LA DESDICHA POLÍTICA EXTREMEÑA.
Discutíamos
de política un día y un entonces Alcalde, ahora Consejero, nos recriminó:
¡Dejad la política para los políticos! Y así debiera ser, pero…
La
política ha alcanzado tal grado de degeneración que, excepto a los que sólo
interesa el fútbol –bueno, más que el fútbol, que gane el Madrid o el
Barcelona- o a los que chupan de ella, preocupa a muchísima gente, a la mayoría
de los ciudadanos que superan los 35 años.
Sí,
porque se ha convertido en el camino de un sinfín de maulas (en Extremadura un
azote) para poder vivir con un buen sueldo y con la categoría social que en
condiciones ordinarias nunca hubieran tenido. No por nada de su origen, más o
menos noble y humilde, sino por eso, por su ineptitud.
Con
la llegada de la “Democracia” (también llamada la “Dictadura de más”, en
Extremadura, de muchos más, reitero) se subieron al tren, entonces más lento
que el AVE, muchísimos que no hubieran pasado, de otra manera, de un salario
como el que tienen la mayor parte de los trabajadores: de supervivencia y poco
más.
Así
nos encontramos con que España está infestada de políticos, en su mayor parte,
menospreciables y de casi nula capacidad intelectual para el cargo que
desempeñan. Y ello, consiguientemente, nos lleva a la situación de anarquía
institucional que padecemos en todos los ámbitos sociales.
Para
colmo de monstruosidad política, se les ocurrió el Estado de las Autonomías
para dar cobijo a todo un enjambre de trapaceros necesarios para, con su apoyo,
mantener vigilada la “cueva” de la irrupción de otros filibusteros para
llevarse el botín. Aderezada, al menos, en Extremadura –no sé lo que hacen en
otras CCAA- con la creación de las Mancomunidades, que, aunque sólo sirven para
que todos los servicios nos cuesten más (¡eso qué importa!), ayudan a dar
“alojamiento” a otra pléyade de la sinecura y constituye una especie de Senado
Local (morada de Alcaldes que no pueden optar a más, pero a los que hay que
“agradecer” los servicios prestados).
Y
como a todo hay quien gane, en esto de las CCAA nos llevamos la palma los
extremeños. La política de aquí se merece un libro (¡no, por favor, del Sr.
Ibarra, no!) de alguien como Mario López, Ángel Ruiz Cediel, Arturo Pérez-Reverte…,
o, quizás, Moisés Naím.
Por
cierto que Moisés Naím, sin intención, obviamente, ha publicado un artículo
buenísimo -como todo lo que escribe-, titulado “la receta”, que “cuadra” con la
idiosincrasia política que impera en esta región…, en esta CCAA, ¡no se
disgusten!
Para
no alargarme mucho, les contaré sólo cuales son algunos de los ingredientes,
según Naím (con algo mío añadido), y cómo se prepara, cómo se cocina, “la
receta” para que la desdicha se eternice, como me da que nos pasa aquí:
Para
empezar, uno de los principales ingredientes es que haya muchos pobres, que sea
pobre una abrumadora mayoría de la población (En Extremadura tenemos la tasa de
pobreza más alta del País, el 42%, más del doble de la media) a la que siempre
se le ha prometido mucho y dado poco. Para “cocinarla”, procédase sacudiéndoles
mucho con una intensa campaña de absorción que rompa la armonía social y genere
odios.
El
siguiente ingrediente es la desigualdad. Pobreza coexistiendo con grandes
fortunas y, aún todavía, latifundistas; sin descartar “amigos” del Poder que
ganan más con él que con su empresa. Para “guisar” la desigualdad sólo hace
falta corromper la Educación y la Formación (las herramientas del pobre para
dejar de serlo) no prestándole la atención debida y fomentar la alcahuetería en
los medios de comunicación mediante grandes dosis de publicidad innecesaria
pagada a precio de oro…, con dinero del contribuyente, lógicamente.
Otro
ingrediente imprescindible es la Injusticia (indefensión incluida) y la
exclusión social y la corrupción en abundantes cantidades legitimada a través
de un salario escandaloso (que cobran demasiada gente) poco acorde con la media
de la región y sacado de una presión fiscal a los pobres atosigadora. El guiso de estos ingredientes es sumamente
fácil, se “compra” a quien se deje…, y se dejan mucha gente, no hay duda, la
codicia está a la orden del día desde la llegada de esta “Democracia”.
Al
igual que ocurre con el de las élites políticas (sindicalistas “domados”
incluidos) y económicas complacientes y seguras de que “aquí no va a pasar
nada”. ¿Qué más y peor puede pasar, a los pobres por supuesto, que arrastrar
tanta miseria por su egoísmo sin limitación? Se guisa igual que se hace vino:
Pisando, pisando, pisando…, cabezas.
Sin
olvidar el ingrediente de desprestigiar a los partidos políticos que rompen las
mayorías mediante el “mercado rural del voto”, en ebullición permanente por una
menudencia de jornal. ¿Qué cómo se guisa? Viene ya precocinado con la pobreza
institucionalizada, sólo hay que “calentarlo” en alguna de esas Universidades
Populares o Casas de Cultura (perdón, quiero decir de Curtura).
Ni
el de ganar cada elección que se convoca. Como sea, haciendo lo que haga falta.
Pero no dejar nunca el poder. El PSOE de Extremadura está entre los mejores
“cocineros” para tratar este ingrediente: Colocaciones masivas y temporales,
claro está, en los Organismos Públicos (Administraciones Locales,
preferentemente) cada vez que hay elecciones que, como es bien sabido, producen
tres votos por empleo. ¡Imbatibles!
Y
por último, como les prometí, para no alargarme, el ingrediente de una clase
media apática y desilusionada de la Democracia, la política y los políticos
junto a una juventud educada –no toda, afortunadamente- para interesarse, única
y exclusivamente, por el fútbol y la borrachera semanal y el sexo. Que no hace
falta decir que se cocina y se logra un manjar con sólo “no molestarles y
dejarles hacer” lo que más les guste, aunque eso sea un cúmulo de atropellos
para los demás.
¡Que
les asiente bien!
03-08-09
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