¡TRAICIÓN!
¿A
las siete en la plaza? Vale. ¡A las siete con la megafonía preparada!… Y salíamos
para el pueblo de la comarca a anunciar el mitin que allí se iba a dar esa
noche. Lo recuerdo bien, como si fuera hoy: en algunos pueblos, caso de
Quintana, cuando pasábamos por sus calles menos céntricas, las abuelas abrían
el postigo tímidamente y nos saludaban con el puño en alto. Veían en nosotros
la posibilidad de hacer reales sus sueños de libertad que tantos años habían
permanecido secuestrados y una nueva ilusión por la vida y, sobre todo, por el
respeto a su dignidad. Esos sueños de un mundo diferente con las mismas
oportunidades para todos, con justicia social, trabajo digno y sin
explotaciones, unas retribuciones aceptables para ser realmente libres e
independientes, tolerancia, igualdad ante la ley, derecho a decir lo que se
piensa sin temor a REPRESALIAS, fiscalidad equitativa y progresiva,
representatividad proporcional, educación y sanidad sin privilegios, justicia
impositiva, derecho a que se cuide el medio ambiente para disfrutar de un mundo
más sano y respirable…, en definitiva, un Estado del bienestar propio del País
desarrollado en el que, por cuna, “natura” había decidido que vivamos.
Pero,
he aquí que después de más de treinta años de democracia, ¡traición!, un
gobierno formado por personas afines al puño levantado se ha encargado de los
derechos cívicos y laborales y quiere convertirlos, de un plumazo, en algo
lejano e inalcanzable para la clase trabajadora. Sí. Porque eso es, nada más y
nada menos, la reforma laboral injusta y arbitraria que trae aparejada una
huelga general. Huelga, que es, por otra parte, quizás, la única salida,
agotado el diálogo casi inexistente, para enfrentarse a las huestes –mejor, a
las turbas- de quienes se han erigido en protectores del capital y de la
especulación de los mercados financieros que, nadie duda, son los supervisores
de los indicadores de sometimiento.
27-09-10
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