LOS RICOS Y PODEROSOS
En
estos tiempos en los que tanta gente vive apesadumbrada por la falta de casi
todo, por no poder acceder a las necesidades más básicas, por no tener
garantizados los servicios más necesarios como son la luz y el agua, por haber
perdido sin saber cómo ni de qué manera los pocos bienes materiales (dinero
incluido) que su sudor les había proporcionado, por, en definitiva, haberlo
arruinado casi todo en su vida, incluido lo más sagrado que es la dignidad
(robada de la manera más vil y descarada que en ningún tiempo se recuerda), ahí
están, como siempre, los ricos y poderosos (muchos dedicados a la política)
gozando a sus anchas como nunca y sin hacer el mínimo caso a las dificultades
de tanta gente y al poco -quizás ningún- porvenir para los que tienen que
hacerse cargo de la justicia y la gobernanza sustituyendo a las generaciones
actuales.
Mientras
la clase pobre se hunde en la miseria y la clase media se hace pobre, ellos
aumentan sus riquezas y el lujo sigue
subiendo como mínimo un 25% anual. Mas esas estadísticas que miden esos
aumentos, también señalan que nueve de cada diez de estos individuos/as no paga
nada al Fisco. No lo recuerdo bien, pero, sin contar políticos, los más de
1.200.000 ricos censados en España (unos 10.000 en Extremadura, ¡quién lo
diría!), sino me falla la memoria, apenas contribuyen al “sobrevivir” del
resto. Y no es lo peor que no paguen casi nada, prácticamente una
insignificancia, sino que nadie se lo exige. Disfrutan la “suerte” de vivir en
un país que está entre los que tienen los impuestos más caros y menos recauda.
¿Un paraíso fiscal? Bueno, si no lo es, lo cierto es que está muy cerca.
El
argumento de la política, especialmente de la proclive a su existencia (que no
hace falta señalar) es eso tan peyorativo de la fuga de capitales. Pero uno,
que es muy des-corregible, piensa que igual nos da que esa fuga se produzca.
Pues si se van, obviamente, no pagan nada; y si se quedan tampoco. ¿Dónde está
la diferencia, entonces? ¿De qué nos vale que sigan aquí? De nada, ¿no es así?
¿Qué ganamos con que disfruten de nuestras magnificas infraestructuras
construidas a base de recortes en nuestra sanidad y nuestra educación? ¿Qué
ganamos los ciudadanos de a pie con que disfruten sin costo alguno de esas
enormes fincas y de esos innumerables campos de golf repartidos por toda la
geografía nacional (hasta en Villanueva de la Serena creo que hay uno)? Amén de
un sinfín de numerosas urbanizaciones millonarias donde nadie los molesta
mientras celebran todo tipo de saraos. Y, cómo no, de la mano del servilismo
político, fomentan la indignidad y se esfuerzan al máximo para que las
desigualdades salariales y sociales se agranden hasta alcanzar la barrera
(estamos a sólo unas décimas) del conflicto social que marca ese famoso índice
de Gini.
07/10/14
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