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lunes, 8 de agosto de 2016

ESTIRPE EMBAUCADORA (Y II)


ESTIRPE EMBAUCADORA (Y II)

 

Tal es el caso de que los beneficios empresariales entre 1999 y 2007 experimentaran un crecimiento (en términos reales, una vez descontada la inflación) de casi el 50%, el valor de las acciones y demás activos financieros aumentara un 90% y el patrimonio inmobiliario se revalorizara un 125% aproximadamente; mientras durante este mismo periodo el salario medio apenas creció un 1%, la pensión media un 18% y la prestación por desempleo un 4%. ¿Será cierto eso de la privatización de los beneficios y la socialización de las pérdidas?

¿Cómo se masca, entre demócratas, eso de arropar la desinformación, la poca y mala educación y el capitalismo de amigotes para exprimir a los ciudadanos y el derroche en publicidad para comprar y domar opiniones (la vulgar censura de los que no hace mucho decían: ¡ya se puede hablar!) de los principales medios escritos?

¿Por qué se compran los votos –sobre todo en los pueblos extremeños y andaluces- mediante un empleo mal pagado y en condiciones impropias de un sistema democrático para asegurarse las elecciones de manera indefinida?  

¿Qué es comprar CO2? ¿Qué es comprar contaminación? ¿Democracia?

¿De quienes es propio “secuestrar” el sindicalismo (obra maestra de D. Felipe González Márquez con la formación no reglada) para que no estorbe el mangoneo político y financiero y silencie la calle?

¿A qué estirpe política pertenecen los que desde un partido socialista y obrero son capaces de justificar dos o más sueldos “altísimos”, cuadra de caballos, vehículos de lujo, una pensión excepcional, yate, estudios de los “niños” en el Reino Unido o USA, escarceos en los sitios más caros y sofisticados de las grandes ciudades, las mil y una corbata de seda diferente y los trajes de Hugo Boss, los viajes a esas islas maravillosas del Egeo o del Pacífico con dinero público naturalmente o al distinguido paraíso fiscal de Mónaco, la finca de caza (sin refinería cerca), el safari en Kenia, etc., etc., entre otros gastos y placeres reservados a la élite capitalista prominente, amén de prestigio y reconocimiento por ser traidores a su conciencia y proteger a las clases privilegiadas (ricos y banqueros) para que siga habiendo, en la moderna sociedad, ilotas y parias como cuando se inventó la democracia?

El dictador se valía del futbol (sobre todo del Real Madrid) y los toros (con El Cordobés a la cabeza) para ocultar al pueblo sus penurias siguiendo el consejo de Goebbels que mantenía que importaba más el futbol que tomar un pueblo; pero, ¿y ahora?, ¿qué se hace ahora? Hay futbol casi todos los días de la semana (ya hasta los lunes), los periódicos deportivos son la prensa más vendida y todos los medios de comunicación se ocupan más tiempo de Ronaldo que del Presidente del Gobierno o de los temas políticos en candelero.

¿Se puede saber a qué prosapia –perdón- dictatorial corresponde permitir unos salarios miserables (que encima pretenden bajar), unos contratos basura y unas condiciones de trabajo que rozan el esclavismo? ¿Quiénes son los responsables de que casi el 30% de los trabajadores tenga contrato temporal al que sólo corresponden ocho días de despido o nada, mientras los Altos Cargos del Estado se suben la nómina –a pesar de la crisis- el triple que la inflación y cobran de media 154.034 €/año y los 82 consejeros del Ibex cobran de media 2,2 millones de €/año sin contar aportaciones a planes de pensiones ni gratificaciones extraordinarias o incentivos plurianuales?   

Podría seguir enumerando casos que demuestran el talante de la política actual -la más dañina para la clase trabajadora en mucho tiempo- hasta llenar unas pocas gigas de mi ordenador (tal es el caso de las prejubilaciones; la pretendida reforma de las pensiones; el famoso dialogo social entre los que no representan a casi nadie; el paro juvenil y el contrato de esclavitud que se les quería imponer –extensible más adelante al resto de los trabajadores-; el paupérrimo salario mínimo y todos los salarios de la clase media; el número de altos cargos y personal de libre designación; el dinero que nos cuesta a los ciudadanos mantener las agrupaciones políticas y sindicales –cien mil políticos y trescientos mil sindicalistas-; las mil y una tasas; el deterioro sanitario y la deplorable educación pública;  la justicia de la injusticia; la emigración descontrolada que ahora no hay dios que arregle; la decadencia universitaria; los consejos económicos y sociales de las CCAA -¡a cobrar por firmar!-; las cámaras de comercio; la permisión de la injusta propaganda para incitar al consumo de lo insubstancial; la declaración de la renta y los impuestos –de los trabajadores, claro-; la universalidad de las medidas sociales; el botellón de los menores y las policías locales; la economía sumergida de ciertos colectivos; la unidad de medida para los pobres y la propia pobreza; la política agraria comunitaria; la “piratería” informática; la banca privada –y su usura y expoliación consentida- de la banca privada; etc.; etc.; etc.; …etc.), pero no es de recibo abusar de la condescendencia de quienes tienen la bizarría de leer mis escritos y de los periódicos que me distinguen con publicarlos.

Así pues, epílogo sobre la “estirpe embaucadora” que, quien nos lo iba a decir hace 32 años, ha hundido, no sólo nuestra futuro económico, sino nuestra ilusión de vivir en un país democrático y libre sin ataduras de ninguna especie.

Porque quienes nos gobiernan, desde los distintos gobiernos de las CCAA y del país, y desde la oposición, lo hacen: Fomentando la falta de educación (cuanto más ignorantes, mejores votantes) para el dominio de las conciencias y las opiniones y el incivismo para preservar sus status caciquiles (ninguna oveja es capaz de comprender que hay un mundo más allá de los perros que las pastorean…). O sea, el pueblo condenado a la miseria intelectual y económica para su fácil sometimiento y esclavista explotación.

Haciendo una sociedad adoctrinada en el libertinaje, sin justicia (o con justicia, pero sólo para algunos) donde la corrupción, la manipulación, la explotación, el avasallamiento, la degradación, la intolerancia, la conciencia errónea, el esclavismo legal  y la impunidad junto al nepotismo y el despotismo se aposentan como forma de hacer política, ya que, el poder absoluto –la dictadura partidista- lleva ya treinta y dos años en manos de los mismos (PP-PSOE) protectores de las clases privilegiadas para que sus corruptelas sean ocultadas.

Y así han quedado, como señala Ángel Ruiz Cediel, los cinco derechos básicos de la Constitución: “El derecho a un trabajo digno convertido en desempleo a raudales; el derecho a una vivienda digna transmutado en esclavitud hipotecaria; el derecho a una Sanidad Pública de calidad trocado en desesperación; el derecho a una Justicia justa y sin distinciones en ley injusta y sentencias más que discutibles; y el derecho a una Educación gratuita y de calidad en adoctrinamiento. De modo que, después de estos treinta y dos años de gobiernos fallidos, están a punto de convertir a España en un Estado igualmente fallido tipo Haití, Somalia, Afganistán, Irak, Yugoslavia o tantos otros. Dicho en otras palabras: Sólo hemos cambiado de régimen, y, por más que cada cuatro años tengamos una teórica oportunidad de elegir a quién queremos que nos gobierne, únicamente se puede elegir a uno de los brazos de la misma bestia: PP o PSOE”. ¿Alguien puede creer en conciencia que el PP deshará lo que el PSOE hizo contranatural y a trasmano, o mejor creerán que, mirando al tendido, se aprovechará de ello y perpetrará otros despropósitos más hacia el abismo como ocurrió con el anterior Gobierno del Sr. Aznart?

Siguiendo con Cediel. “Ayer, dictadura; hoy, democracia. El resultado: el mismo. Hoy no te meten en la cárcel por pensar distinto: te marginan, ningunean, aíslan, silencian, desacreditan; hoy no es el yerno o el sobrino del líder quien amaña las licitaciones o se cuela de rondón en las Administraciones: los partidos colocan a sus criaturas; hoy no te ejecutan por resistirte desde el credo: te anulan, te degradan o hasta te condenan por causas absurdas… “Oye… ¿Qué tenemos contra éste?, ¿recuerdan?...

Por todo lo dicho. Es justo rebelarse contra el hambre y la injusticia, contra la discriminación y las torturas, contra la esclavitud y las mordazas, contra la tiranía. Es vital y urgente reclamar rectitud en los actos y en las palabras, un mínimo de honestidad en expertos, gobernantes, economistas, periodistas y demás portavoces de la sociedad que de manera creciente participan, consciente o inconscientemente, en la ocultación y la tergiversación de la realidad. Todos los ciudadanos, sin excepción, estamos obligados a disentir de quienes nos atropellan y se valen de nosotros y de nuestro quehacer para sus prácticas despóticas, sus depredaciones y su regodeo en nuestro necesitado amoldo de la situación y recelo a la delación.

09-03-10

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