EL DÉFICIT (REEDICIÓN)
A
veces, haciendo memoria, uno recuerda que no hace mucho escribió sobre algo que
ahora está en boca de mucha gente, de la clase política sobre todo. Significa
ello que la cosa viene de atrás (mi escrito “el déficit” es de 24 de mayo de
2010) y que, por desgracia (o quizás más por desvergüenza), ha empeorado y la
solución que se precisa no es sino una disección social que ponga remedio.
Claro está, a costa de que, como siempre ocurre cuando se vive en un sistema
neoliberal puro y duro, se les reduzca a las clases medias y a las menos
favorecidas los logros sociales, los pocos logros sociales conseguidos con
mucho sudor y sacrificios, incidiendo muy especialmente en la Sanidad y, cómo
no, en la Educación; pues es necesario que la diferencia en la esperanza de
vida entre ricos y pobres se acreciente (ahora son unos diez años, obviamente,
a favor de los ricos) y, por supuesto, crear la mayor cantidad de obtusos
posible que no sepan y, por tanto, no protesten por nada y/o si lo hacen se les
pueda zurrar bien la pandereta sin que trascienda.
Pero,
si, como parece, el déficit público está provocado, entre otros muchas torpezas
(despilfarro estatal y autonómico, publicidad y propaganda sin limitaciones y
la mayoría de las veces innecesaria, obras faraónicas sin venir a cuento para
quizás aquello de que “fue el Estado y no el Mercado quien los enriqueció”,
excesivo número de políticos –la mayoría
botoneros-, asesores que no asesoran nada y sindicalistas, un sinfín de altos
cargos –unos 200 sólo en la sanidad de la región más pobre de España-,
clientelismo sin parangón en todas las Administraciones y muy especialmente en
la Local, corrupción pública, etc., etc.) también, por los respaldos que se han
hecho a la Banca (ya saben, el FROB que, no se lo pierdan, puede llegar hasta
¡90.000 millones de €!), uno se pregunta si el problema no es saber cuándo se
nos van a restituir esas capitales ¿pignoraciones?, y a qué interés, para poder
remediar nuestras cuentas públicas. Sin olvidar que, mayoritariamente, los
Mercados son, digan lo que digan, la Banca (los particulares sólo tienen el
0,77% de la deuda) y que, dicho en plata, nos compran el dinero al 1% y, ese
mismo dinero, nos lo venden al 5% ó 6% mediante la adquisición de deuda
pública. Es decir, con nuestro dinero, con el dinero público, se ganan un 5% o
más sin que ningún gobernante (¿cuánto ganaran estos?) les ponga traba alguna.
Da
la impresión entonces, de que, si se suben los impuestos o se limita el déficit
para arreglar la más que ardua cuestión de ingresos y gastos públicos, es,
quizás, porque nunca se piensa recuperar lo invertido en “sanear” las entidades
financieras. Lo que nos lleva a pensar que no es un empréstito sino una dádiva
en lo que ha consistido la trágala que, junto con las ineptitudes y la
fiscalidad más bochornosa de la UE (la de las Sociedades y los ricos es de
risa) y ciertas “disposiciones” para evitar que la debacle sea mayor en las
próximas elecciones, tiene al Estado al borde de la ruina.
Sin
entrar en que, aparte de los directivos y ejecutivos bancarios que se llevan un
buen pellizco (la media es de más de dos millones de € año), la POLÍTICA
salvará parte del saqueo financiero con los créditos necesarios para
elecciones, etc., etc. que luego serán condonados (que no es otra cosa que una
vulgar martingala pública o, si lo prefieren, la “corrupción legitimada”), nos
encontramos con que no sólo con subida de impuestos se arregla la “falacia
encubierta” y es necesario reducir el gasto. Lo que, según parece, se va a
llevar a cabo doctrinalmente limitando el déficit en nuestra Constitución, por
descontado, sin ninguna consulta a la ciudadanía no sea que se les ocurra decir
que no.
Así,
a mi modo de ver, para que España sea económicamente viable y no haya déficit
público no es necesario tocar la Constitución y si hacer una reforma política y
administrativa en profundidad, ya que, es insoportable mantener más de cien mil
políticos -muy bien pagados, por cierto- y entre trescientas mil y quinientas
mil personas que de alguna manera comen en la misma mesa o, dicho de otro modo,
también viven del “cajón” del Estado, pero con una mínima o casi despreciable
productividad. Además de, evidentemente, haciendo que paguen las élites
deportivas y las “otras”; fiscalizando bien las famosas SICAVs y el patrimonio
de los ricos y hacendados que han visto como su IRPF se ha reducido más de 18
puntos en 15 años (sólo en Extremadura hay diez mil ricos); combatiendo con
dureza el fraude fiscal, la superchería del desempleo (para que estén todos los
que tienen que estar y no estén los que no están, y no se puedan utilizar las
cifras para intimidar) y la economía sumergida; con una buena legislación
contable para la gran empresa que la haga tributar el 35% sobre sus beneficios
y no el 10% como tributa ahora (dejando los leasing y renting –el mercedes que
se lo compre cada uno con sus dineros- sólo para útiles, maquinaria y vehículos
industriales) y, por supuesto, estableciendo un SMI acorde con los tiempos que
corren (no menos de mil € y seguirá siendo de los más bajos de la UE) para
regularizar todos los salarios que serán los que traigan el consumo necesario
para crear empleo y, obviamente, llenar las arcas del Reino. Y como norma
extraordinaria, por descontado, haciendo que los funcionarios y el personal
laboral contratado (no los honrados, que son la mayoría) hagan su trabajo y no
pierdan la mitad del día “fumando, de baja, y en otros menesteres, sobre todo
políticos”. Amén de aumentar su número, del 9% actual, como mínimo al 13% para
igualarnos a la media de la UE-15 y mejorar con ello los servicios a la
comunidad; pero claro, sin tener en cuenta la región extremeña (tiene el 32%)
que, como no podía ser de otra forma, ostenta el record debido a la amplia
sinecura que la política necesita para sí.
03-09-11
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