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martes, 23 de agosto de 2016

EL DÉFICIT (REEDICIÓN)


EL DÉFICIT (REEDICIÓN)

 

A veces, haciendo memoria, uno recuerda que no hace mucho escribió sobre algo que ahora está en boca de mucha gente, de la clase política sobre todo. Significa ello que la cosa viene de atrás (mi escrito “el déficit” es de 24 de mayo de 2010) y que, por desgracia (o quizás más por desvergüenza), ha empeorado y la solución que se precisa no es sino una disección social que ponga remedio. Claro está, a costa de que, como siempre ocurre cuando se vive en un sistema neoliberal puro y duro, se les reduzca a las clases medias y a las menos favorecidas los logros sociales, los pocos logros sociales conseguidos con mucho sudor y sacrificios, incidiendo muy especialmente en la Sanidad y, cómo no, en la Educación; pues es necesario que la diferencia en la esperanza de vida entre ricos y pobres se acreciente (ahora son unos diez años, obviamente, a favor de los ricos) y, por supuesto, crear la mayor cantidad de obtusos posible que no sepan y, por tanto, no protesten por nada y/o si lo hacen se les pueda zurrar bien la pandereta sin que trascienda. 

Pero, si, como parece, el déficit público está provocado, entre otros muchas torpezas (despilfarro estatal y autonómico, publicidad y propaganda sin limitaciones y la mayoría de las veces innecesaria, obras faraónicas sin venir a cuento para quizás aquello de que “fue el Estado y no el Mercado quien los enriqueció”, excesivo  número de políticos –la mayoría botoneros-, asesores que no asesoran nada y sindicalistas, un sinfín de altos cargos –unos 200 sólo en la sanidad de la región más pobre de España-, clientelismo sin parangón en todas las Administraciones y muy especialmente en la Local, corrupción pública, etc., etc.) también, por los respaldos que se han hecho a la Banca (ya saben, el FROB que, no se lo pierdan, puede llegar hasta ¡90.000 millones de €!), uno se pregunta si el problema no es saber cuándo se nos van a restituir esas capitales ¿pignoraciones?, y a qué interés, para poder remediar nuestras cuentas públicas. Sin olvidar que, mayoritariamente, los Mercados son, digan lo que digan, la Banca (los particulares sólo tienen el 0,77% de la deuda) y que, dicho en plata, nos compran el dinero al 1% y, ese mismo dinero, nos lo venden al 5% ó 6% mediante la adquisición de deuda pública. Es decir, con nuestro dinero, con el dinero público, se ganan un 5% o más sin que ningún gobernante (¿cuánto ganaran estos?) les ponga traba alguna.

Da la impresión entonces, de que, si se suben los impuestos o se limita el déficit para arreglar la más que ardua cuestión de ingresos y gastos públicos, es, quizás, porque nunca se piensa recuperar lo invertido en “sanear” las entidades financieras. Lo que nos lleva a pensar que no es un empréstito sino una dádiva en lo que ha consistido la trágala que, junto con las ineptitudes y la fiscalidad más bochornosa de la UE (la de las Sociedades y los ricos es de risa) y ciertas “disposiciones” para evitar que la debacle sea mayor en las próximas elecciones, tiene al Estado al borde de la ruina.

Sin entrar en que, aparte de los directivos y ejecutivos bancarios que se llevan un buen pellizco (la media es de más de dos millones de € año), la POLÍTICA salvará parte del saqueo financiero con los créditos necesarios para elecciones, etc., etc. que luego serán condonados (que no es otra cosa que una vulgar martingala pública o, si lo prefieren, la “corrupción legitimada”), nos encontramos con que no sólo con subida de impuestos se arregla la “falacia encubierta” y es necesario reducir el gasto. Lo que, según parece, se va a llevar a cabo doctrinalmente limitando el déficit en nuestra Constitución, por descontado, sin ninguna consulta a la ciudadanía no sea que se les ocurra decir que no.

Así, a mi modo de ver, para que España sea económicamente viable y no haya déficit público no es necesario tocar la Constitución y si hacer una reforma política y administrativa en profundidad, ya que, es insoportable mantener más de cien mil políticos -muy bien pagados, por cierto- y entre trescientas mil y quinientas mil personas que de alguna manera comen en la misma mesa o, dicho de otro modo, también viven del “cajón” del Estado, pero con una mínima o casi despreciable productividad. Además de, evidentemente, haciendo que paguen las élites deportivas y las “otras”; fiscalizando bien las famosas SICAVs y el patrimonio de los ricos y hacendados que han visto como su IRPF se ha reducido más de 18 puntos en 15 años (sólo en Extremadura hay diez mil ricos); combatiendo con dureza el fraude fiscal, la superchería del desempleo (para que estén todos los que tienen que estar y no estén los que no están, y no se puedan utilizar las cifras para intimidar) y la economía sumergida; con una buena legislación contable para la gran empresa que la haga tributar el 35% sobre sus beneficios y no el 10% como tributa ahora (dejando los leasing y renting –el mercedes que se lo compre cada uno con sus dineros- sólo para útiles, maquinaria y vehículos industriales) y, por supuesto, estableciendo un SMI acorde con los tiempos que corren (no menos de mil € y seguirá siendo de los más bajos de la UE) para regularizar todos los salarios que serán los que traigan el consumo necesario para crear empleo y, obviamente, llenar las arcas del Reino. Y como norma extraordinaria, por descontado, haciendo que los funcionarios y el personal laboral contratado (no los honrados, que son la mayoría) hagan su trabajo y no pierdan la mitad del día “fumando, de baja, y en otros menesteres, sobre todo políticos”. Amén de aumentar su número, del 9% actual, como mínimo al 13% para igualarnos a la media de la UE-15 y mejorar con ello los servicios a la comunidad; pero claro, sin tener en cuenta la región extremeña (tiene el 32%) que, como no podía ser de otra forma, ostenta el record debido a la amplia sinecura que la política necesita para sí. 

03-09-11

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