HUELGA GENERAL Y “PIQUETES INFORMATIVOS”.
Estamos
a unos días de una HUELGA GENERAL que, como es bien sabido, es, ante todo, el
acto supremo de repulsa de los trabajadores (de todos los trabajadores sin
excepción) por una agresión gubernativa implantada en la normativa laboral para
favorecer a la patronal. Patronal que, bien visto, lleva mucho tiempo gozando
de los privilegios de una política neoliberal que debería haber atajado muchos
años ha el colectivo sindical en lugar de “vivir” –como el socialismo de Loewe
español- llenándose las faltriqueras con salarios estratosféricos y comiendo en
restaurantes de muchos tenedores junto a las aves de rapiña que asolan el país.
Por tanto, una gran parte de culpa de que nos hallemos inmersos en la situación
que estamos, dramática situación que sólo tienen la valentía de denunciar los
periódicos digitales y el Periódico Extremadura, es, reitero, suya por no haber
atajado antes las políticas neoliberales impropias, por otra parte, de
gobiernos de signo socialista y haber estado –como estos- viviendo en la
opulencia entre “cardhu” y “cardhu” y olvidados totalmente de los
trabajadores…, para gloria empresarial.
Pero
ahora, ¡por fin!, se van a “batir el cobre” en la calle –que es su sitio y no
los restaurantes antes citados- y, aún a pesar de los pesares, todos los
trabajadores y todas las personas humildes, como son la mayoría de los
españoles (algunas incluso vilipendiadas por la propia Administración), debemos
acompañarlos y, pacíficamente, asumir con ellos cualquier consecuencia que se
pueda derivar de un digno comportamiento en la calle que es el sitio donde se
cuece la humildad y la decencia de las personas que no han tenido la suerte de
nacer “ricas”, con “talento”, “poderosas”, “privilegiadas”, “distinguidas”,
“notables”(politicastros y lameculos, con perdón, incluidos), etc., etc., y no
tienen más remedio que sudar la gota gorda para ganarse la vida y no quedar
arrinconadas por la pobreza. Que es, además, lo que sucederá si no se le “paran
los pies” a los que: ¡si son capaces de explotar a jubilados, pobres y parados
con impuestos abusivos y pensiones, salarios y prestaciones sociales
inadmisibles, y, también, de aceptar, sin inmutarse, una gran dosis de
corrupción (aunque ésta venga –en muchos casos, pero en otros no- de la mano de
un bochornoso salario auto-aprobado)!, ¡de qué no serán capaz!
Y
así, cuando alguien diga que los “piquetes (término despectivo empleado por la
intransigencia, pues no son sino grupos de trabajadores) informativos” le
obligan a cerrar su negocio (lo que no ocurre generalmente) y que eso no es
democrático, hay que preguntarle: ¿y sí que es democrático amenazar a los
trabajadores con la suspensión de su contrato –por cierto, en la mayoría de los
casos, sobre todo de los jóvenes, precario- si secundan la huelga? Sí. ¿Qué
piquete –qué grupo- es peor?: ¿el qué “informa” –aunque se exceda en algunos
casos, los menos- de la situación tan deplorable que vive el País y porqué se
hace una HUELGA GENERAL?; ¿o el empresarial, apandado cuando las cosas van bien
y llorón, zascandil y déspota cuando no van convenientemente, que coacciona, extorsiona,
amedrenta, despoja de sus derechos, atropella, envilece, desprestigia, afrenta y “pone las peras a
cuarto”, etc., para conseguir el triple de los beneficios que le pertenecen?
Pues, no hay que olvidar y todo el mundo debe saber, que las grandes empresas
españolas han aumentado sus beneficios en la última década un 73% -las que más
de Europa- mientras los costes laborales sólo aumentaron en el mismo periodo un
3,7%, cinco veces menos que en la UE-15, los Estados más desarrollados; y, algo
vergonzoso e intolerable que no se debería consentir, si hubiera, obviamente,
lo que tiene que haber, como es que la tributación fiscal efectiva no supera el
10% (un tercio del tipo nominal del Impuesto de Sociedades) y que se ha
reducido a la mitad en los últimos años. Y, por supuesto, de lo sectario del
sistema de módulos de profesionales y pequeñas empresas o microempresas, mejor
no hablar…, para no dañar sensibilidades.
Así
pues, tenemos que estar todos en la calle el día 29 de septiembre. Haciendo
caso omiso a informaciones manipuladas como la de un periódico –de los de mayor
tirada nacional no deportivo- que manifiesta en su portada que el 73% de los
trabajadores cree que no hará la huelga y más adelante añade que crece el
malestar por la crisis y aumentan los que piensan que sería justa una gran
protesta. Es decir, se contradice con tal malevolencia que raya, con perdón, en
el “fascismo informativo” más descarado y partidista.
Sin
titubeos. Hay que estar, porque, lo niegue quien lo niegue, los trabajadores, como
ya señalé en otra ocasión, hemos sufrido el engaño político y social del
neoliberalismo (aquí enmascarado en una formación que se autodenomina
socialista, pero que está muy cercana al fascismo de izquierda, al menos, en su
comportamiento y proceder con la gente que peor lo está pasando…, desde hace ya
treinta y no sé cuantos años, que, ¡ahí es nada!) que ha traído a la sociedad:
desazón, humillación, impotencia, injusticia contributiva, una carga impositiva
imposible de soportar, indefensión, miseria salarial y reducción progresiva del
poder adquisitivo, iniquidad, indolencia, desconfianza, saqueo de bienes en la
legalidad, canonjía desmesurada, anarquía cívica, desarrollo de la burrología,
desprecio por la educación y la cultura, abandono juvenil (cualquier niño o
niña de 12 años se puede emborrachar donde les plazca, a la policía municipal
encargada de evitarlo le importa un bledo), manipulación de las conciencias,
ocultación en los medios de difusión (muchos alcahuetes pagados) de la más
mínima opinión contraria a sus procederes, intolerancia con quienes no
comparten sus ideas y proyectos de despotismo, un enjambre de mercachifles
avispados y otro de políticos olímpicos del cardhu, derroche propagandístico
(Goebbels era un amateur al lado de los “cerebros” del Gobierno, y no digamos
ya al de los “talentos” de la Junta de Extremadura), el mismo número de
políticos para una población de 46 millones de habitantes que para una de 300
millones, POBREZA…, y pavor por el futuro de nuestros hijos.
En
consecuencia, servidor, con perdón pero sin miedo a los “fantasmas”, lo tiene
muy claro: ¡a la calle y “grupo informativo”!
07-09-10
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