jaula de grillos que es hoy el Parlamento podría convertirse más pronto
que tarde en una bañera de pirañas. Recordaba el otro día Gabriel Rufián, recién elegido mejor orador del año,
cómo hace ya doce, “una diputada del PP dijo en
el Congreso “que se jodan” durante un debate en el que se hablaba del paro y de
parados. Aquello fue un escándalo, se le sancionó y ella y su partido tuvieron
que pedir perdón. Hoy se aplaudiría, se jalearía y hasta se harían camisetas
con la frase”.
Aún así, las
encuestas de estos días certifican una vez más que Podemos, ese muerto que
tantos han querido matar tantas veces, goza de buena salud. Ahora solo disponen
de cuatro diputados en el Congreso, es verdad, pero se trata de cuatro votos
tan válidos como los siete de Junts o de
Esquerra, los seis de EH Bildu o
los cinco del PNV. Cuatro escaños sin
los que no se puede hacer nada. Cuatro votos que Ione Belarra y
sus compañeros usan para cumplir con lo que sus votantes esperan de ellos:
conseguir avances sociales, luchar contra la desigualdad o poner pie en pared
frente a las injusticias. Algo que en Sumar no
han sabido hacer. O no han querido, vaya usted a saber.
La última
humillación sufrida por la ministra de Sanidad, plegándose con el asunto Muface a una decisión contraria a su
voluntad política, deja a Mónica García en
muy mal lugar. Sumar nunca fue nada y ahora es mucho menos. Si mantiene alguna
expectativa de voto es gracias a la incondicional militancia de Izquierda Unida, que sigue dentro porque no sabe
qué hacer con su vida. Y mientras tanto en Podemos, cada vez que habla Irene Montero le tiemblan las piernas a más de
uno, cada vez que Ione Belarra interviene en el parlamento deja más en
evidencia la tibieza de un Gobierno de coalición algunos de cuyos miembros,
empezando por el presidente, están empezando a sufrir el mismo tipo de ataques
que soportaron tantos responsables de Podemos mientras los socialistas miraban
para otro lado.
Y hete aquí
el panorama actual, los mismos cañones que dispararon contra el partido morado
andan ahora copando telediarios y primeras páginas con Ábalos, Aldama, Koldo, Begoña… los mismos que
acosaron en su casa durante meses a un vicepresidente y a una ministra del
gobierno están yendo ahora a por todas contra el entorno familiar y político
del presidente. Puede que Pedro Sánchez se
haya dado cuenta ya que se equivocó apostando por intentar hundir a Podemos.
Sus cuatro diputados y los postulados políticos que estos defienden le son a
día de hoy más necesarios que nunca, sobre todo desde que en Junts han decidido
hacerle descarados ojitos al PP.
Más vale que
nadie baje la guardia. Como sostiene mi admirado Javier Leizaola, “vienen curvas
y toda alerta será poca”. Feliz Navidad.
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