ESTIRPE EMBAUCADORA (I)
No
me cautiva, en absoluto, aplicar a toda la clase política dominante el término
“embaucadora” peyorativamente, ya que, excepciones, entre tantos como son
ahora, es seguro que habrá alguna o, quizás, más de una. Pero, al paso que
vamos, terminaremos “italianizados”. O sea, como señala un cronista desde Roma,
convertidos en un país cínico y descreído donde nadie se escandaliza por nada;
donde los escándalos, cada uno más grande que el anterior, han generado un
clima de miedo y asco, de luto y vergüenza entre los honrados. O, lo que es
peor, haciendo bueno el Régimen anterior a la “monarquía parlamentaria” que,
dicho sea de paso, sólo disfruta un pequeño sector de la población, pues no es
difícil darse cuenta de que toda la política actual gira hacia una forma brutal
de corporativismo. Entendido éste, con sentido peyorativo (valga la
redundancia), para designar cualquier política intervencionista que favorezca a
las sociedades anónimas características de los sistemas capitalistas modernos;
y olvidando que el Gobierno, como dijo George Madison, “ha sido instituido para
proteger la propiedad de todo tipo y que sólo un Gobierno es justo cuando
imparcialmente asegura a todo hombre lo que es suyo”, incluido, como no, sus
derechos laborales y sociales ganados con sudor y lágrimas e incluso, en muchos
casos, con sangre.
Es,
por tanto, que los españoles -me temo- pronto estaremos desposeídos de la
mayoría de nuestros derechos fundamentales por razones de “esta crisis” y de
las que se “inventen” cada equis tiempo (ciclo económico, le llaman “ellos”),
entre cinco y diez años. Aunque, eso sí, al estilo de los peruanos, es decir,
“meciendo”; que, como enjuicia magistralmente Vargas Llosa, es haciendo que
todo se demore, ande mal, nada funcione y reine por doquier la confusión y la
frustración; pero, para que no se note, se utiliza talento histriónico, parla
suasoria, gracia, desfachatez, simpatía y una pizca de cinismo (no hay nada más
que ver las comparecencias de algunos ministros o de los representantes de la
oposición para comprobarlo). O sea sé, embaucando, para entendernos.
Mas,
como durante el tiempo que llevamos de “democracia” –que más parece de
“despotismo oligárquico” de las formaciones más significativas nacionales y
regionales- ha gobernado la “izquierda” bastante más que la “derecha” y resulta
que lo que está ocurriendo, me parece a mí, se asemeja bastante (con perdón) a
un talante totalitario, a un espíritu dictatorial, y aunque el PSOE no es sino
una “izquierda descafeinada” (mejorando mi anterior concepto de la
partidocracia más representativa para que no me digan… radical, extremista,
rudo, intransigente, etc.), queda muy claro que gobernando ellos está
resultando con la Banca (y Cajas de Ahorro) lo que definió Franklin D Roosevelt
como (me niego a emplear el sinónimo que él empleó)“totalitarismo”: “La primera
verdad es que la libertad de una democracia no está a salvo si la gente tolera
el crecimiento del poder en manos privadas hasta el punto de que se convierta
en algo más fuerte que el propio Estado democrático. Eso, en esencia, es el
totalitarismo: la propiedad del Estado por parte de un individuo, de un grupo,
o de cualquier otro que controle el poder privado”.
Así,
es de esperar que no terminemos como en la Italia de Mussolini que, como todo
el mundo sabe, era un ex socialista; porque, si bien el adjetivo
“totalitarismo” se asocia con las posturas políticas de extrema derecha y las
ideas y aptitudes racistas, intolerantes o autoritarias y el desprecio por el
diferente, el marginado, el que no piensa del mismo modo o las minorías, los
datos económicos y sociales actuales de nuestro País denuncian una política
propia de una ralea dictatorial.
Y
si no que se me explique: ¿Por qué sucede, según el Catedrático de Políticas
Públicas en la Universidad Pompeu Fabra, Vicenc Navarro, que, como consecuencia
de la entrada en la unión europea y el euro, hubo una reducción del gasto
social que afectó a las clases populares y a sus pensiones, su sanidad, su
educación, su vivienda social, sus servicios sociales y muchas otras
transferencias y servicios públicos? ¿Y por qué esta reducción se realizó no a
base de aumentar los impuestos de los grupos más pudientes (que incluso
descendieron) sino, como he dicho antes, a base de reducir el gasto social y el
continuo retraso en el desarrollo del “Estado del Bienestar” (todavía a la cola
de la UE) que se agravó durante el periodo 1995-2004 en el que, lógicamente,
disminuyeron las rentas del trabajo considerablemente y aumentaron las del
capital? Algo así como lo que está ocurriendo ahora: Que el déficit (aún a
pesar de que el gasto de personal de las Administraciones Públicas ha subido en
los últimos ocho años el 71,4%) y la deuda pública, como defiende el Sr.
Navarro, no son el problema; sino el desempleo y las enormes desigualdades de
renta consecuencia de las políticas de los últimos 30 años que han creado un
macanudo problema de falta de demanda interna, de falta de consumo. Eso, y el
añadido de la burbuja inmobiliaria y la crisis, han dado lugar a que las clases
menos favorecidas tengan que apretarse el cinturón para “ayudarles” a quienes
nos han estafado a todos.
O,
¿por qué, recientemente, el Banco de Santander, con el Sr. Botín y su hija Ana
Patricia, presidenta de Banesto, al frente, ha aplaudido las reformas del
gobierno? Imagínense a quienes van a beneficiar. ¿O es, quizás, que este Banco
es el máximo acreedor de los 45.000 millones de euros que el Estado adeuda a la
Banca? ¿O será, tal vez, que, el Sr. Botín y su “niña”, sufragan -¿a cuenta?-
los gastos para que se puedan celebrar esos mítines estilo Hollywood de las dos
grandes formaciones españolas?
O,
¿cómo se explica que hace el laico Zapatero en una organización religiosa
ultraconservadora, profundamente anti-socialista y contraria a la
liberalización de las costumbres?… ¿Por una foto deja unos jirones de dignidad
y defrauda a quienes lo acompañaron en la lucha por los derechos básicos frente
a la Iglesia Católica y sus grupos de presión?
O
que una gigantesca estafa global protagonizada por banqueros y financieros la
quieran convertir en una irresponsabilidad de las clases medias bajas
(trabajadores se llamaban antes) a las que aquí en nuestro país se quiere
obligar, mediante el aumentos de los impuestos al consumo, a reponer el
latrocinio de los primeros con su esfuerzo y su sudor.
O
esos datos de Extremadura, mi CCAA de nacimiento, que dan sacudidas… sociales.
Con perdón, porque ya sé que llevo dando datos bullangueros de esta tierra
mucho tiempo, pero esto es lo que hay, ya que, con más de 440.000 pobres, unos
225.000 pensionistas pobres también (la pensión media de los extremeños está
190 € por debajo del umbral de la pobreza), como 300.000 obreros mileuristas,
rozando el umbral de la pobreza así mismo, a la cola del poder adquisitivo
europeo (Extremadura es la única región española cuyo poder de compra se sitúa entre
los más bajos de la UE-27), etc., etc., uno se pregunta: ¿después de 32 años de
régimen de libertades?... Si bien, justamente, se podría precisar, sin temor a
errar: ¿después de más de 70 años de influencia? Porque, ¿cómo alguien, que se
tiene por buen español y mejor socialista, puede, en esta mísera región,
aceptar un Estatuto que le otorga reconocimiento, atención y apoyo; tratamiento
y honores y, claro, medios personales y materiales como una oficina y todos sus
gastos, atenciones de carácter social, alquiler, tres puestos de trabajo al
menos, un vehículo oficial y chofer, dietas, indemnizaciones por gastos de
viaje, estancias y traslados, gastos protocolarios, seguro de vida durante el
equivalente a la mitad del tiempo que ha permanecido en el cargo, servicio de
seguridad, asignación mensual (al parecer, 8.000 € al mes hasta la jubilación y
6.000 luego) y que, por supuesto, se podrá incorporar al Consejo Consultivo de
Extremadura y percibir, si le interesa más, la asignación como miembro del mismo?
Y a lo que además, por si el estatuto no fuera suficiente, hay que añadir la
jubilación de la Universidad con sólo año y medio de permanencia (para los de
la “O” de su partido piden sus compañeros como mínimo 25 años) y, seguro que,
con otro “sueldo”, lógicamente, compatible con todo lo anterior. En fin…
Volviendo
a lo inexplicable -fuera de una “estirpe embaucadora”, obviamente- común para
todos (extremeños incluidos, claro está), ¿se concibe que el plan antifraude
del Gobierno (¿de izquierdas?), según han denunciado los inspectores de
Hacienda, no piense tocar la fiscalidad de las SICAVs -el instrumento de
inversión preferido por los grandes patrimonios y donde esconden su dinero
tantos y tantos profesionales liberales- y si actuar con contundencia contra el
pequeño contribuyente que ni sabe ni tiene medios para defenderse?
¿O
si no es o está muy cercano al “totalitarismo” todo lo que les detallo en la
segunda parte de “ESTIRPE EMBAUCADORA”?
09-03-10
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