PROFESIONES (I)
Según el diccionario enciclopédico Espasa,
“Profesión” significa: Empleo, facultad u oficio que cada uno tiene y ejerce
públicamente.
Desde muy pequeño, mis maestros y mis padres
me enseñaron que todas las profesiones son igual de dignas. Pero, ya de mayor,
uno entiende fácilmente –y en los tiempos que vivimos más aún- que, para que
sea bueno eso de “la excepción hace la regla”, hay, al menos, dos profesiones
que atesoran poca dignidad. Quizás las dos más antiguas: La de prostituta y, al
menos en la mayoría de los casos, la de político.
La primera, la de meretriz, refleja fielmente
lo peor de la condición humana, ya que, entrega lo más grande del ser: el
cuerpo y, en cierto modo, la voluntad. Y pone de manifiesto una despiadada
falta de proceder y de sentido de la integridad, dándose al gozo de cualquier
indecente acaudalado (cortesanas), de cualquier lujurioso degenerado
(esquineras) y de cualquier machista pervertido (pelanduscas). Así pues, no, en
absoluto, hay dignidad en esa profesión: Hay sólo podredumbre, miseria humana y
degeneración. Quienes la practican –oficial y no oficialmente- son seres
viciados que merecen el total rechazo de la sociedad. Por cierto que, España,
tiene uno de los índice más altos del mundo de mujeres de la vida por número de
habitantes, y sólo hay que darse una vuelta por el centro de Madrid o Barcelona
para comprobar en que están convirtiendo las mejores zonas de transito de estas
ciudades que, dicho vulgarmente, están invadidas por chulos y hetairas de todas
las etnias. Seguramente, si tuviéramos el mismo número de médicos por
habitantes que de éstas nos iría un poco mejor de lo que nos va.
La otra profesión indigna –que no debería
serlo-, la de político, evidencia claramente (no sólo en España o Extremadura,
sino en el mundo entero) otros de los peores aspectos humanos: La avaricia, el
egocentrismo, el embuste, la traición (la famosa puñalada trasera), la asechanza,
la demagogia, la conciencia errónea, la vileza, la explotación, la abulia en el
trabajo, la glotonería sin límite, la mala educación, la perversión de los
principios, el odio, la intolerancia y el abuso de autoridad y, por no
alargarme más, todo lo que huela a falta de sensibilidad y aprecio por los
semejantes.
Olvidándonos de la profesión de mujer pública,
que no condicionan la vida de la mayoría de los ciudadanos, me centraré en la
de político –politicastro, generalmente- que sí tienen mucho que ver, obviamente,
en el desarrollo de la sociedad. Y, como para muestra con un botón basta (en
este caso tres “botones”), haré un breve semblante de los personajes –trío de
“Ases”- que en mi opinión han marcado el triste devenir en que nos hallamos en
Extremadura y en España. En Extremadura porque es donde nací y donde vivo y en
España porque es mi País).
De los años de “democracia” que llevamos
(¿32?), ellos, si mal no recuerdo, han “mandado”, entre los dos nacionales, las
tres cuartas partes de los años. Y casi la práctica totalidad de estos en el
caso de Extremadura.
De uno de ellos (ex Presidente nacional)
tenemos que estar los españoles muy agradecidos, ya que, cumplió su promesa y
se fue a los ocho años. Claro que, menos mal, porque en esos años hizo de todo
lo que se puede hacer para acabar de destruir, de arruinar diría, un País que, por otra parte, estaba ya muy tocado
cuando él llegó:
Se flexibilizó el mercado laboral, ahondando
la precariedad; mientras los beneficios empresariales crecían por encima del 30%,
los salarios aumentaron por debajo del 3% y su aumento era menor al de los
precios lo que dio como resultado que el poder adquisitivo de los trabajadores
se redujese un 4% (único caso en la UE); los contratos temporales aumentaron
hasta llegar a representar uno de cada tres puestos de trabajo, siendo esa
cifra un 250% superior a la media europea; el
salario mínimo interprofesional (SMI), que la UE recomienda en la Carta
Social Europea sea igual o mayor al 60% del salario medio del país, en España
alcanzaba el 34% en el año 2000, situándose en 424 € mensuales en lugar de los
742 € necesarios para cumplir con las recomendaciones de la UE (actualmente,
una década después, ¡increíble!, aún no llega ni siquiera a esa cifra).
La modernización del sector público empresarial
del Estado, la sistematización de las privatizaciones, trajo como consecuencia
que Telefónica, Endesa, Aceralia, Argentaria, Tabacalera, Repsol y Gas Natural
dejaran de ser propiedad del Estado; el precio de la vivienda no dejó de
aumentar, hasta un 28% en tan solo cuatro año (eran los prolegómenos de la que
se nos venía encima).
Recibió una huelga general porque, entre otras
cosas, trató de culpabilizar a las personas en paro de su situación, una
situación involuntaria de la que los trabajadores son exclusivamente víctimas.
El caso del “prestige”, durante su mandato, se
saldó como el mayor desastre ecológico de España y el tercer accidente más caro
de la humanidad sólo por detrás de la desintegración del Columbia y el
accidente nuclear de Chernobyl pues costó 12.000 millones de dólares.
Del accidente del Yak-42 mejor no hablar,
todavía colea. Y del medio ambiente que decir: su gobierno firmó el protocolo
de Kioto en 1998, a pesar de la postura negacionista del presidente sobre el
cambio climático antropogénico. Las emisiones de gases de efecto invernadero en
España aumentaron, superando en 2000 un 32,7% el máximo permitido, incumpliendo
así lo pactado.
Sin olvidar la participación española en el
bombardeo de Yugoslavia llevado a cabo por la OTAN durante diez semanas en el
que murieron al menos 500 civiles.
Pero aún así, no se conformó y nos metió en
una guerra (la de Irak) única y exclusivamente por su sentido agudizado de
servilismo hacia el poderoso para, como un fans cualquiera, salir junto a él en
una foto; sin tener en cuenta el sacrificio económico que eso conlleva y, peor,
peor, peor, el posible sacrificio humano de muchos de nuestros jóvenes, amén de
las posibles repercusiones –como luego pudimos comprobar y tuvimos que llorar
todos- del fanatismo árabe. Y, haciendo gala de una imbecilidad supina, este
prójimo se encargó de recortar derechos de los trabajadores, de las mujeres, de
los mayores y de todos los que no comulgaban con sus teorías neoliberales para
favorecer al empresariado explotador y usurero mayormente. Y se convirtió en un
farsante negociador a escondidas con el terrorismo y en un baluarte de apoyo a
dictaduras y al fomento de golpes de estado, sin olvidar, la flagrante
manipulación de todo tipo de información periodística y de radio y TV durante
su mandato, como, así mismo, el proteccionismo a la arbitrariedad para
favorecer eso que los aficionados al futbol llaman “la casa blanca”. Y, por
supuesto, ni que decir tiene que no solucionó el problema del paro, ni el de
los bajos salarios, ni el de las pensiones, ni el de… ninguno, excepto el de
alimentar a una cuadrilla de explotadores y fachas de la peor calaña y de, con
su chovinismo inmundo, producir grandes dosis de miedo y de resignación. Su
famosa frase de ¡España va bien! fue el hazme reír de los españoles y la
comidilla excepcional del chiste fácil de una persona –de un “As”- que se hizo
acreedor al calificativo de “el peor Presidente de la nueva dictadura” (perdón,
de la democracia”), y eso a pesar del patricio –el otro Ex Presidente nacional-
que le había precedido y con el que iniciaré la segunda parte de este
escrito.
30-12-09
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