ALCALDADAS
Cuando
se ha vivido cierto tiempo, uno se acostumbra a casi todo. Y lo hace,
axiomáticamente, porque la vida depara situaciones de todo tipo si, como
servidor, se es un poco inconformista; un poco diferente a esa gente sumisa y
servil que acata la imposición de cualquier atropello para, de esa forma
miserable, poder “mal vivir” sin que le falte ese ruin estipendio que el
oligarca de turno le ha procurado por bajar la cabeza y doblar la rodilla. En
una palabra, por aceptar de manera incondicional, sin rechistar, cualquier
alcaldada.
Habiendo
ocasiones en las que los abusos se suceden a la manera y modo más variopinto.
Tanto que, alguna de las personas que los tienen que soportar y no está
dispuesta a doblar la rodilla, los denuncia ante la autoridad competente. Lo
que para el déspota no es tolerable, acostumbrado como está a que nadie le
exija nada ni le contradiga, ya que, su conciencia errónea le hace creerse
infalible. Y ocurre entonces, que éste recurre a la falsedad para convencer a
los que, aunque no se atrevan a decirlo por el miedo a perder su pequeña
porción del dulce, albergan serias dudas de que lo sucedido, lo logrado a
través de la justicia, sea producto de una promesa suya que jamás ha hecho.
Pero además, si se denuncia públicamente su despreciable manipulación de los
hechos, el opresor recurre a una demanda por difamación. Lo que no significa
otra cosa que una infame no aceptación, propia de un vulgar caudillo, de la
libertad de expresión y opinión.
Es
lo que ha acaecido en Castuera: el Alcalde ha presentado una demandado porque
se ha denunciado en los medios de comunicación escritos que él faltaba a la
verdad al no aceptar lo que mi esposa
había logrado a través de la justicia (que se la hiciera indefinida, junto a
bastantes compañeros más, después de estar trabajando 16 años con contrato en
fraude de Ley de Obras y Servicios Determinados y se le reconociera un trienio
que le era choriceado) y por haberse aprovechado dicho escrito para hacer
llegar a la población la disconformidad con obras realizadas por el
Ayuntamiento que rayan en la absurdez y el despilfarro, cuando no, en quizás
servir de alimento a alguna faltriquera señorial “necesitada”; pues, como ya es
sabido y se ha podido comprobar hace unos días con el “noviazgo” del Presidente
del Gobierno y el Sr. Botín, el socialismo de responsabilidad del PSOE ha
optado por ponerse al lado de los que hasta no hace mucho “perseguía”,
posiblemente, porque “no hay peor que un pobre harto de pan”.
Más,
no importa. Porque, por supuesto, para influir en el voto, que pienso es un
derecho de cualquier ciudadano que sea capaz de llamar al pan pan y al vino
vino, y que este individuo no se merece, voy a seguir desentrañando todas y
cada una de las ruindades que conozca o me lleguen de los ciudadanos. Como es
el caso de sus ya referidas actuaciones en la calle Santa Ana, el famoso Carril
Bici, la remodelación de la Farola, el edificio de la Plaza de San Juan y
otras. Y sin, por descontado, olvidar la más grave, propia de un auténtico
Dictador, de NEGARSE A CUMPLIR UN ACUERDO PLENARIO que mandaba devolver
ese desperdicio de avión de guerra que da la bienvenida a la gente que llega a
Castuera. O la que está en ciernes: construir una hospedería, un “cardhusdromo”
(6,5 millones de euros), que sólo podrá disfrutar él y muy pocos más.
Del
mismo modo que seguiré denunciando como, por ejemplo, la evacuación, en caso de
incendio, de los ancianos de la Unidad de Asistidos de la residencia de Mayores
donde trabaja mi esposa, sería casi imposible realizarse por estar en una
planta -la siguiente al bajo- y no tener salida adecuada para personas
impedidas salvo una puerta que comunica con una terraza desde la que habría que
sacarles con un helicóptero o con la ayuda de los bomberos; harto difícil si se
tiene en cuenta que son personas que están impedidas y a duras penas se pueden
desplazar. O que se siguen inundando –y ha pasado un año ya- los geriátricos
que mi esposa denunció ante la Inspección del Trabajo y ante el Sepad, con cada
vez más riesgo de un accidente grave no sólo entre los residentes sino también
entre los trabajadores. O, por citar una muy reciente (ocurrida el martes pasado,
29 de marzo), como, durante la celebración de las elecciones sindicales de los
trabajadores del Ayuntamiento, una empleada de Éste –militante del PSOE-
“encargada” de la Ayuda a Domicilio, repartió a las trabajadoras de este
servicio (y quizás a las del de limpieza, pero eso no lo sé) la ropa de trabajo
en su oficina de las dependencias municipales donde se celebraban dichas
elecciones para que así nadie se “olvidara” de votar…, a la UGT, lógicamente, y
con el objetivo de que no saliera elegida mi esposa que iba en las listas de
CCOO. Pero, qué pena más grande, aún así, Ana María Díaz Moreno, salió
elegida.
Así
que, con demanda para intimidar o sin ella, igual nos da, cuando estén cerca
las próximas elecciones y si no se han solucionado las reivindicaciones ya
conocidas que son de justicia (salario igual que en la Junta o el SES, planilla
sin discriminación ni manipulación, nombramientos de servicios en días
señalados sin corresponder y turnos con intervalos de 7 horas cuando la
legislación vigente señala como mínimo 12 horas, o impedir que se pueda acudir
a la consulta del médico con la normalidad de los demás, etc., etc.), mi esposa
y yo iniciaremos nuestra particular “campaña electoral”. Sencilla y llanamente
porque no queremos que este “Sr.”, falso, farsante y manipulador, siga siendo
el Alcalde; y porque creemos que cualquier ciudadano está en su derecho de
denunciar todos los estropicios que conozca y a quien los ha propiciado. Y si
las circunstancias que rodean lo que está pasando influyen en que el PSOE
pierda votos (entre los no sometidos, por descontado) lo sentimos…, en la misma
medida que la gente catequizada de ese partido siente el vilipendio a que se
está sometiendo a mi esposa, claro.
En
fin… Las alcaldadas, propias del exceso de tiempo en el poder (en algunos
casos, porque en otros son parte de llevarlo en la sangre) y de lo leño que es
cierta clase política rastrera, están a la orden del día en nuestros pueblos y
en nuestras regiones. Con lo que los extremeños, y en particular los de Castuera,
si no somos capaces de dar un vuelco a la situación política, vamos a sufrir
muchas alcaldadas de estos individuos que están empecinados en hacer su santa
voluntad aunque esta vaya en contra de la razón más elemental. O sea que, si,
con nuestro voto, no le ponemos coto a este tsunami de despropósitos que
constituyen las actuaciones de tantos y tantos políticos que sólo piensan en
sus intereses (gozos y viajes incluidos), y a los que importa poco o nada la
ciudadanía y la utilizan para procurarse un vivir a costa de morrongo, cada vez
estaremos más lejos –las desigualdades de renta y sociales se acrecientan día
tras día- de eso que, aunque se les llene la boca al decirlo, ahora sólo
disfrutan ellos y sus fanáticos: el Estado del bienestar.
30-03-11
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