EL IRPF DEL DIPUTADO: SICALÍPTICO
Discúlpenme
por echar mano del vocablo “sicalíptico”. Ciertamente, es poco corriente su
utilización. Pero ya me dirán si su significado –gracioso, picaresco, ingenioso
e intencionado- no viene bien para definir el IRPF de los diputados… ¿y de los
senadores, los ministros, los altos cargos, los presidentes de CCAA –para estos
una parcialidad más- y quién sabe si para algunos más?
Y,
claro, sicalíptico es un adjetivo perteneciente o relativo a la sicalipsis, que
entre otras definiciones tiene la de: “belleza artística en la que campean el
ingenio, la intención y la gracia picaresca, sin rayar en la obscenidad”.
Pero
me da que lo de la declaración del IRPF (la declaración de la renta) de todos
los diputados (los de las autonomías también, supongo -¿y los al principio
señalados?-) sí raya en obscenidad: son los únicos “labriegos” de este país que
están exentos de tributar por un tercio de su sueldo en el IRPF; o sea, la
mayoría de ellos no tienen que declarar del total de sus ingresos salariales
unos 20.000 €, más o menos (y algunos más, sería el caso del Sr. Bono y del Sr.
Rojo –dos ilustres apellidos muy apropiados para la época-). Lo que supone,
probablemente, una cantidad equivalente a la que tienen que hacer constar –y
pagar por ella- cada uno de los más de 18 millones de TRABAJADORES que, como es
sabido, son mileuristas o no llegan a tan honorable categoría.
Mas,
si esta “gracia picaresca” no fuera suficiente para “evadirse”, es seguro que
utilizarán –ellos pueden hacerlo porque su alto salario, obviamente, lo
permite- todas las bonificaciones (planes de pensiones, letras del tesoro,
donaciones, etc., etc.) incluidas en esta nada progresiva norma impositiva que
rehúsa gravar los patrimonios (la que se le vendría encima a la clase política
más larga de manos de la historia del país si se restaurara el impuesto… y se
les aplicara, porque esa es otra), que, por otra parte, sería la única forma de
que algunos fueran “solidarios” con los que, sin culpa, lo están pasando mal.
Por
supuesto que la cantidad que pierde el Erario con esta exención impositiva de
los referidos es insignificante si se compara con los estragos de la economía
sumergida, de las SICAVs, de la iglesia católica, del deporte –futbol en
particular-, de las sociedades en general, de las fundaciones, etc., etc.,
seguramente, más de 30.000 millones de €; pero, aparte del significado moral
que supondría la eliminación de esta gracia sicalíptica, no hay que olvidar (y
no verse obligado a estrujar los bolsillos de los menos pudientes en lugar de
los de los ejecutivos y banqueros y las élites deportivas y capitalistas, que
eso si que es una obscenidad) lo que dijo un rico hacendado: “una perra gorda
no vale nada, pero diez perras gordas hacen una peseta”.
26-05-10
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