CARRIL BICI EN CASTUERA: EL PUY DE DÔME
Resulta
algo habitual en los días que corren que cierta oligarquía política utilice el
dinero público, no para hacer las obras de infraestructura necesarias para el
correcto desarrollo comunitario, sino para otras “obras” de dudoso provecho
social, pues, producto de esos gatuperios, están más que “sobrados” muchos de
los que se dedican a tan “noble arte” y algún que otro rico señorito de antaño
(en Castuera hay apellidos muy ilustres en este sentido) que aprovecha para
vender caro alguno de sus eriales; no queriendo -ni de broma- hablar siquiera
del impuesto de Patrimonio (¿por qué será?) que, según los más insignes economistas
del país, es la única solución para “arreglar” las cuentas del Estado sin dañar
las pocas –en el país de la UE que menos- conquistas sociales de los más
desfavorecidos, y que haría que supiéramos quienes son los que compran –y
tienen- tantos automóviles de lujo y tantos “barquitos” y “modestas” casas en
la sierra. Por supuesto, y como no, producto de haber sido “rigurosos y
ahorrativos” durante la democracia… ¡su!, democracia.
Y
sin entrar a valuar que este pueblo no es muy aficionado a la bicicleta (aquí,
desde que dejaron el ciclismo -años ha- mi cuñado Nandi y el Tela, se va en
coche a todas partes, a pesar de que la circulación es caótica por la desidia
del Ayuntamiento y de la policía municipal que jamás va andando a ninguna
parte…, con lo bueno que es andar), nos encontramos con la sorpresa de la
construcción de un carril bici que, lo comprobarán a continuación, como el Puy de Dôme, hubiera hecho las delicias de
Bahamontes, Charly Gaul, Louison Bobet... o, utilizado en sentido contrario, de
Anquetil, Raymond Poulidor o el loco Gastone Nencini.
Porque,
no se lo pierdan, el citado carril está dispuesto cuesta arriba –o cuesta
abajo, según se vaya o se venga- con un desnivel que puede rondar fácil entre
el 9% y el 15%, y, para poder “allanarlo algo”, se ha tenido que construir
hasta un pequeño puente. Para colmo, al menos por ahora y que sepamos, no va
tener esta “magna” obra mucho más de 300 metros, que, eso sí, serán muy útiles,
obviamente, para utilizar por quienes padezcan enfermedades cardiovasculares o
quienes quieran practicar, además del ciclismo, el parapente.
Así
que nada. Que ya tenemos en Castuera, en miniatura, lo más parecido al famoso
puerto francés que antes era habitual subir –y bajar- en el Tour. Más adelante,
ya vendrán las viviendas en las parcelas colindantes…, o un “palacio de
congresos”, o la “hospedería” (prevista en otro sitio, pero susceptible de
poderse cambiar, ¿por qué no?). Pero, este esperpento de obra (como la de la
calle de Santa Ana, convertida tras la remodelación en el terror de señoras y
ancianos que en multitud de ocasiones han dado con su cabeza en el granito, la
última hace tan solo unos días con lesiones graves), muy cara e innecesaria es
otra muestra más de lo que supone la economía sostenible para ciertas “inteligencias
superiores”: seguir sustentando el cargo para tener un sueldo –o varios, pues
es raro, de entre estos neoliberales que se hacen pasar por socialistas, el que
no tiene dos o más- tres veces superior al que les correspondería en justicia,
a la par que mantener un status social del que en absoluto son merecedores,
todo a costa de engatusar a bobos e incondicionales que están dispuestos a
apoyar cualquier iniciativa aunque esta sea una memez semejante a la descrita.
De
modo que, mientras tanto se funde el dinero de todos de esta manera poco clara
y deshonesta (España es el país de la UE-15 –los más desarrollados- que menos
tanto por ciento de su PIB dedica a fines sociales), hay trabajadores -y esto
es sólo un ejemplo- en el propio Ayuntamiento que llevan más de ¡cinco años!
sin recibir la ropa y el calzado obligatorio para desempeñar su cometido; y una
trabajadora (auxiliar sanitaria, para más señas, de un centro geriátrico
dependiente del mismo Ayuntamiento) a la que se pone pegas por tratar de recibir
el tratamiento médico adecuado de dos enfermedades causadas por falta de los
medios necesarios y haber tenido que desempeñar su trabajo cerca de diez años
(lleva ¡16 años! con contrato, made in Felipe González, de “obras y servicios”)
no a “golpe de pedal” y de manera razonable, sino a golpe de riñón y cuesta
arriba (como el carril bici). Es decir, trabajando a veces más de diez días
seguidos sin descansar y no cobrando nada por hacer turnos, festivos y
domingos; no cobrando ningún plus, ni siquiera el de peligrosidad, por trabajar
con asistidos; haciendo el trabajo en condiciones muy peligrosas (tres caídas
en un mes) por el detrimento de las instalaciones (denunciadas, pero sin que
nadie haga nada por subsanarlas); discriminada con respecto a otras compañeras
a la hora de disfrutar sus días festivos, sus domingos libres y hasta un
incentivo de 100 € (que se le ha negado) por haber trabajado en las fiestas de
Navidad y, como no podía ser de otra forma entre estos (reitero, neoliberales
con careta de socialista) “fabricantes de pobres” que nos gobiernan, cobrando
unos 400 € menos al mes que sus homónimas de la Junta de Extremadura o del SES.
Supongo
que todo esto –como lo del carril bici- lo hacen para que quede clara su teoría
de: ¡me jarto y oprimo!..., qué bien me va.
05-07-10
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