¡QUIETOS LOS PARAOS!
Alarmante
la subida del desempleo que recientemente hemos conocido. Parece una conjura
empresarial para despedir y echar hasta que se haga su santa voluntad y el
Gobierno les conceda ese contrato tan ventajoso para el “relevo” y sin trabas
jurídicas que andan buscando con el falso argumento de dar solución con ello a
la crisis.
Ya,
en otra época de la Democracia -si es que se puede llamar a esto Democracia-,
con el objeto de superar otra crisis, se establecieron los “contratos basura”,
que iban a ser coyunturales y hoy aún perduran. Bueno…, no es que perduren, es
que suponen la mayoría de las contrataciones, pero la patronal ni siquiera con
eso se conforma. Quieren más, y más y más, aún a pesar de gozar ya del “relevo”
más barato, obviamente, de la UE; y de que las cotizaciones sociales, en razón
del paupérrimo salario de nuestro País, sean, así mismo, las más baratas de los
Estados desarrollados. Y todo ello sin entrar a valorar las ayudas y
subvenciones de que son perceptoras las empresas (y algunas “empresas” mucho
más) por infinidad de motivos. Sí, más y más, sin entender que la avaricia
rompe el saco y que el “relevo”, que no lo dude nadie, debilitará el consumo y
éste, hundido, será su ruina, y sino al tiempo…, como le está pasando a la
banca con la morosidad a que ha dado lugar, que, a modo de búmeran, les está
hundiendo el negocio.
No
es cierto pues, que la empresa lo esté pasando muy mal por culpa de la
contratación tan inflexible y por los salarios tan abultados que cobran los
trabajadores (los más bajos de la UE-15, sólo por encima de Portugal y Grecia,
que ya sabemos todos en la situación en que se encuentran, sobre todo los
griegos), pues sólo hay que darse una vuelta para comprobar lo que digo -¡ojo!,
al que su bolsillo se lo permita- por las zonas costeras y cerciorarse de la
cantidad de barcos (yates sobre todo) que hay, que, ni que decir tiene, no son
todos de los trabajadores; o mirar cómo han aumentado (las estadísticas están
ahí) las ventas de vehículos de lujo en nuestro País, que, por supuesto, no es
sólo debido a la gran demanda que ha suscitado la clase trabajadora en general,
y mucho menos, lógicamente, la clase media y media baja; o como ha cambiado no
sólo eso de viajar por los sitios más exóticos (Hawái, Barbados, Mauricio,
Bali, Seychelles, etc.) sino de, simplemente, viajar, que ya sólo está al
alcance de unos pocos… y no trabajadores, precisamente, claro está.
No
quiero, antes de seguir con este escrito, que se me quede en el tintero que,
cuando hablo de empresas, en ningún modo me refiero a las microempresas
(incluso ni tan siquiera, en muchos casos, a las PYMES) y a los autónomos, pues
servidor considera a éstos como lo que son: trabajadores… por cuenta propia,
evidentemente. Y aunque para Hacienda estén en entredicho por su baja
declaración de beneficios, no se debe olvidar que son los que más empleo crean
y los que más castigados están desde el punto de vista impositivo y fiscal y de
los derechos sociales y laborales, amén de ser considerados, con argumentos
peregrinos, como un gremio proclive a la defraudación sistemática. Pero, eso
sí, si hablamos de ciertos profesionales liberales –que también son autónomos-
la cosa cambia, y el Gobierno es el culpable por su poca valentía en intentar
su desenmascaramiento social y en corregir su funesto elitismo.
Conforme.
Visto lo visto, el paro por encima del 20%, creo, honestamente, que toda la
culpa no es de los que, con su manera opresiva de gobernar, rigen este País, y
sí de la clase política en general que no es capaz de llegar a un acuerdo
–implicándose todos sin excepción- para dar respuesta (lo del Estado primero,
luego mi cargo y mi profesión suena a ¡tururú!) a la economía sumergida, a las
bochornosas horas extraordinarias (más de dos millones el pasado año) y al
pluriempleo y, cómo no, a lo que pasa en ciertas regiones donde en el desempleo
“no están todos los que son ni son todos los que están” y que los Alcaldes, si
no temieran perder la “vara” y un salario con el que nunca habían soñado -junto a otras prebendas de difícil
predicamento-, deberían denunciar.
No
obstante, es de recibo, que no se llega a ningún sitio apretando las clavijas a
los de siempre -puesto que de esa forma se contrae, inevitablemente, el consumo
y así será difícil crear empleo- con medidas como la subida del IVA y el
aumento de las tasas y los impuestos (por ejemplo el IRPF y ese otro impuesto
que pagamos el 90% de los que tenemos automóvil mediante la correspondiente multa
–unos 150 € de media al año- de los “cazadores de recompensa” de la Guardia
Civil de Tráfico que esconden el radar en los sitios más inverosímiles para
“mejorar nuestra seguridad”) y penalizando el ahorro (que podría valer si
hubiera sido bien baremado) y no recuperando el impuesto de Patrimonio para que
paguen “algo” los ricos y acaudalados y otros que no lo son tanto pero que
tampoco pagan nada, entre ellos el enjambre de políticos que no hace mucho
tenían lo puesto pero que ahora tienen más de lo que nos imaginamos, como es el
caso, según parece, del Sr. Bono, que, como explica un magnifico articulista,
comparte mesa con la alta burguesía y siempre antepondrá los intereses de ésta,
por ser los suyos propios, a los de los trabajadores por los que en teoría está
en política, y a los que en la práctica está traicionando (siendo lo más grave
de todo que son mayoría los dirigentes obreros que gozan de la misma
privilegiada situación económica del Presidente del Congreso). Además de que
donde se acrecientan las desigualdades sociales -caso claro de nuestro País por
lo anteriormente dicho- se disparan las tasas de violencia, de embarazos no
deseados de jóvenes, de población carcelaria; los resultados escolares y el
sistema de sanidad empeoran y llegan de manera fácil: los abusos de los
monopolios empresariales y la banca (que
cada minuto que pasa aumentan sus beneficios sin el más mínimo control estatal,
y si no miren sus recibos del agua, la luz, el gas, el teléfono, etc. y las
usureras comisiones de cualquier banco); el aumento cada día de la pobreza
relativa y las canonjías incontables y sueldos bochornosos y comilonas a costa
de morrongo y el despilfarro en coches y publicidad y propaganda de toda la
clase política en general... Y no digamos ya si encima sumamos los recortes
bancarios a la creación de empresas por aquello de la pescadilla que se muerde
la cola (como el uróboros) y por el endurecimiento del crédito.
Mas,
si, para colmo, sumamos a un bajo salario (que, como ha quedado patente en
Grecia y lo hará pronto en Portugal, hunde el consumo y trae la bancarrota) la
displicencia sindical, que parece estar en compadrazgo con el Gobierno (la UGT
casi seguro) y mantiene a la gente quieta, bien se puede decir, como señaló ya
hace tiempo Manuel Alcántara, porque viene al pelo: ¡Quietos los paraos! Que no se mueva nadie, nada de salir a la
calle…, que hay que dar ejemplo de cordura y sensatez y no exigir en tiempos de
crisis. Pero, con estos políticos, entre los que hay quien incluso justifica la
corrupción como algo inherente a las Administraciones Públicas, que viven en la
opulencia con todo gratis (ordenador, móvil, coche –y todos sus gastos
inherentes-, manutención glotona, viajes en 1ª clase por todo el mundo y hasta
vacaciones, etc., etc., etc.) ya no se puede aguantar más. Y para no caer en la
anarquía de otras épocas hay que tomar, de una vez por todas, la calle y dejar
claro que: si la empresa y el orden son muy necesarios para salir adelante, lo
son mucho más los trabajadores y sus dignos salarios (no los de ahora, el SMI
no llega a 650 € al mes, insuficientes y ridículos) y pensiones; al mismo
tiempo que sus condiciones de contratación laboral y la proporcionalidad de sus
impuestos y sus derechos a un estado del bienestar que no sea la farsa de hoy en
día en la que solo lo viven la clase política, los capitalistas, las élites
diversas, los banqueros y empresarios y algunos más.
Y,
por último -esto por favor- que no se aproveche ni el Gobierno ni nadie del
elevado número de desempleados para meter miedo y acallar cualquier crítica que
conduzca a la necesaria “insurrección social pacífica”. Porque eso,
sencillamente, rayaría en lo despótico y fascista del régimen anterior.
09-05-10
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