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martes, 23 de agosto de 2016

OTRA VEZ LA DEMAGOGIA DEL ALACRÁN...AHORA CON EL IMPUESTO DE PATRIMONIO


OTRA VEZ LA DEMAGOGIA DEL ALACRAN…

AHORA CON EL IMPUESTO DE PATRIMONIO

 

A estas alturas -33 años de “democracia”- todos sabemos que la palabra demagogia significa “degeneración de la democracia”, tiranía, engaño, argucia… y que la demagogia está presente en demasiadas ocasiones entre la clase política, lo que supone una clara falta de respeto a la ciudadanía a la vez que una desconsideración propia de gente mal educada -venida a más por méritos de sumisión incondicional política- y faltos de la más elemental de las convicciones morales que debieran presidir la vida pública. Y, claro, no es necesario tener conocimientos de biología para saber que el alacrán es un arácnido altamente peligroso; que su veneno mata y muy rápidamente, además. De tal manera ocurre, que ambos términos, “demagogia” y “alacrán”, juntos producen un mejunje que bebido por un pueblo desinformado, manipulado y medio-analfabeto (mi abuelo Antonio, que era sabio, decía: “… y porque saben leer y escribir se piensan que no son analfabetos”) al que se le oculta lo esencial en cada momento, da lugar a un adormecimiento que induce a tener un comportamiento de conformidad sin límites o, lo que es lo mismo, borreguil y de amplia displicencia.

Es lo que va a ocurrir con la recuperación del impuesto sobre el patrimonio. Que la ciudadanía se va a tragar el zapatero ignorando que lo va a pagar muy poca gente, ya que, en España hay, aproximadamente, un millón doscientos mil ricos (alrededor del 6% de los hogares, que, dicho sea de paso, poseen la friolera de más de 1,4 billones de euros) y sólo van a hacer frente al impuesto unos cien mil, mal contados (en Extremadura, seiscientos de un total de diez mil, lo que significa que nueve mil cuatrocientos se van a dedicar a reír la gracia). Y, valga como anécdota que, seguramente, dos de los más ricos del país, Emilio Botín y Amancio Ortega, no tienen obligación de pagarlo… si siguen leyendo, más adelante comprenderán porqué.

Es decir, no harían falta más explicaciones para entender que la recuperación del impuesto de patrimonio es pura demagogia con tintes electoralistas dirigidos a las clases medias altas eximiéndolas casi al completo y a las clases bajas haciéndoles creer que los ricos van a aportar algo cuando la realidad es que la mayoría se quedan fuera, y los que “caen” lo hacen por muy poquito; algunos tendrán que pagar unos -para ellos ridículos- 200 €.

Pero, para que puedan comprenderlo todos y no sólo unos pocos bien informados tiraré de informes y datos recopilados que generalmente no aportan los contertulios de las radios y las televisiones ni la mayoría de los periódicos de papel (si el periódico Publico del que me he valido, en parte, para este escrito), como pueden suponer por su pestilente comunión con los políticos que ejercen a diario la demagogia del alacrán y no sólo en cuestión de impuestos. Sí, de esos políticos que se presentan como auténticos revolucionarios para solucionar lo que ya no tiene solución. Precisamente por su culpa, pues llevan mandando desde casi el inicio de la democracia y cada vez la cosa empeora más… por supuesto, para algunos,  no para ellos y sus “coroneles” del, ahora llamado, neoliberalismo.

De modo que al grano. Lo primero que ocurre con el impuesto de patrimonio es que es un impuesto que grava a las personas poseedoras de los bienes y no a los bienes en sí mismo. Vd. por tener esto tiene que pagar esto. Cuando lo lógico es que el impuesto fuera sobre el bien, independientemente de que éste sea de uno dos o catorce o de esta o aquella sociedad o fundación, etc. El impuesto debería recaer sobre el patrimonio (fincas, mansiones, coches, joyas, yates…) y no sobre el poseedor del mismo, pues las deducciones, divisiones, exenciones y demás lo dejan reducido a su mínima expresión cuando no a su nulidad como ya hemos visto al analizar el número de personas que lo van a “pagar”.

En segundo lugar, los ricos disponen de una serie de “vías de escape” que hacen imposible al fisco lograr su tributación. Vías totalmente legales (pero inmorales) que no son sino prebendas concedidas por la política al capital. Formas creadas y autorizadas (los SIF Luxemburgueses entre las últimas) para que, obviamente, aumente cada día el número de ricachos y, consecuentemente, el de pobres a los que se pueda fácilmente explotar como mandan los cánones neoliberales. Todo está diseñado (como el IRPF español) para favorecer el negocio financiero. Trabajar está más penalizado fiscalmente que especular en Bolsa. Las rentas del trabajo tributan hasta un máximo del 45% (49% en algunas CCAA) mientras las del capital (dividendos, plusvalías, intereses…) lo hacen al 19% o al 21% si superan los 6.000 €. El empresario puede decidir tener rentas de capital (dividendos, por ejemplo) en lugar de un salario.

En fin. Veamos, muy someramente, algunas de esas vías:

a).- Las famosas SICAVs (Sociedades de Inversión de Capital Variable). El instrumento preferido por las grandes fortunas para no pagar. Sólo aportan a las arcas públicas el 1% de sus ganancias. Estas Sociedades sólo pueden invertir en activos financieros (acciones, deuda…), pero en la práctica un millonario que quiere una mansión, un yate, un Ferrari, no lo compra directamente, sino mediante una Sociedad que aparece como propietaria; luego la SICAV adquiere las acciones de esa Sociedad, ahorrándose el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales o el IVA. 

b).- Las Fundaciones. Se utilizan para evitar que se conozca quien está detrás de una fortuna. Se pueden constituir en paraísos fiscales como Liechtenstein (¿o España?) y no pagan impuestos por las aportaciones que le hacen, aunque, eso sí, no pueden realizar actividades -es un decir- con ánimo de lucro.

c).- Las Sociedades Patrimoniales. Sociedades tenedoras de activos, mayormente inmuebles. En ellas las plusvalías quedan latentes hasta que se vendan los activos. Formula que no sólo sirve para esquivar el pago del impuesto, sino que además deja a salvo el patrimonio familiar de responsabilidades frente a reclamaciones judiciales por gestión de otras empresas, etc. Si la Sociedad tiene sede en otro país que no tenga convenio de doble imposición con España el cambio de manos de las acciones no se ve y quien compra no paga el Impuesto de Transmisiones a la CCAA y quien vende no paga por la plusvalía.

d).- Empresas. Muchas grandes fortunas proceden de los reducidos impuestos que pagaron las empresas que gestionaban o de las que eran propietarios. En España el tipo efectivo para las grandes compañías es de apenas el 10%, algo sumamente impúdico.

e).- Paraísos Fiscales. El Fiscal Anticorrupción dijo: “Los paraísos fiscales están en el paseo de la Castellana”. Son los grandes Bancos. No hace falta dar más explicaciones, por eso hay quien piensa que somos un paraíso fiscal. En cierto modo, el uso de paraísos fiscales se estructura aquí como en Holanda, como el llamado sándwich holandés, constituyendo holdings cuyos dividendos llegan a paraísos sin pagar impuestos. Y

f).- No vivir aquí… aparentemente. Decir que se tiene la residencia en Andorra, Mónaco, o cualquier otro sitio pero vivir la mayor parte del año aquí. Muy propio de deportistas famosos que se llenan de muñequeras con los colores nacionales pero que no quieren pagar nada en su país… y de algunos empresarios y otros especímenes semejantes.

Así pues, esto de recuperar el Impuesto de Patrimonio no es otra cosa que una mera pantomima para contentar ignorantes y, como he dicho antes, de signo claramente electoralista. Más les valdría a todos los políticos perseguir un poco el fraude fiscal y la economía sumergida (10 puntos menos –ahora está en el 24% del PIB, casi record europeo- supondrían unos 38.000 millones de euros más de recaudación estatal); reformar el IRPF para que sea realmente progresivo y sin deducciones ni bonificaciones a quienes  superen la media salarial del país; aumentar el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) que, al lado de los demás países europeos, se ha quedado irrisorio, para que aumente el consumo y consecuentemente el empleo y la recaudación tanto de Hacienda como de la Seguridad Social; no despilfarrar el dinero de la manera que lo hacen, sobre todo, en publicidad y propaganda (le echan la pata a Goebbels) y, entre otras muchas formulas factibles, reducir el número de Altos Cargos (200 sólo en la Sanidad de Extremadura, la región más mísera del Reino) y el empleo político (la ganga política) que resulta no ya escandaloso sino, en cierto modo, prevaricador.

Por todo lo dicho, los políticos –especialmente los que han tenido durante muchos años responsabilidades de gobierno- debieran tener conciencia de que engañar a alguien es cosa natural de mala gente, de malvados, demagogia oportunista; y que engañar a los pobres –lo que se está haciendo ahora con el déficit y con el impuesto de patrimonio- es mucho más que eso, es cosa de corrompidos, DEMAGOGIA DEL ALACRÁN.

21-09-11

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