EL PARLAMENTO SOCIAL Y EL ENFRENTAMIENTO IRREFLEXIVO.
En
alguna ocasión he confesado que mi esposa y mis hijos, que son quienes expurgan
mis escritos, me suelen increpar con: ¡Papá!, menos datos y más convicciones.
Tienen mucha razón, pero no toda, pues no hay que olvidar esa sabia
consideración que dice: “Los números cantan”.
Y
es que cuando de Parlamento Social se trata (perdonen, a mi me gusta más
Parlamento que Diálogo), no queda más purga de Benito que tirar de cifras para
demostrar qué falla, o si es un acierto, lo que unos y otros (Patronal,
Sindicatos y Gobierno) persiguen. Aunque, en ocasiones, es lo mismo; y en el
fondo, daría mi palabra, lo es siempre en razón de la organización política con
que apencamos.
No
es necesario ser un gurú de la economía, ni, mucho menos, un iluminado como
algún ex Presidente o alguno de los líderes del espectro popular, para entender
que, como señala Ángel Ruiz Cediel (un articulista que servidor lee siempre),
“hace falta ser más que unos vivos, unos auténticos desalmados, para tratar de
sacar ventaja de la miseria ajena” y quieran hacernos comulgar con ruedas de
molino; ya que, la controversia por lo de las Cotizaciones Sociales, ni
siquiera debería estar sobre la mesa, dado que en España son las más bajas de
los Países de nuestro entorno (sólo por encima de las de Portugal y Grecia) y
es aquí donde menos han crecido en los últimos diez años, un 3% frente a un 18% en el resto de la UE.
De
tal modo, que lo que pagan las empresas españolas a la Seguridad Social, el
23,6% del salario, está muy próximo a lo que pagan en Italia, Bélgica, Suecia y
Austria; muy por debajo de lo que le cuesta a los franceses (el 29,7%) y sólo
por encima de Alemania (16,2%), por citar los Países con los que “queremos”
competir.
Y
más todavía, no hay que olvidar lo fundamental a la hora de echar la cuenta del
costo: Las Cotizaciones Sociales se calculan sobre el salario, en nuestro País
un 18% inferior al de los italianos; un 27% más bajo que el de los franceses y
un 37% más reducido que el de los alemanes, por citar algunos de los más
desarrollados. Y, en términos absolutos, unos 14.000 €/año inferior al de la
media de los Países de la UE-15, que, lógicamente, está por debajo del de
franceses, suecos, italianos, alemanes, ingleses, belgas, etc., etc.
Como
soy extremeño -no me tomen por chovinista-, siempre que hablo de algo
importante se me viene a la cabeza como es ello en mi tierra. Y en lo que a
salario se refiere, de verdad, mejor sería no decirlo: Es casi un atentado
salarial lo que aquí cometen el empresariado espurio y especulador y la propia
Administración Pública. Pero Ésta, con los trabajadores solamente, claro está,
pues a sus Cargos los remunera -se remuneran ellos, podríamos decir- con una
cantidad al mes equivalente a la que perciben la mayoría de sus subordinados en
un año. Sí, tanto el salario de los trabajadores -por defecto- como el de los
Cargos -por exceso, es un ¡indecente latrocinio democrático reglamentado!
Perdónenme
el inciso. Sigo con el Parlamento Social.
No
es únicamente de Cotizaciones Sociales de lo que se “trata” en Él. No, los
siete mil o dieciocho mil millones de €, según fuere la rebaja de Éstas, hay
que sacarlos de algún sitio para que no peligren las pensiones de los
trabajadores (que maldito lo que les importa la pensión a quienes ganan entre
dos y nueve millones de € al año) y ese sitio no es otro que el IVA y el
incremento (así lo pide el gris Victorio Valle de las FUNCAS) de las
cotizaciones de los trabajadores. Es decir, menos poder adquisitivo para todos
los que tienen que trabajar para vivir y éste, el de los trabajadores
españoles, ha aumentado un ¡0,4%! en los últimos diez años, donde menos en
Europa, lo que supone que estamos perviviendo con el mismo sueldo del año
1.998. ¡A ver si no es para tirarse a la calle!
Y
también está sobre el tapete –aunque la patronal diga que no- eso que llaman el
contrato del siglo XXI, que vendrá camuflado en la reforma laboral que piden
(como cuando Felipe González nos engañó con los contratos basura, que eran
coyunturales y ahí están sin que la sinecura sindical mueva un dedo y, sobre
todo, empuerque ese hule) y, cómo no, su parte más ignominiosa: la
desregularización jurídica. O sea, ¡a la calle porque me pasa a mí por los…
zigotos! Los trabajadores convertidos en siervos de un bolimazo.
En
fin…, que la angurria empresarial, como dice Cediel, no tiene límites. Su
intención no es otra que seguir llenando de barcos de los atracos (perdón,
quise decir, de barcos atracados) los puertos más reputados y donde más se goza
de la existencia frívola, lejos del Parlamento Social y del enfrentamiento
irreflexivo.
31-07-09
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