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lunes, 18 de noviembre de 2024

18/11/2024 - VOTAR A LO TONTO

David Torres 18/11/2024

La democracia representativa tiene varios inconvenientes, aunque ninguno tan grave como permitir votar a la gente. En un relato de Philip K. Dick, una de esas geniales chaladuras suyas que se despachaba entre paranoias y pastillas, una máquina -un ordenador de los de antes- elige al votante ideal, uno solo entre los millones de votantes potenciales del país, mediante un complejo sistema estadístico: a continuación, el votante ideal va y elige al presidente que le da la real gana. No recuerdo bien la historia, pero creo que aquel año la final andaba entre un catedrático pedante y un tarugo de las Montañas Rocosas. Me dirán que la máquina, en lugar de escoger al votante, podía escoger directamente al presidente ideal, pero eso sería prescindir del elemento humano: una dictadura del proletariado informático

De hacer caso a Dick, en las recientes elecciones estadounidenses, la máquina habría elegido al tarugo de la Montañas Rocosas y entonces el tarugo, sin pensarlo dos veces, habría votado por Donald Trump. Tampoco hubiese sido mala idea, porque con toda seguridad los ciudadanos se habrían ahorrado un montón de tiempo, de dinero y de disgustos: un sinfín de campañas electorales, anuncios, entrevistas, debates, mandangas informativas y recuentos. Es muy posible que, de haberle tocado la lotería al catedrático pedante, la elegida habría sido Kamala Harris, una opción más presentable se mire por donde se mire, aunque tampoco muy distinta en términos de miseria moral y vidas humanas. Al fin y al cabo, en el brillante equipo del presidente Joe Biden estaban los carniceros que patrocinaron una guerra en Ucrania y un genocidio en Gaza, entre otras muchas barbaries.  

La verdad, hay motivos para asustarse al ver que Trump ha formado un gobierno a su imagen y semejanza, pero, conociendo al colega, tampoco se podía esperar que fuese a convocar unas oposiciones por cociente intelectual, méritos laborales y currículum universitario. Con un acusado por tráfico sexual de menores en el cargo de fiscal general y un ignorante antivacunas a lo Miguel Bosé al frente del Departamento de Sanidad, Trump ha convertido la Casa Blanca en un congreso permanente de enemigos de Batman. La próxima legislatura de Trump se presenta como un tebeo de Batman, pero sin Batman. Por su parte, la de Joe Biden fue un episodio de The Walking Dead con todos los protagonistas muertos. El mismo Trump tiene el porte de un supervillano de James Bond, por no hablar de su mini-yo, Elon Musk, a quien sólo le falta el antifaz, el gato y la banda sonora. 

Sin embargo, tampoco hay que echarse las manos a la cabeza. Sin rebuscar mucho y sin salir del patio hispánico, aquí hemos tenido de ministro del Interior a un señor que hablaba con la Virgen, de presidenta autonómica a una señora que traducía los ladridos de un perro, de jefazo de la Guardia Civil a un putero en calzoncillos y de presidente del gobierno a Mariano Rajoy. Al fin y al cabo, José Mari Aznar consiguió reclutar un ejecutivo de delincuentes en futuro perfecto y Felipe González tuvo algunos ministros que parecían sacados al azar de la trilogía del Torete. La diferencia es que Trump no se corta un pelo y ha elegido a los suyos con el historial delictivo al día, empezando por él mismo. 

En los tiempos antiguos la gente no podía elegir y, si le caía encima un Calígula o un Borbón que se creía una rana, no había otro remedio que ajo y agua. En las Vidas de los doce Césares, el clásico de Suetonio, uno echa cuentas de la mala suerte que tuvieron los romanos al empalmar una serie de césares psicópatas, de Tiberio a Nerón, mientras que, unas décadas después, disfrutaron de una larga tacada de emperadores sabios y prudentes -Nerva, Trajano, Adriano, Antonino Pío y Marco Aurelio-, gracias al buen ojo que tuvo cada uno al escoger a su sucesor en vez de recurrir a las carambolas genéticas. Es curioso que ahora, cuando, al menos en teoría, el pueblo tiene la potestad de elegir al líder más virtuoso, opte inevitablemente por el más chungo: un Calígula pelirrojo de la tercera edad, grotesco y libidinoso, que cuando habla parece que se está tirando un pedo. A lo mejor los Trajanos y los Marcos Aurelios eran muy aburridos, pero con Trump va a haber diversión a raudales. Yo ya estoy esperando que nombre senador a un caballo.  

 

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