LAS REPÚBLICAS “BALTICAS” DEL PARO
Leyendo
en la prensa un amplio informe sobre empleo y productividad, la verdad es que a
uno se le caen los “palos del candelecho”. Qué país. Qué democracia. Y qué
estirpes de gobernantes salidos “del pueblo” y haciendo su compongo durante los
últimos treinta y dos años. Qué prosapias, deberíamos decir. Como los
gerifaltes de antaño, siendo muy benévolos al calificarlos.
De
una cifra cercana a los quince mil millones de euros de gasto en desempleo en
el año 2007, hemos pasado a tener un gasto –lo previsto para este año- de unos
cuarenta mil millones de euros (un 3,9% del PIB y, algo así, como el 10% de los
¡cuatrocientos mil millones! de déficit público que arrastramos) y las
cotizaciones al desempleo ya no son suficientes –dejaron de serlo en el 2008-
para financiar este gasto, por lo que, los impuestos tienen que aportar el
resto. Pero, lo lógico sería que, en lugar de ser los impuestos –que es como
decir que paguemos esa parte entre todos los ciudadanos- los que hagan frente a
la “factura” del paro, fueran las empresas –máximas beneficiadas por la
contratación temporal-, sencillamente, pagando más por los contratos temporales
que por los indefinidos, al contrario de cómo ocurre ahora. Dándose por hecho,
además, que se combatiría al mismo tiempo el gran problema del mercado laboral,
obra del más insigne de todos los socialistas “modernos” (considerado un sabio
por el neoliberalismo europeo, ¡nos ha jodido!, con perdón), don Felipe
González Márquez: la temporalidad. Pues, dicho sea de paso, de los más de dos
millones de puestos de trabajo destruidos, 1,6 millones eran eventuales.
Y,
al parecer, la baja productividad (en algunos casos muy discutible) de los
trabajadores está ligada a la alta tasa en España de la temporalidad de los
contratos que impiden una buena formación y especialización. A nadie se le
escapa que la empresa española es de las que menos gasta de la UE en formación
y especialización, ya que, sólo la reciben el 31% de los trabajadores, y de
estos un 11% se la tienen que pagar ellos; los peores datos de la UE-27,
únicamente, por delante de Grecia, Hungría, Portugal, Rumanía y Bulgaria. Y,
obviamente, sigue estando entre las que más beneficios obtienen; con la ayuda,
todo hay que decirlo, de los roñosos salarios que pagan (que, así y todo, les
parece mucho y quieren reducir), también, cómo no, entre los más bajos de los
países europeos. Pero…, que se puede esperar si la propia Administración es, en
general, sumamente cicatera (menos para los políticos, claro; para estos entre
6.000 y 8.000 €/mes de media) y, no conforme, ha “choriceado” un ¡5%! a gente
que cobraba menos de mil euros al mes. Así, si miramos un gráfico (referido al
4º trimestre del 2009) sobre la tasa de contratos temporales, vemos como España
con el 25,1% sólo es superada por Polonia entre los 27 países de la UE, lo que
no necesita comentario al respecto, y en vez de una reforma laboral, quizás, lo
que habría que haber hecho es una reforma empresarial.
No
obstante, si nos fijamos en la tasa de paro armonizada (que también significa,
“curiosamente”, convenida), del primer trimestre del 2010, vemos que España (2ª
clasificada) está en el grupo de cabeza junto a Letonia (1ª) Lituania y
Estonia, las Repúblicas Bálticas. O sea, que un país que está en la OCDE
(noveno o décimo de entre los 30 más desarrollados del mundo) se “codea” con
otros que están entre los más… Y, de veras, no se lo puede uno creer. Algo no
está claro o algo no es lo que es. Porque, aunque se hayan destruido más de dos
millones de puestos de trabajo y más de tres millones reciban ayudas al
desempleo y la tasa de paro juvenil supere el 40%, cuatro millones –casi cinco,
según algunos- de parados arrojarían, con casi total seguridad, un permanente
conflicto social, que, sabemos, no se da.
¿Qué
ocurre pues? En mi opinión, la altísima estimación de la economía sumergida
(por encima del 23% del PIB, 245.000 millones de euros) tiene mucho que ver con
el paro. Hay mucha gente “escondida” trabajando y es necesario que los
servicios a la persona, como señala Javier Benavente Barrón en un magnífico
artículo, abandonen ésa economía. Como, por otra parte, hicieron en el año 2005
en Francia con la denominada Ley Borloo y crearon en los tres primeros años
nada menos que medio millón de puestos de trabajo de calidad y estables con
múltiples ventajas para la sociedad: reducción del desempleo entre las capas de
la población más desfavorecidas y con mayor dificultad para incorporarse al
mercado de trabajo; disminución de las prestaciones por desempleo que tiene que
sufragar el Estado; aumento de los ingresos del Estado por cotizaciones;
reducción de la precariedad del empleo sumergido; disponer las familias de
servicios a la persona de forma sencilla, trasparente, profesional y con todas
las garantías en la asistencia; etc.; etc. Algo que se debería atajar antes que
ninguna otra vergonzosa forma de “cargar” contra el sueldo de funcionarios,
pensionistas y contratados de las administraciones…, y de subir impuestos.
14-08-10
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