LA CLAVE PARA EL 26-J: “RAJAR” LA RECETA CLIENTELAR
“Pensábamos
que íbamos a ganar ellos y…” es un despropósito de frase, una absurda
contradicción al principio, que fue dicha
por un político para dejar claro
que los dos partidos que podían ganar unas elecciones eran, en el fondo, la
misma “crápula”. Y no se equivocaba, los años han demostrado que en nuestro
país la ya acuñada frase “El PSOE y el PP, el misma rancho es” (en sus
distintos modos “gramaticales” según la CCAA en que se profiere) ha quedado más
que demostrada desde todos los puntos de vista políticos “permitidos” y hasta
ahora conocidos. Y desde todas las formas utilizadas hasta el momento para una
gobernabilidad digna de haberse tenido en cuenta. Los dos Partidos hegemónicos han
compartido supuestas ideologías con el Ibex-35 cada vez que les tocaba
gobernar. Hasta el punto que alguien, en una ocasión, incluso llamó
“socialibex” a los socialistas y…, no es necesario decir cómo, a los populares.
Pero
no hay que olvidar que los socialistas han gobernado en el periodo democrático
más tiempo que los populares, por lo que, para bien o para mal (para mal en mi
modesta opinión), son más responsables de la situación actual que los
populares. Siempre sin olvidar, que éstos no han dejado pasar el tiempo en
balde cuando se les ha presentado la oportunidad. Sin ir más lejos, en la
actual legislatura y la prórroga (más bien preterición) añadida de la misma.
Ambos, en cualquier caso, han sabido forjar como auténticos maestros la añagaza
del clientelismo sin la más mínima fisura. Y, por eso, sino del todo si en gran
parte, están hoy ahí -todavía- luchando por la supremacía en el poder.
Porque
de otra manera… cómo entender que seamos los campeones de campeones en pagar
impuestos y recaudar menos que nadie; en haber logrado la máxima desigualdad
social; en llevarnos la palma de oro de la corrupción (aquí roba hasta el
sepulturero, y no digamos los políticos -que lo hacen hasta en las más humildes
Aldeas- los grandes empresarios, la banca, las asociaciones de todo tipo
incluidos sindicatos de todas las clases, fundaciones, etc.); en haber batido
sin esfuerzo alguno el record de fraude fiscal (unos ¡90.000 millones de euros
al año!) y de economía sumergida de la OCDE (unos ¡230.000 millones de euros de PIB anual! que birlan al
Erario otros ¡40.000/50.000 millones de euros!); en haber logrado que sólo
Grecia nos derrote en índice de desempleo en el mundo civilizado; en haber
conseguido a base de “comisarios políticos” tener una justicia que da pena, por
no decir nauseas (cuando un político prevarica y lo hace a sabiendas y estando
avisado, incluso ilustres magistrados, lo llaman “prevaricación omisiva” y
¡andando!, vuelve a por otra si quieres); en que, no sólo tengamos unas
pensiones ridículas en su mayoría si se exceptúan las de los políticos y
banqueros, sino en que esté en duda si los que vienen detrás podrán cobrarla o
tendrán que liarse a… porque esa hucha famosa de la SS ha sido rota para
comprar juguetitos para los niños de papá; en haber conseguido engañarnos
miserablemente pidiendo un RESCATE de nada menos que ¡60.000 millones de euros! para la banca que tenemos
que pagar como Grecia o Portugal entre todos los españoles; en definitiva (para
no cansar mucho a los lectores de EP que están mejor informados que nadie de
todas las tropelías de nuestros gobernantes) eso que un gran escritor ha
llamado “canallocracia” diciendo lo siguiente: “No solo por la llamada “alarma
social” que producen los sucesivos expolios. No solo por la humillación que sienten
las personas con conciencia cívica. No, no solo por eso. La canallocracia no se limita a la
corrupción económica. Tiene una
estrategia para corromper la sociedad. Poner en suspenso esas conciencias.
Inutilizarlas”. “La canallocracia invierte
en destruir reputaciones. Inventar chismes y mentiras para difamar a aquellos
que las tramas consideran peligrosos para sus intereses. Funcionarios que han
detectado anomalías, periodistas que han desvelado el lado oscuro, opositores
que han cumplido con su deber de denunciar la rapiña. Opositores y no
opositores. Para los políticos corruptos resultan especialmente fastidiosos los
compañeros de partido honestos. Los aguafiestas que no miran para otro lado. No
es raro que sean víctimas de amenazas o represalias. Pero la canallocracia ha descubierto un arma
especialmente intimidante. Hay empresas especializadas que asumen esas tareas
como complementarias: mejorar la reputación de un rufián y lanzar una shitstorm (en inglés, tormenta de
mierda) contra alguien que le ha plantado cara”.
Mas,
he aquí que, casi sin esperarlo (PSOE y PP aún no dan crédito a lo que se les
ha venido encima), han surgido otros Partidos que, aunque sea difícil, puede
que le den pesquis al título y la frase pase a tener un sentido racional y ya
no sea “pensábamos que íbamos a ganar ellos”, sino “pensábamos que ganarían
ellos y hemos ganado nosotros”. Claro que, ¿podrán “rajar” la cristalizada
receta clientelar a la que están acogidos miles y miles de españoles sin
principios y sin escrúpulos que, de no ser por los que hasta ahora han
gobernado, estarían a verlas venir, y, en cambio, viven acomodadamente mientras
muchos jóvenes tienen que coger la maleta hartos de estudiar y después de haber
gastado el dinero de sus padres y el del propio Estado (o sea el de los impuestos
de todos… ¡ojo!, de los que los pagaban) para tener una formación
envidiable? Ahí está, se diga lo que se
diga, la clave para el 26-J
14/06/16
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